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Al habla con el hombre de moda en América

Donald Glover: "Solo es una película millenial"

El actor, guionista y artista de hip hop da vida a la versión joven de Lando Calrissian en el spin-off sobre 'Han Solo'

27/05/2018 - 

VALÈNCIA. Ni Emilia Clarke con su historial de vuelo a lomos de dragones, ni Alden Ehrenreich, en su personificación de Harrison Ford, el verdadero fichaje del spin-off de Star Wars sobre la juventud del contrabandista más canalla de la galaxia es Donald Glover (California, 1983).  El actor y rapero incorpora en Solo a la versión lozana de Lando Calrissian, interpretado por Billy Dee Williams en 1980 en El imperio contraataca y en El retorno del Jedi, en 1983.

El polifacético artista, que ya advirtió en su canción Sunrise no mantener vínculo sanguíneo alguno con Donald Glover, hizo historia el año pasado al ganar el Globo de Oro al mejor actor y erigirse en el primer afroamericano en ganar dos premios Emmy, en los apartados de actor principal y director de comedia.

La serie que lo ha catapultado en la escena catódica ha sido Atlanta, de la que es creador y productor ejecutivo, y que en nuestro país emiten Fox y Movistar+. Pero el californiano ya tenía galones en televisión: como guionista de Rockefeller Plaza y actor en Community.

En cine, parece haberle cogido el tranquillo a la escena mainstream, con su papel de Aaron Davis en Spiderman: Homecoming (Jon Watts, 2017) y el rol de Simba en la inminente adaptación en acción real de El rey león.

En su faceta musical responde por Childish Gambino, un alter ego al que no hay que buscarle las tres patas: el alias es el producto de una noche de risas en la universidad en la que estuvieron trasteando con el generador de nombres en línea Wu Tang Clan.

Su último tema, This is America, ha alcanzado una dimensión sideral por el compromiso social y la violencia explícita de su videoclip. Tal ha sido su viralidad, que entre las parodias y remakes que ha generado, contamos con una patria: Esto es España.

Hablamos en el Festival de Cannes con el hombre de moda en EE.UU. y pronto entre todos los incondicionales de una galaxia muy muy lejana.

- Durante la producción de Solo, los directores originales, Phil Lord y Christopher Miller, abandonaron el proyecto debido a diferencias creativas con la presidenta de Lucasfilm, Kathleen Kennedy.  ¿Cómo os afectó al elenco?
- Fue un divorcio muy amistoso. No hubo drama. Y nunca había estado en una película tan grande ni creo que en el futuro lo esté, así que todo lo que iba sucediendo lo aceptaba como normal, porque no tenía contexto para compararlo. Imagino que son situaciones habituales en súper producciones.

- ¿Qué pensaste cuando te enteraste de que Ron Howard había tomado el relevo?
- Obviamente, sus estilos son diferentes. Fue muy surrealista trabajar en una película de la saga de Star Wars, que sabes que va a tener una audiencia disparatada, y encima hacerlo bajo las órdenes de Ron Howard, un tipo con un gran talento y que ha hecho todo tipo de películas. A toda esa extrañeza se sumó rodar en Pinewood Studios, donde estaban filmando Jurassic Park, así que era como ir a la universidad, porque te ibas cruzando con todo el mundo. A Rian Johnson (director de Episodio VIII – Los últimos Jedi), por ejemplo, te lo topabas en la comida.

- ¿Conociste a Billy Dee?
- Sí y me envió un mensaje diciéndome que había hecho un buen trabajo.

- ¿Cuántas veces lo has imitado en el espejo antes y después de saber que ibas a interpretar a su personaje?
- (Risas) Probablemente lo hice menos después de conseguir el papel, porque no quería limitarme a una imitación de Billy Dee. Pensé que sería una decisión realmente mala. La gente desconectaría. Sin embargo, hubo pequeños gestos que reutilicé, porque pensé que el público podría considerarlos monos, como el famoso saludo con un dedo de Calrissian. Es la mar de cool. No obstante, muchos de los dejes físicos vienen del vestuario. Las capas modifican tu lenguaje corporal, te limitan el movimiento de los hombros y de los brazos, así que terminas moviéndote mucho así (gesticula con los brazos de una manera muy manierista).

- Lando tiene un buen surtido de capas, ¿las has incorporado a tu vestuario?
- Las capas molan si llegan hasta la cintura, cuando sobrepasan esa longitud se convierten en prendas reales y empiezas a soltar sentencias. Y yo no quiero ser un mago, sino ser cool.

- En la película se intuye que mantienes un romance con una robot. ¿Qué opinas del amor con androides?
- Puedes querer a quien quieras. Lo importante es el respeto. Por ejemplo, en esta película te das cuenta de que Chewbacca no necesita la compañía de Solo (risas), sino que es una elección personal. Cada día decide: “Voy a ayudar a sobrevivir a este chaval. Soy más fuerte, soy más rápido, soy más inteligente, pero quiero a este chico". Eso es amor verdadero. No tiene que, sino que quiere estar junto a él.

- Lando pierde el Halcón Milenario contra Han Solo en una partida de sabbac. ¿Qué es lo que nunca apostarías a las cartas?
- A mis hijos (risas). Nunca los pondría en riesgo. Entiendo que hay gente hoy día con una mente más materialista, pero cuando eres padre, los bienes materiales dejan de tener sentido.

- ¿Cómo lidió Alden con el lance de ponerse en los zapatos de Harrison Ford?
- Lo llevó súper bien, sobre todo teniendo en cuenta que es un actor joven. Fue valiente al asumir un reto tan duro. Hay que tener en cuenta que el principal punto de la película es que el personaje todavía no es el Han Solo que conocemos, sino que es súper naif. Alden hizo un muy buen trabajo mostrando al niño que hay en él. Al arrancar el filme, su forma de actuar es como la de la letra de una canción de Bruce Springsteen, en plan “vamos a escapar juntos”. Tiene que aprender para sobrevivir. Y con su evolución, Alden muestra que todos hemos de mentir, que todos hemos de vivir con nuestros errores. De hecho, es una película muy millenial.

- ¿En qué sentido?
- Hoy día todos pensamos que vamos a cambiar el mundo, pero luego te das cuenta de que el mundo no es como es porque la gente sea mala, sino porque somos imperfectos, como también lo es el sistema.

- Esta saga significa mucho para mucha gente, ¿has sentido el peso de la responsabilidad de honrar el legado?
- Desde luego, no durante el rodaje. Todo el mundo estaba súper concentrado en su trabajo, cosiendo el vestuario, maquillándose de alien… No había estrés, no había cansancio. Nadie en el set tenía una actitud falsa, sino que sonreían y saludaban. De repente, te cruzabas con un extraterrestre sin cabeza y te daba los buenos días (risas). Estábamos contentos porque es un proceso íntimo, en el que todo el equipo es válido y precioso. Es algo que pensaba cuando veía La cosa (John Carpenter, 1982), donde hay personajes raros y desagradables, pero digo yo que alguien adoraría a esos seres.

- ¿Te está resultando fácil equilibrar tu carrera entre proyectos personales y películas tan grandes?
- Para variar, está bien no estar pendiente de la reescritura del guión, sólo estar presente en el set. Te permite aparcar tus neurosis por unos días. Como no tienes control sobre el guión ni sobre el montaje, te lo pasas bien. Y cuando te quitas la capa, llegas a casa y te pones a trabajar en algo que eres tú y sobre lo que tienes todo el control. Es un buen equilibrio.


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