El certamen busca posicionarse con una edición con más presupuesto, más mujeres y más nombres valencianos
VALÈNCIA. Al Festival de Jazz de València ya no le vale con ser una de las citas musicales del año en la ciudad (la que más, si pensamos en las programadas por el Ayuntamiento). Este año, el festival sale del Palau de la Música para mirar al exterior, en varios sentidos. La principal novedad de esta edición, que se presentó este martes, es la extensión de la cita durante todo el verano: empezará el 26 junio y concluirá el 7 de septiembre. Más de una veintena de actuaciones componen un programa doble: en julio, como es habitual, los grandes nombres en el Palau de la Música; en agosto, las propuestas se trasladan a la calle, con grupos locales actuando en Patraix, el Cedro, el Perellonet o El Saler. Además, habrá dos actuaciones gratuitas en Jardins del Palau y el seminario internacional de Jazz, que en su 20º edición se traslada a Conservatorio Superior José Iturbi.
Ya mirando el contenido del cartel, cuyo hilo conductor es la voz (el año pasado fue la guitarra) destaca la presencia de Gregory Porter (9 de julio), uno de los crooners más destacados del panorama actual. También Kyle Eastwood (13 de julio), bajista, hijo de Clint Eastowood y compositor de algunas de sus bandas sonoras, que también visitará València por primera vez. Sin duda, Madeleine Peyroux (2 de julio), con su aproximación al jazz pop, será una de las actuaciones más buscadas. Bobby McFerrin (10 de julio), trae al festival novedoso, haciendo versiones a capella junto a otras cuatro personas. Kenny Barron Trio (7 de julio) pondrán el punto más clásico del jazz; y del contrapunto contemporáneo se hará cargo Abe Rábade Trio con la Orquesta de València (12 de julio).
Otras dos actuaciones a destacar son las de Paquito d'Rivera Septet (3 de julio), que con su Caribbean Tour 2019, propone hacer una lectura, desde el jazz afrocubano, de la música sinfónica española, con versiones de Albéniz o Joaquín Rodrigo. También la de NES, valenciana de adopción, que actúa en el Festival de Jazz y presentará su jazz mediterráneo; ella es uno de los nombres emergentes para no perderse, igual que Melissa Aldana (5 de julio). Finalmente, Amadou & Mariam and the Blind Boys (9 de julio) son un grupo maliense con invidencia, que están triunfando por todo el mundo, y que en España solo tocarán en unos pocos escenarios, entre los que se encuentra València.
El festival ha tomado conciencia de que la programación no solo es el quién sino el cómo, y en ese sentido, ha compuesto una programación en la que el 42% de los nombres son valencianos (el año pasado 40%, aunque hay que tener en cuenta que en el Palau se quedan cuatro actuaciones, y el resto se verán en agosto en los barrios) y más del 50% son mujeres (el año pasado la cifra bajaba al 40%). Toda una apuesta por la paridad, que sin embargo no ha desequilibrado el cartel, que navega entre lo emergente y los grandes nombres, en el caso del Palau, y que deja en experimental los conciertos programados en los barrios, ya que son pequeñas propuestas "festivas y muy populares".
De hecho, ha esta propuesta la que ha desencadenado un discurso en la presentación en la que se ha repetido en varias ocasiones la idea de que el festival tiene que crecer captando la atención del público turista, buscando finalmente tener un carácter más internacional. La repercusión y el "ser referencia" es sin duda una de las prioridades de la organización del evento, que siente el público valenciano como ya consolidado. En las ubicaciones del programa callejero de agosto se han buscado ubicar "donde haya gente, sobre todo turistas", siendo así un contrapunto de la otra gran cita musical del mes, la Gran Feria de Julio, con un público mucho más popular y enfocado a lo local y nacional. Para lograr todo esto, el festival ha aumentado considerablemente su presupuesto has los 227.976 €, 70.300 euros más que en la edición de 2018.