VALÈNCIA. El Centro de Cultura Contemporánea del Carmen presenta sus fallas experimentales de la mano de Raquel Rodrigo y Juan Joller. Expuestas en los patios del centro, las instalaciones de ambos artistas se exhiben de forma muy distinta a lo que uno suele estar acostumbrado si espera una falla tradicional.
Raquel Rodrigo propone una experiencia envolvente con su falla Efluenflow (nombre que hace referencia a la fluorescencia por un lado, y a la acción y el ahora -now-), una instalación que debe contemplarse de noche, compuesta por un total de veinte paneles posicionados en forma de espiral y repletos de coloridos bordados que hacen formas de corales y otros tipos de flora marina. Junto con un grupo de doce personas y a lo largo de un mes, la artista se ha dedicado a diseñar la estructura de la falla, así como a bordar y a tintar las cuerdas. La singularidad de su obra es que el bordado está tintado en flúor, lo que provoca que por la noche brille como si de un verdadero coral marino se tratara. Por otro lado, los colores van acompañados de luces blancas y negras que oscilan igual reproduciendo la iluminación del fondo del mar.
“He intentado plasmar una metáfora que represente la necesidad de buscar alternativas energéticas”, destaca Rodrigo, que de hecho, ha escogido los corales precisamente por su capacidad de generar luz propia. “Es la primera vez que hago una obra en 3D, hasta ahora todo mi trabajo había sido bidimensional. Esta es la primera vez que puedes entrar en una obra mía. Mi idea es que el espectador se envuelva en las luces y los sonidos”. Porque la instalación también está sonorizada. De la mano de Murmura Teatro, la falla reproduce sonidos que representan a las especies del fondo marino. Así, se pueden escuchar ballenas, por ejemplo, y la resonancia ha sido creada por instrumentos como guitarras o pedales.
El director del Centro, José Luis Pérez Pont, ha recalcado la necesidad de “apostar por este tipo de proyectos”, de manera que “aunque el arte no sea una solución contra la emergencia climática, sirva para poner encima de la mesa problemas que los medios tratan desde otras perspectivas”, y que, “desde el arte pueden ser ahondados con un mensaje positivo y optimista”. La artista, que también se ha dedicado a la escenografía en el pasado, ha llevado obras anteriores a lugares como Arabia Saudí, Milán, París, Suiza, Cabi Verde o Estambul; y esta vez, como cuenta, busca “volver a la dinámica escenográfica y teatral”.
Por su parte, Juan Lloris lleva al Centre del Carme la instalación Les jouets voyeurs, a través de la cual se vincula directamente con la obra de Carlos Pérez (cuya exposición-homenaje también está disponible en el centro). De esta forma, Lloris apela “a la infancia, al arte y a la vanguardia”. Su obra está compuesta por cinco piezas con las que el espectador puede interactuar. “Los niños cada vez tienen menos vínculo con materiales primarios como la madera o el cartón y cada vez prima lo virtual en mayor medida”, explica Pérez Pont. Y esos son los materiales que integran la obra de Lloris, que mediante ejes interiores permiten que los niños puedan jugar con ellos.
“Reivindico el uso de los materiales tradicionales, cercanos al niño, como son el cartón y la madera –aclara el artista-. Son materiales de uso habitual en los niños, lo que hace que ellos mismos se vean capaces de hacer cosas así”. Y por otro lado, la instalación también busca dignificar el hecho de jugar, trasladándolo al mundo adulto. “Somos humanos y creo que desde la adultez hay que volver a jugar –dice el autor-. Y por otro lado, debería haber más propuestas lúdicas en el mundo fallero que no sean tan estáticas y pasivas, que inviten a la interacción”.
La muestra de fallas experimentales estará disponible en el Centro de Cultura Contemporánea del Carmen hasta el 5 de abril.