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UN MOVIMIENTO DE LA MEMORIA

El folclore se mueve al ritmo de Dansa València

17/04/2023 - 

VALÈNCIA. El folclore por definición es el conjunto de costumbres, creencias y canciones de carácter tradicional y popular. También se comprende como un cuerpo expresivo de la cultura que es compartido por un grupo particular de personas… Aunque saliendo del diccionario quienes lo viven lo definen de otra manera: Rodrigo Cuevas comprende el folclore como “una reivindicación necesaria de la memoria”, y para la bailarina Luz Arcas el folclore es "siempre de quien lo vive, fuera de las instituciones y los elementos generales”. Y la magia es que no existe una definición correcta ni exacta, para las artistas que cuentan su historia en este artículo es otra cosa, algo personal con lo que contar la historia de su vida, de la familia o de lo que suceda en ese momento. Solo debe cumplirse una regla: calar en el cuerpo del espectador y que sienta la fuerza que se vive sobre el escenario. 

Tres bailaoras proponen reinventarlo a través de sus propuestas en Dansa València. Rosa Sanz baila el miércoles 19 de abril en Espai Inestable su Camino del olivarito, un viaje íntimo entre la memoria familiar en el que la bailarina se retuerce en el tronco de un olivo milenario. El jueves 20 de abril Mucha Muchacha presenta Para cuatro jinetes en La Mutantuna danza colectiva desde la que imaginan el presente del baile desde el pasado y se atreven -a través del movimiento- a vaticinar el futuro del folclore desde sus pasos. Finalmente el viernes 21 de abril La Chachi presenta, en Espai Inestable y junto a la voz de Lola Dolores, su Taranto aleatorio desde el que transforman una conversación de dos amigas en un parque a una reflexión sobre la tradición, el cante, el baile y el propio taranto, que se ve modificado por los movimientos que les surgen al momento sobre el escenario. 

'Para cuatro jinetes' (Foto: MARIO ZAMORA)

De la rama al oro

El trabajo de Rosa Sanz es el de investigar a través de la metáfora de la imagen del olivo, sobre cómo este llega a su esencia: el oro líquido que es el aceite. Esto sucede al mismo tiempo que la bailaora busca su propia identidad y esencia a  través de una imagen inmóvil: “Se ha convertido en un trabajo no solo de mis raíces familiares, sino en el análisis de mis etapas vitales y artísticas”; comenta la bailaora, “al final la danza es también un momento de florecer”. Empleando el olivo milenario para hablar de este viaje en el tiempo se aprovecha de la cualidad adaptable del árbol, que lejos de la dureza se entremezcla con el entorno para mutar de una nueva forma: “El baile en parte es eso, igual que hay procesos de la recogida de la oliva y el prensado y molienda, todo ello me llama a las reflexiones e imágenes que nacen de ir indagando”, comenta la bailaora. 

Su necesidad emocional es la de hablar de la familia a través de la danza. Lo hace de la mano de la dirección artística de Julia Valencia y gracias a Graners de Creación y Jesús Pérez en la dirección escénica quienes le ayudan a centrarse en la persona a quien homenajear en la pieza: su propia abuela, de origen andaluz. “El costumbrismo andaluz siempre se ha tenido muy presente en mi familia, encuentro de forma involuntaria la historia que cuentan fuera de lo tradicional y lo popular y lo bailo”. Su espectáculo se transforma al momento actual, comprendiendo la figura de su abuela y el crecimiento del olivo, y se mueve a través de sus etapas vitales y sus emociones hasta el presente: “Ambos elementos son detonantes de mi trabajo, pero no solo hablamos de eso sobre el escenario. Al final las nuevas generaciones vamos llegando de nuevas maneras a lo que vivían las anteriores generaciones, es nuestra manera de preservar ese legado”. Esa actualización del relato sube al escenario la interpretación de Sanz que solo con recordar ya muestra su visión del relato que le ha llegado: “Las tradiciones de mi familia a mi me las cuentan y yo las entiendo de una nueva manera, y al transmitirla estoy mutándola de alguna manera, esta transformación es parte del espectáculo”. 

'Camino del olivarito'

Espolear los recuerdos

Con Para cuatro jinetes las chicas de Mucha Muchacha analizan todo lo que se vive en el presente y se imaginaba desde el pasado. Entrando en la rueda de la globalización comprenden en su espectáculo como todo lo que se asume de otras culturas acaba estando representado -de alguna manera- a través del baile. Marina de Remedios, una de las integrantes, explica que esta obra lo que hace es plantear una pregunta que no tiene respuesta, aunque intentan imaginarla: ¿Cómo será el folclore del futuro imaginado desde el pasado? y desde esa premisa se analiza el presente propio: “Generamos una ficción de un futuro posible, creamos una nueva memoria a través de nuestra interpretación. Nos planteamos todo como un juego, y hacemos un rito de cada al futuro comprendiendo al mismo tiempo presente y pasado”, explica la bailaora. 

Todo esto lo hacen desde la interpretación de bailes que han visto y aprendido, analizando algunas danzas regionales y condensando una la pequeñísima parte de todo lo que les ha llegado: “Es una recreación de lo que hemos vivido y estudiado. Se pueden identificar sobre el escenario elementos de distintas regiones que construyen nuestra propia versión. Todo esto se percibe a través de la danza y es lo que establece la conversación con el público”. Finalmente ya sea desde el pasado (o desde el presente más inmediato) lo que generan es una nueva duda sobre cómo se percibirá el propio baile que llevan a cabo a través de la historia, y como a su vez este se nutre de todo lo pasado comprendiendo el tiempo como el único hilo conductor entre “los elementos foráneos”.

'Para cuatro jinetes' (Fotos: MARIO ZAMORA)

Cultura entre cáscaras de pipas

La Chachi crea con Taranto aleatorio una interpretación de la historia de vida que va desde el propio flamenco. Su trabajo es el de bailar al canto de Lola Dolores esas canciones que interpretaban en su propio taranto, un palo del flamenco originario de Almería. Centrándose en los orígenes lo que querían era intervenir con acciones aleatorias, con un poco de juego, pero siempre respetando las estructuras inherentes de cada palo flamenco: “Lo hacíamos con conocimiento, todos los dolorosos terminan en fiesta, por ejemplo, y eso hay que respetarlo. Lo que hacemos es analizar los diálogos, los pasos y las estructuras para comprender la dramaturgia interna de cada baile y canto”, explica La Chachi sobre un proceso de creación que lejos de lo aleatorio lleva mucho detalle. Respetando cada motivo que compone un baile o un tablao tradicional es cuando se pueden poner a innovar, lo hacen desde una conversación tranquila en la que originalmente comen pipas sentadas en un parque, y entre las cáscaras es cuando comienza la magia.

“Comenzamos a descomponer y manipular desde lo visual y lo físico, que es lo que recibe el público. Una vez hecho eso transformamos las distorsiones vocales de las mismas letras, las estructuras y los ritmos, y ahí es donde está el juego”, comenta sobre su actuación. Todas las intensidades y todo lo que conlleva cada canto se respeta, los marcos de danza se abren a un espectáculo en el que desde hace más de un año todo ha ido arrancando desde la imaginación de las dos amigas que se sientan en el banco: “Hay un poco de todo, hay historia, letras por tango, e intervenciones que danzan con todo lo que estamos imaginando. Al final el baile es una conversación que se enlaza de una manera clave, y desde ahí es cuando descomponemos y manipulamos hacia nuevos escenarios”.

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