El inminente estreno del documental Amazing Grace, que registra el concierto ofrecido por la diva del soul en 1972, nos trae a la memoria otros acontecimientos musicales que han hecho historia, tanto en nuestra ciudad, como en el resto del mundo
VALÈNCIA. Existe una tendencia, solo lógica hasta cierto punto, a considerar que un concierto es verdaderamente memorable cuando reúne a decenas de miles de personas; o cuando sus condiciones técnicas son impecables; o cuando deslumbran al espectador con alardes escenográficos, pirotécnicos o coreográficos. Afortunadamente para todos, la alquimia del directo es bastante más compleja. Tanto, que ni siquiera el elemento más obvio -la calidad del sonido- tiene por qué asegurar que un concierto vaya a alojar una huella indeleble en tu memoria, ni en la de las generaciones que están por llegar.
El próximo 4 de octubre llegará a las pantallas de cine españolas el registro audiovisual de uno de los conciertos más emocionantes de todos los tiempos. No uno de los mejor grabados, ni desde luego de los más multitudinarios. El legendario recital en clave de góspel que ofreció Aretha Franklin en 1972, y que dio origen al doble elepé Amazing Grace, se desarrolló ante una selecta audiencia de tan solo un puñado de personas (entre ellas, familiares de la cantante y artistas como Mick Jagger). Como ya es conocido, el director de cine Sydney Pollack fue el encargado de grabar un documental sobre el acontecimiento -en ese momento, Franklin estaba en la cúspide de su carrera-, pero metió la mata. No utilizó claquetas, de modo que fue imposible sincronizar sonido e imagen. En 2008, el productor y realizador Alan Elliot quiso recuperar el material -cuyas deficiencias ya eran subsanables con la tecnología moderna-, pero la cantante se negó a cederlo al no alcanzar un acuerdo económico para ello. No fue hasta su muerte, el 16 de agosto de 2018, cuando los herederos dieron su beneplácito a este proyecto, que ahora por fin ha visto la luz.
El de Bob Dylan en el Electric Newport Festival de 1965 también supuso un antes y un después en su carrera y en la historia de la música en general, pero por razones distintas. El impacto cultural de esta actuación se debió a su carácter disruptivo. El compositor decidió pasar de la guitarra acústica a la eléctrica, y a sus fanáticos seguidores folkies casi les da un patatús. Hubo abucheos y acusaciones de “traición”, pero Dylan nunca se amilanó ante la controversia y siguió su camino como un señor. (La verdad es que le fue bastante bien).
¿Y a nivel local? ¿Qué conciertos de las últimas dos o tres décadas merecen un lugar en nuestra vitrina mental? Muchos más de los que caben en este artículo.
Rafa Cervera ya nos hablaba hace unos años en CulturPlaza de ese día de julio de 1992 en el que Nirvana vino a València y él tuvo el honor de cenar con ellos en una terraza de un restaurante italiano de la calle Conde Altea. E incluso de entrevistar a Novoselic y a Grohl (Kurt no estaba para muchos trotes). “El concierto en la Plaza de Toros fue extraño. No acudió todo el público que cabría esperar. El grupo tampoco ofreció un directo memorable”, resumía el periodista valenciano en su artículo. Sea como fuere, muchos daríamos un brazo por haber tenido la experiencia de verlos en directo.
En otoño de 1990, la capital del Turia también vivió un momento importante cuando Beach Boys debutaron en la ciudad, con Jerry Lee Lewis como telonero. De ello también nos habló Rafa Cervera en este otro reportaje, lleno de interesantes anécdotas. Eso sí, en esta primera visita a España, el grupo norteamericano no contó con la presencia de Brian Wilson.
Björk, 30 de mayo de 2003. Más de 10.000 personas haciendo cola en la Ciudad de las Artes y las Ciencias -muchos desde primera hora de la mañana- para coger posiciones en este megaconcierto, que abría la gira europea de la artista islandesa. Salió a escena con puntualidad, vestida de negro y ataviada con unas alas en la espalda. Arrancó con “Pagan Poetry” (del LP Vespertine), y recorrió los grandes hitos de su repertorio en un espectáculo que más de una década después sigue recordándose como un hito fuera de lo común. (De hecho, no ha vuelto por aquí desde entonces).
A petición nuestra, el escritor y periodista Carlos Pérez de Ziriza rescata de su memoria otros momentos importantes -Pet Shop Boys, Garbage..-, y también el concierto de Enrique Morente con Sonic Youth, que tuvo lugar en las antiguas naves de Greenspace en octubre de 2005. Aquel concierto levantó grandes expectativas -¡no era para menos!-, aunque no todos guardamos el mismo recuerdo de aquel experimento de sincretismo musical, que ponía sobre un mismo escenario a los reyes del noise rock y al maestro del flamenco más abierto de mente desde Camarón. Fue un espectáculo mágico y lleno de misterio para la inmensa mayoría del público y de la crítica. Otros, en cambio, creímos ver a Thurston Moore y a Kim Gordon más perdidos que un pulpo en un garaje. Es uno de los aspectos más humanos de las experiencias en directo; que en el fondo tienen mucho que ver con el estado anímico puntual y subjetivo de cada espectador.