Hoy es 11 de octubre
VALÈNCIA. Los poblados marítimos han sido una fuente incansable de inspiración para artistas locales –y foráneos-, que se han dejado impregnar por la brisa del otrora pueblo independiente de València, ciudad que ahora lo asume aunque sin duda sigue guardando su propio carácter. Prueba de ello son algunas de las piezas realizadas por el maestro Joaquín Sorolla, habiendo empezado en un patio del Cabanyal a pintar la obra Cosiendo la vela (1896), que terminó en Madrid. También sucumbió a los encantos del lugar Josep Renau, quien pasó su juventud en un Cabanyal para luego viajar hasta México y, posteriormente, a la que fue la República Democrática Alemana, donde desarrolló los murales que todavía se encuentran en la ciudad de Halle-Neustandt. Si la pintura soñó con la costa valenciana a principios del siglo pasado, hoy lo hace una fotografía que se encuentra con una realidad bien distinta.
Cargada de contenido político y social, la ahora barriada se ha convertido en un símbolo –o lección- para una ciudad que quiso crecer a costa de todo. Incluso de sus vecinos. Con mucho por hacer todavía en el Cabanyal –Canyamelar, el espacio sigue siendo una fuente inagotable de material para creadores de distintos ámbitos, aunque es en este caso la fotografía la que exprime en mayor medida su jugo hoy en día. A esta lista se suma un nuevo nombre: Laura Silleras. La fotógrafa valenciana ha resultado la ganadora de la segunda Beca Fragments, concedida por la Unió de Periodistes Valencians, una propuesta que versa sobre el Cabanyal elegida entre un total de 36 proyectos, un trabajo en el que pretende abordar los submundos que conforman el barrio. “Mucho se ha escrito y fotografiado sobre el aspecto artístico del Cabanyal, sobre su trama urbana o sobre sus valores arquitectónicos, pero poco sobre sus habitantes”, explica la fotógrafa.
Silleras, que ha trabajado en Nueva York como asistente de Natan Dvir e Irina Rozowsky en el International Center of Photography y –entre otros premios- recibió una mención de honor en el primer Photo Meeting OCEMEX (Ciudad de México, 2011), pasó su niñez en el barrio, al que regresó en 2014 para, como afirma ella misma, fotografiar su obsesión por él. Desde entonces trabaja en un proyecto que ahora, gracias a la beca, cuenta con un presupuesto de 6.000 euros en honorarios y un mínimo de 9.000 para la producción de un fotolibro y una exposición, que previsiblemente se verá en el Museu Valencià de la Il·lustració i la Modernitat (MuVIM), que este año acogió la muestra del primer ganador de la Beca Fragments, Francisco Llop.
En este sentido, Laura Silleras pregunta si es este barrio “un lugar sometido a un perpetuo naufragio” y responde, en cualquier caso, que “es un universo en extinción que sería bueno contar y recontar antes de que sea definitivamente olvidado”. Su proyecto ha sido seleccionado por un jurado compuesto por la editora de Dalpine, Sonia Berger; el fotógrafo y director del departamento de fotografía de la Real Academia de las Artes de La Haya, Rob Hornstra; y el periodista gráfico y miembro de la Comisión Ejecutiva de la Unió de Periodistes Valencians, Biel Aliño. “Silleras combina su destacado talento fotográfico con una perspectiva interna que nos lleva a una visión fascinante”, explica Hornstra, mientras que Berger destaca “la forma cercana en que retrata la identidad de un barrio cuya historia se ha visto amenazada especialmente en los últimos años por planes urbanísticos que han condicionado la vida de sus vecinos. Con un cuidado color, fotografía de una forma muy directa y en profundidad la inmediatez de lo que ocurre en la calle, un entorno carismático que a pesar de su resistencia corre el riesgo de desaparecer”.
Precisamente el MuVIM, que ahora acoge la exposición derivada de la I Beca Fragments, también inauguró hace pocas semanas una pieza de Maribel Domènech, histórica de movimiento 'Salvem el Cabanyal', que vistió el vitral del museo con la obra 'Mujeres Valientes'. En el mural retrata a las hermanas Martí, tres mujeres mayores del Cabanyal que lucharon por salvar su casa del derrumbe frente a los planes del anterior gobierno municipal. Todas ellas aparecen vestidas de negro, con su pelo blanco y los rostros sonrientes, tocando la cacerola a la puerta de su casa contra la amenaza de derribo de su casa en el Cabanyal, construida por sus padres en 1908. En las manos llevan objetos cotidianos -mazas, cacerolas, martillos- que en aquellos días se convirtieron en "instrumentos de resistencia", explicó Domènech.
También se puede ver actualmente en el Museu Valencià d'Etnologia, en el contexto de la serie València en blanc i negre, una muestra dedicada al Cabanyal, que recoge un total de 80 instantáneas proporcionadas por la familia Vidal, dedicada durante varias generaciones al fotoperiodismo. Las fotografías, realizadas por tres generaciones de la familia Vidal -Martín Vidal Romero (1872-1944), Luis Vidal Corella (1900-1959) y Luis Vidal Vidal (1936)-, abordan la imagen y la construcción de la identidad del Cabanyal alrededor de la pesca y sus actividades relacionadas, que han configurado un barrio con una identidad social diferenciada con particularidades de lenguaje, costumbres, sociabilidad y fisonomía.
Esta singularidad es el eje central de la exposición, que muestra la evolución del Cabanyal durante el siglo XX, un periodo clave en su historia. Las primeras instantáneas se remontan a 1900, tres años después de su incorporación a la ciudad de València. Las últimas datan de 1991, momento en que se estaba construyendo el paseo marítimo y se habían sepultado las vías del tren que dividían la ciudad. Estos no son los únicos proyectos recientes en torno al barrio. Recientemente, en el contexto del festival urbano Intramurs, la fotógrafa Eva Máñez, presentó ‘Cabanyaleras’, una cartografía de lo sentimientos de las mujeres de El Cabanyal, los problemas de planificación urbana y el deterioro de los barrios degradados por la especulación urbanística generan heridas emocionales en las personas que los habitan.
La fotografía es una fiel aliada del Cabanyal, un ámbito que hace bien poco le dio una gran sorpresa. Fue el pasado mes de diciembre cuando el bibliófilo Rafael Solaz adquirió el que está considerado como el primer álbum de fotografías de España, datado en 1851 y que contiene imágenes originales del barrio marinero de València realizadas por Pascual Pérez Rodríguez, considerado el primer fotógrafo profesional valenciano. Esta colección fotográfica está considerada como el tercer álbum existente en Europa, uno de los cuales es el titulado "Pencil of nature 1844-1846" (El lápiz de la naturaleza), de Fox Talbot.