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'EL HOYO' GANA UN PREMIO PARA EL CINE ESPAÑOL

El Festival de Toronto premia una tibia sátira sobre Hitler

El español Galder Gaztelu-Urrutia triunfa con El hoyo en la sección Midnight Madness

16/09/2019 - 

VALÈNCIA. Si había una película entre las más de 300 programadas en el Festival de Toronto que la prensa esperaba con la pluma afilada, esa era Jojo Rabbit. La comedia de Taika Waititi se había anunciado como una sátira incómoda sobre la Alemania nazi, donde el realizador de Thor: Ragnarok (2017) se reservaba el papel de un bufonesco Adolf Hitler convertido en amigo imaginario de un niño nazi.

La propuesta ha respondido a las expectativas del público del TIFF, que la ha votado con el premio Grolsch People’s Choice como la mejor de esta edición, pero la crítica difiere, porque la controversia prometida se ha ejecutado con tibieza.

La madre de Waititi, judía, fue la que le descubrió al director neozelandés la absorbente novela El cielo enjaulado, de Christine Leunens, sobre una relación de amor enfermizo entre un chaval austríaco fascinado por la doctrina nazi y una chica judía a la que sus padres han escondido.

En su arranque, la adaptación al cine está en deuda con Moonrise Kingdom (Wes Anderson, 2012). Y es, precisamente, ese hincapié en el gag visual lo que lastra a este coming of age. Jojo Rabbit no es una bofetada con la mano abierta a la emergente ultraderecha, sino un tibio cachete, en demasiados momentos edulcorado, con villanos tontorrones y chascarrillos de comicidad obvia para un contexto tan escalofriante como el del Holocausto. Ya chocaba que una producción de Disney pudiera asumir riesgos con materia tan hiperestésica.

El filme ha sido comparado con La vida es bella (Roberto Benigni, 1997) por su visión bienintencionada pese a las dimensiones del horror en que se ambienta. Como la película del italiano, que se alzó con los Oscar al mejor actor, banda sonora y película extranjera, a Jojo Rabbit se le va criticar, pero le espera una gran temporada de premios.

Hombre come a hombre

A diferencia de inolvidables inmersiones cómicas en la II Guerra Mundial como Ser o no ser (Ernst Lubitsch, 1942) o El gran dictador (Charles Chaplin, 1940), la película de Waititi se prevé intrascendente. No así el thriller El hoyo, de Galder Gaztelu-Urrutia, que demuestra que el cine de género es un buen campo para plantear reflexiones sociopolíticas.

Así lo ha considerado también el público de Toronto, que ha premiado al cineasta vasco con el principal galardón en la sección Midnight Madness, especializada en el terror y la ciencia ficción.
En su ópera prima, el director plantea una parábola donde la prisión panóptica diseñada por Jeremy Bentham se reformula en vertical. En El hoyo, los presos observan hambrientos cómo la comida desciende desde arriba y sólo alimenta a los niveles superiores, lo que va cultivando la ira de los alojados en la base, que han de pelear por los restos, si es que algo queda.

“Gaztelu-Urrutia y los suyos sazonan esta alegoría con la síntesis más horrible del horror, la acción y la ficción especulativa desde Snowpiercer de Bong Joon-ho”, valora el programador de la sección más extrema del TIFF, Peter Kuplowsly, quien ha destacado el diseño de producción de esta propuesta distópica, que recuerda el brutalismo de Fortaleza infernal (Stuart Gordon, 1992) y el ingenioso minimalismo de Cube (Vincenzo Natali, 1997).

Según el director debutante, El hoyo “es un espacio físico y metafórico que te enfrenta a ti mismo y te interroga sobre cómo de solidario puedes llegar a ser. ¿Lo seguirías siendo si tu integridad física se viera amenazada?”

La misma pregunta le será formulada a los espectadores del Festival de Cine Fantástico de Austin y a los de Sitges, próximas escalas de una de las películas españolas más sugerentes de la temporada.

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