VALÈNCIA. Es más que habitual, por más que los profesionales del sector alcen la voz contra ello una y otra vez, que los centros culturales públicos tumben y levanten proyectos a golpe de cambio de legislatura. No es extraño que con cada nuevo ciclo político venga un periodo de inestabilidad y un enésimo rediseño de objetivos, algo a lo que no es ajeno el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana (CMCV), del que depende la gestión del Centre del Carme (CCCC). En su caso, sin embargo, esta indefinición no solo se está alargando más de lo previsto sino que, en apenas un año, ha terminado por desdibujar su proyecto de presente y futuro hasta limitar notablemente su presencia en la agenda cultural de la ciudad.
En noviembre de 2023 el gobierno de la Generalitat cesaba a José Luis Pérez Pont como gerente del organismo cultural, una destitución que suponía la primera de un goteo de salidas y entradas que todavía continúa, provocando una renovación casi total del primer escalón de gestores en los organismos culturales autonómicos. Su polémica marcha, que generó el rechazo generalizado de los sectores culturales, parecía dar paso a una nueva etapa tanto en el ámbito artístico como en el de la gestión, un nuevo periodo para el organismo que, un año después, sigue acumulando preguntas por responder, un curso de transición hacia no se sabe dónde que se ha demostrado como el año perdido del Centre del Carme.
La primera cuestión que está sobre la mesa es la incapacidad de la Conselleria de Cultura para resolver una cuestión clave: su nueva dirección artística. Cabe recordar que tras el cese de Pérez Pont, la Generalitat anunció que cambiaría su estructura directiva separando la gerencia y la dirección artística en dos plazas diferenciadas, teniendo en cuenta que hasta ahora ambas labores formaban parte de un mismo puesto. Apenas una semanas después se seleccionó de manera directa, no sin polémica, a Nicolás Bugeda como gerente de la entidad, una primera línea que se completaría con un director artístico que, en este caso, sí sería elegido mediante un concurso.
“Está vacía [la plaza] desde que, sin razón y solo por hacer mal, depuraron a un profesional de reconocido prestigio, José Luis Pérez Pont, y pusieron un palo en la rueda de uno de los espacios más importantes y dinámicos de la oferta cultural valenciana”, afeó el portavoz adjunto del PSPV-PSOE, José Chulvi, a la Conselleria en Les Corts. El entonces vicepresidente y conseller de Cultura, Vicente Barrera, le replicaba anunciando que sería “en unos días” cuando se publicara la convocatoria para cubrir la plaza. Este intercambio de palabras se produjo en mayo. Por lo pronto, y de “manera temporal”, o así se anunció hace un año, son Vicente Samper y Lucía González, trabajadores del centro, quienes un años después continúan asumiendo las labores del ámbito artístico.
El curso sigue avanzando y la cuestión continúa sin resolverse, lo que dificulta la gestión del presente pero, sobre todo, el diseño de un proyecto estable de futuro, sobre el que la Conselleria tampoco ha dado pistas. Esta indefinición también está siendo clave en la percepción social del centro, que en los últimos años se transformó en un espacio de cultura contemporánea y que en estos meses ha tenido que hacer frente a la crisis reputacional que provocó el cese de Pérez Pont, rechazado de manera prácticamente unánime de las distintas entidades representativas de la cultura, tanto a nivel local como nacional. Un año y dos consellers de Cultura después, primero Vicente Barrera y ahora José Antonio Rovira, el Centre del Carme no solo sigue sin un proyecto claro de futuro sino que los problemas del presente se van acumulando.
Sangría de exposiciones
Con la estructura directiva todavía por completar y una dirección artística que no llega, en este curso han confiado la mayor parte de su programación a los proyectos heredados de la anterior etapa, algo lógico teniendo en cuenta los plazos de organización de exposiciones, a los que se ha sumado alguno de nuevo cuño. Esta programación híbrida, sin embargo, ha ido adelgazando de forma alarmante en los últimos meses. De hecho, en estas últimas semanas el centro cultural apenas presenta al público una única exposición, El compromiso fotográfico, en este caso un proyecto fruto de la colaboración con el festival Valencia Photo y el Museu d’Art Contemporani Vicent Aguilera i Cerni.
Así, tal y como ha venido informando este diario, en estos meses se han suspendido numerosas exposiciones programadas para este año, como Paco Giménez. El domador de líneas; Good Game de la artista Ana Esteve Reig; South body, comisariada por Adonay Bermúdez; una muestra en torno a la obra del fotógrafo Francisco Llop; El bosque, de Hugo Martínez Tormo; Jauría, de Yolanda Benalba; Todo lo solido se desvanece en el aire, comisariada por Diana Padrón, o una exposición de Pepe Beas. Todas estas exposiciones estaban previstas entre julio y noviembre y no se han llevado a cabo.
Preguntados por este diario en distintas ocasiones, desde la Conselleria de Cultura se han limitado a decir que los cambios responden a “motivos de carácter técnico y ajustes en la programación” y, semanas después, matizaron que responde a “cambios en procedimientos administrativos” fruto de que “en la anterior época” no se cumpliera con la ley que regula el sector público, aunque no especifican qué punto no se ha cumplido y que ha provocado los numerosos cambios que se suceden desde antes de verano. Todavía se desconoce cuándo se reubicarán estos proyectos suspendidos, una interlocución que se debe dar con los distintos artistas y comisarios afectados y que, distintas fuentes del sector, han señalado a este periódico que en estos meses ha sido errática.
Los eventos se alejan del CCCC
Todavía con la duda sobre cómo afectará esta suspensión generalizada de la programación expositiva al calendario de 2025, hay otro pilar en la actividad del CCCC que es clave para analizar este último año: las colaboraciones con eventos externos, que en los últimos años han engrosado su agenda y, también, su número de visitantes. Al frenazo a los conciertos se suma el hecho de que las relaciones con gran parte de sus colaboradores habituales se han ido diluyendo en estos meses, provocando la ruptura con varias citas que hasta ahora encontraban en el Centre del Carme un aliado y que no solo han dejado el museo sino que han sido muy críticas con la interlocución en esta nueva etapa.
Tal es el caso, por ejemplo, del festival y feria del libro ilustrado Baba Kamo, que anunciaba la suspensión de su edición de 2024, entre otras cosas, ante la “incertidumbre de hoy en día por parte del Centre del Carme -hogar y parte fundamental del festival durante estos seis años- respecto a la cesión del espacio y la subvención de la actividad”. También Russafa Escènica se alejaba del centro, una ruptura que relataba en un comunicado: “Sin ninguna explicación por parte de la nueva dirección ni oportunidad, a pesar de los numerosos intentos de contacto por parte del equipo del festival, ha roto una colaboración que empezó hace seis años”.
Colección de arte contemporáneo
En este año en el que se ha descosido buena parte del proyecto del CCCC, también se suma un dolor de cabeza extra: la colección de arte contemporáneo de la Generalitat. Aunque el objetivo a largo plazo es dar forma a un nuevo museo con ella, bien es cierto que su origen, puesta en marcha y gestión ha estado estrechamente vinculada al Consorci de Museus. De hecho, su “mal estado” fue uno de los motivos que esgrimió Cultura para efectuar el cese de Pérez Pont. Con todo, el proyecto suma meses de parálisis de las compras comprometidas por la Generalitat, un problema menor si se compara con la situación a la que se ha tenido que enfrentar en las últimas semanas, pues estaba custodiada en una nave del el polígono industrial El Oliveral de Riba-roja de Túria, una de las zonas más afectadas por las inundaciones.
Diez días después de la Dana, la Generalitat inició el traslado de su colección de arte contemporáneo, que consta de “alrededor de 170 obras”, así como de una parte de la colección del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) que estaba allí ubicada, un total de 128 piezas. La nómina de artistas representados pasa por firmas como Alex Marco, Fermín Jiménez Landa, Edu Comelles o Patricia Gómez y María Jesús González, en el caso de la colección contemporánea, o Andreu Alfaro, Jaume Plensa, Soledad Sevilla o Miquel Navarro, en el del IVAM. Desde la Generalitat se han confirmado daños reparables en las obras aunque no se ha informado del listado de piezas afectadas.