El Festival de Toronto premia una tibia sátira sobre Hitler
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El Premio Fipresci ha recaído en Desierto, de Jonás Cuarón, un drama sobre los 'espaldas mojadas'
TORONTO (CANADÁ). Cuando la noticia saltó a los medios resultó tan dolorosa, tan inconcebible, que limitaba con lo irreal. Una chica austríaca había permanecido encerrada por su padre en un sótano durante 24 años, periodo durante el cual afrontó hasta siete embarazos fruto de un incesto no consentido. La novelista Emma Donoghue se inspiró en el llamado caso Fritzl para su libro de ficción Room, pero adoptando el punto de vista del hijo de la protagonista, nacido en cautiverio. Como en su día declaró a The Guardian: "Los reportes en los periódicos sobre el hijo de Elizabeth, Felix Fritzl, de cinco años de edad, emergiendo en un mundo cuya existencia desconocía, desencadenó esta idea en mi cabeza. Esa noción de un niño con los ojos bien abiertos aflorando al exterior como un marciano que llega a la Tierra se apoderó de mí”.
La obra fue finalista del premio Man Booker, el más prestigioso del Reino Unido y ha sido adaptado al cine por Lenny Abrahamson. Al momento de su exhibición en el Festival de Toronto, la prensa inició el runrún habitual de especulaciones para los próximos Premios Oscar, con futuribles nominaciones en las categorías de mejor actriz y actor para Brie Larson y el pequeño debutante de ocho primaveras Jacob Tremblay.
El público también lo sintió así y le ha otorgado el People’s choice Prize de esta edición, la número 40, del TIFF. Y no es un reconocimiento baladí, la audiencia de esta muestra audiovisual ha demostrado edición tras edición un olfato certero en sus elecciones, con galardones en años anteriores a, entre otras, Slumdog Millionaire (Danny Boyle, 2008), 12 años de esclavitud (Steve McQueen, 2013) y The Imitation Game (Morten Tyldum, 2014).
En el apartado de terror, el público premió Hardcore, de Ilya Naishuller, promocionada por la primera película de acción enteramente filmada desde la perspectiva de su protagonista, un súper soldado cibernético, y en la sección de documentales, se reconoció las producción de Netflix Winter on Fire: Ukraine’s Fight For Freedom, de Evgeny Afineevsky, sobre el levantamiento en Kiev en el invierno de 2003 que desencadenó el derrocamiento del presidente prorruso Viktor Yanukovych.
La organización del TIFF siempre se ha vanagloriado del carácter no competitivo del festival. A diferencia de otras citas de clase A, como Cannes, Venecia y Berlín, Toronto no concedía premio del jurado. Y escribimos en pasado, porque este año la dinámica ha cambiado al ponerse en marcha el Premio Platform, un nuevo programa que incluía 12 títulos y reconoce películas “de alto mérito artístico que muestren una fuerte visión en la dirección”.
El jurado, integrado en esta primera edición por los incontestables directores Agnieszka Holland, Claire Denis y Jia Zhang-ke, entregó el galardón a Hurt, del documentalista Alan Zweig. La película es un retrato amargo Steve Fonyo, quien, en 1984, con 18 años, protagonizó una maratón para recaudar fondos para la investigación del cáncer, enfermedad que le había supuesto la amputación de una pierna. Recaudó millones de dólares y fue reconocido con la Orden de Canadá.
Pero después del abuso de sustancias y un encadenado de pequeños crímenes y sentencias de cárcel, el gobierno federal le retiró el reconocimiento. Zweig, que siempre ha mostrado una fascinación por los hombres autodestructivos, viaja con su cámara al encuentro del que un día fuera un gran héroe canadiense.
El Clan, de Pablo Trapero, que le acaba de suponer al argentino el León de Plata en la Mostra de Venecia recibió una mención especial. No fue la única película latina respaldada por el Festival, Jonás Cuarón, quien coautor de Gravity junto a su padre, Alfonso Cuarón, fue merecedor del premio Fipresci por Desierto, un thriller sobre un grupo de mexicanos que intenta cruzar la frontera con EE.UU. y en lugar de enfrentarse a las inclemencias del desierto de Sonora, se las tienen que ver con un vigilante enajenado y cargada con un arma.
Su protagonista Gael García Bernal, se explayó sobre el problema de la inmigración cuando subió a recoger el galardón, advirtiendo en inglés: “Es necesario que nos dediquemos a la migración, un tema muy actual ahora por esta ola de odio que parece estar aceptándose cada vez más en el mundo político. Los migrantes que están haciendo estos viajes no los hacen por elección personal, sino por motivos políticos, económicos y ahora también medioambientales”. Y cerró en español: "¡Que vivan los migrantes!"
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