¡de qué bars, nano!

El Clavo

Buscaba un bar de emergencia y efectivamente

| 01/10/2021 | 4 min, 53 seg

Xics, no siempre se gana.

Creo que una parte lo que supone ir por ahí descubriendo bares, es recibir alguna bala de vez en cuando para que otro no se la lleve. El sábado había quedado con unos colegas por la Avenida del Puerto para dar una vuelta y probar algún sitio nuevo. ¿Qué puede fallar? Mucha oferta, terrazas, sol…

Bueno.

Pues el caso es que había una turbomaratón o algo así, habían cortado mogollón de calles, y no se podía aparcar en ningún sitio. No pasa nada ¿Qué son 900 plazas de aparcamiento menos? Podemos meternos el coche por el culo, no padezcáis. Tras varias vueltas, nos sentamos en la primera terraza que vimos, un poco arreu. Se llama…no sé si está mal que lo diga, porque ahora voy a rajar, pero vamos, que tampoco es un secreto. Casa Soler.

Lo primero, señores que regenten un bar, hablemos de las fotos de comida de la fachada. Si son azules, hay que ir cambiándolas. En este caso, eran grises y estaban cuarteadas, eran como fotos zombi. Me asomo por curiosidad. El interior con mas mierda que los bajos de un monopatín, y la carta fritanga pura. Pollo frito, calamares fritos, patatas fritas, y... ¿wantones fritos?


Me giro para hacerles la señal de "abortamos misión" a mis amigos, pero ya es tarde.  El señor Soler debe de estar en otro sitio, porque el que les está tomando nota de las cervezas es el señor Chang.  Me siento en la mesa derrotado. Repaso de nuevo la carta intentando encontrar un rayo de esperanza, algo que se pueda comer, algo que parezca casero y rico, pero nada. Esto no es un bar, nano, es una prueba de las de Saw. Empiezan a haber miradas tensas entre nosotros, miradas que dicen “es tarde, pero aún podemos escapar”

Apuramos las cervezas como si fueran agua de un oasis, y salimos escopetados de allí. Pero claro, sábado, tres y pico de la tarde, encuentra tú mesa en algún lado. Hay que pensar rápido, cada segundo que pasa es otra mesa que se llena y otra cerveza que no me tomo.

Por suerte, estamos junto a la esquina de Cristo del Grao.  En esa calle si no es uno, es otro, y allí está, efectivamente, El Clavo.

El Clavo es un bar, que juega con haber sido una antigua ferretería. Hay cajoncitos de madera por las paredes, el mostrador, las letras, todo va un poco de eso. Conseguimos que nos dejen sentarnos, eso sí, con el aviso de que van a tardar un huevo en darnos de comer.


Está todo lleno, la cocina no da abasto. Hasta que esto no se libere os podéis sentar, pero no voy a tomaros nota.

- Vale ¿Y si pedimos cosas frías?

- Entonces sí.

Nos quedamos con eso entonces. Vamos con la titaina y la sepia mayonesa.

Mientras esperamos, nos empujamos unas San Miguel, y echamos un vistazo alrededor. Efectivamente el personal va desbordado. La gente está apurando los últimos findes de calorcito y ha salido en masa. Hay varias camareras, una de ellas, con los ojos claros, bastante maja, y otra pelirroja con más mala hostia que un mono pequeño en una jaula. Supongo que el agobio no ayuda a que todo fluya mejor. La comida llega toda junta, aproximadamente media cerveza después.

¿Qué te cuento? Pues está bien, sin volteretas. La titaina estaba súper dulce, mucho. No es malo, pero es raro que sea un sabor tan predominante. Me moló la textura de la tonyina, porque me encontré un par de trocitos grandes.  La sepia, te diría que un pelín fuerte, too much sabor a pescado, No obstante bastante tierna. Por supuesto, con eso no tenemos suficiente, así que ampliamos a boquerones y ensaladilla.



La ensaladilla es muy normalita, de las espesas. La traen con unas regañás para que hagas barquitas. El resto, atún, verdura, patata y mayonesa. Puede que lleve judías en vez de guisantes. Los boquerones por ahora lo mejor del día. Estaban en su point de vinagre, tiernos y jugosones.  Por cierto, te sacan pan en una bolsa de papel, Pero no es un pan molón, era un pan sequete de mediana edad que se ha apuntado a bachata para ligar.

La camarera agradable nos avisa de que hay un hueco en cocina, y que si queremos chutar a puerta es el momento. Ha pasado como una hora desde que hemos llegado. Decidimos permitirnos unas croquetas y unas setas a la plancha.

Esta vez sí, mucho más rápido, pero inexplicablemente frías, salen 4 croquetas de pollo. El rebozado está blandurrio, y tienen un puntito al fondo como a limón. Hubieran estado mejor recién hechas. Las setas estaban sosas, y un poco quemadas. Le faltaba un poquito de rollo a todo.

Tío, no entiendo mucho lo de la cocina. Osea...si ofreces espacio para sentar a 70 personas ¿no deberías tener el equipo y la cocina como para dar de comer a las 70? Quiero decir, vale, una mala tarde la tiene cualquiera, y puede haber contratiempos y tal, y yo lo entiendo, pero si tu cocina es enana y no da abasto, no deberías tener esa terraza.  Tu ego extiende cheques que tu local no puede pagar.

En fin, nada.

Al final salimos a casi 60 pavos entre tres. Es un sitio funcional y veraniego, por el que dejarte caer si no tienes mucha prisa y te apetece picar. Gracias a la camarera de los ojos claros por la bola que nos dio.

Goza de amplio aparcamiento.

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