VALENCIA. “Basta”. El administrativo del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) se cansó de tener que cambiar los billetes de 500 euros que Consuelo Císcar, exdirectora del centro, le hacía llegar a través de su secretaria, Mónica, o su mano derecha, Raquel Gutiérrez, para que fueran canjeados por billetes más pequeños. La práctica, sin embargo, no cesó, sólo cambió su forma. Según informa la periodista Eva Lamarca en el número de junio de la revista Vanity Fair, que se pone hoy a la venta, el modus operandi pasó a ser otro. En este caso, Císcar recibía dietas de viajes y gastos de representación que, más tarde, devolvía íntegramente a la caja de la pinacoteca, ¿la diferencia? El importe de los billetes de 20, 50 y 100 euros que había recibido para tal efecto era devuelto en forma de un solo papel morado.
El reportaje de investigación Un museo de traca repasa la debacle del centro a través de los testimonios de sus principales protagonistas: políticos, gestores culturales y, también, artistas, todos vinculados de una manera u otra a los años de reinado de Císcar. De la exconsellera de Cultura Mª José Català, quien de desentiende del caso -“Mi función no era intervenir en la política expositiva del museo, ni tampoco valorábamos lo que se tuviera que comprar”-, o el escultor Miquel Navarro, -“¡Que yo sea amigo de Consuelo es un invento!”-. Entre ellos, también el registrador del IVAM Manuel Teba quien, entre otras barbaridades, reconoce que el centro ha realizado “incluso una exposición de esculturas de Degas falsas”. La muestra en cuestión, comisariada por Walter Maibaum y Carol Conn y patrocinada por la empresa Logística del Arte -propiedad de Martínez Murillo, investigado en la causa-, mostraba por primera vez un conjunto de 74 esculturas descubiertas entre 2001 y 2004, que habían permanecido ocultas durante años.
Ninguna de estas obras, realizadas en bronce, fueron creadas por el artista, que trabajaba únicamente en arcilla y cera. La colección fue mandada a fundir por sus herederos, pero Degas nunca lo autorizó en vida, que generaron las piezas consideradas “auténticas” al realizarse a partir de los moldes originales. Sin embargo, no son estas las que llegaron al IVAM. Fue una segunda colección la que se mostró. Una de las teorías en torno a estas piezas apunta a que no fueron realizadas a partir del molde original sino de otra copia posterior del molde. “Esto suena a típica chunguería de falsificación pura y dura. Unos bronces sacados de unos bronces sacados a su vez de otros bronces… ¡Esto es lo que viene al IVAM!”, explica Teba a la periodista Eva Lamarca.
Expuestas en el IVAM y en el Hermitage Museum, en Rusia, las piezas han causado la polémica allá donde han ido. De hecho, y aunque ya prevista en la programación oficial, el New Orleans Museum of Art, uno de los pocos espacios que han incluido hasta el momento la muestra, decidió posponerla ante las protestas surgidas por la dudosa autenticidad de las esculturas. “La controversia ha influenciado mi decisión. Me gustaría revisarla con más cuidado”, explicó entonces el director del museo, Susan M. Taylor, a Art News. El mismo medio de comunicación ya publicó en 2010 un extenso artículo en torno a la polémica. La pieza daba cuenta de una reunión mantenida el 19 de enero de ese año en Nueva York por un grupo de expertos en el artista, un encuentro específico para tratar la cuestión.
"Ha habido un acuerdo universal sobre que estas piezas no son lo que se publicita", explicó al diario americano uno de los participantes. Ante tal panorama, el propio Walter Maibaum confiesa que "algunos expertos cuestionan la autenticidad de las esculturas", aunque defiende que hay estudios que "han probado que son verdaderas", explica a Vanity Fair. Las críticas, sin embargo, suman y siguen. "El objeto de todo aquello era mezclar bronces, póstumos pero legales, con otros fundidos a partir de unos moldes que todos los especialistas reconocidos de Degas piensan que son dudosos. El Hermitage y el IVAM dieron crédito a esos bronces y los revalorizaron de la cara a los coleccionistas", explica Veronique Wiesenger, exdirectora de la Fundación Giacometti, curator y una de las personas que lideró el boicot contra la muestra en el museo ruso.
Por su parte, la página web del IVAM todavía recoge información sobre la exposición, que se mostró en marzo y abril de 2011. "Este tesoro [las esculturas] sólo se dio a conocer tras la muerte de Degas. Sus herederos encontraron un gran número de objetos escultóricos en su casa y en su estudio. La mayoría de las esculturas estaban realizadas en cera mezclada con arcilla, y los herederos decidieron que 74 de ellas serían reproducidas en bronce para garantizar las conservación de las imágenes. Fue una sabia decisión", reza el texto divulgativo.
Exposiciones de dudosa procedencia o blanqueo de billetes de 500 euros son algunas de las 'perlas' de la era Císcar, que sigue vinculada a la administración como miembro del Consell Valencià de Cultura. Fue el pasado mes de enero cuando la jueza del caso imputó -investigó, según la nueva terminología de la Lecrim- a la exdirectora del IVAM, aunque no fue la única. A ella se sumaron los que fueran subdirectores de Administración y Finanzas, Juan Carlos Lledó; Gestión Interna, Juan Bría; Publicaciones, Norberto Martínez; Técnico Artística, Raquel Gutiérrez; así como al administrador de las empresas Valsatrans y Logística del Arte. El informe emitido por la Intervención General, dependiente de la Generalitat, alertaba de la compra de obras de arte por un 1.500 por ciento más del valor del mercado, millones de euros para la publicación de libros y catálogos pese a los informes desfavorables o costosas exposiciones en el extranjero, una gestión que, ahora, toca las páginas de Vanity Fair.
El relato, enfocado desde el ámbito estatal, aporta la frescura de haber incluido testimonios que arrollan y esquivan las preguntas de la periodista desde su inicio. Pese a no aportar apenas información -en algunos de estos casos-, sus aspavientos verbales, amenazas y acusaciones, aportan al extenso reportaje un ambiente en torno a la supuesta y ramificada trama. Por ejemplo, destacan entre otras las declaraciones de Miquel Navarro. Pese a la compra de Císcar de las obras Solar II y más tarde, Fluido en la urbe, por 1.202.024 euros, pese a las 49 exposiciones (entre individuales y colectivas) más tarde en el centro, donde mantuvo una sala a su nombre (hasta la llegada de Cortés), habiendo firmado entre muchos el manifiesto a favor de Ciscar “por su transparente y brillante gestión” cuando las asociaciones del sector del arte solicitaron su dimisión al entonces presidente de la Generalitat, Alberto Fabra,con todo ello, matiza a Vanity Fair: “¡Que yo sea amigo de Consuelo es un invento!". En "12 minutos", según la autora, decide poner fin a la cita "No tengo ganas de hablar del IVAM, me he vuelto atrás con esta entrevista".
Entre muchos y sorprendentes testimonios, figura también el de Fernando Castro. Tras 19 años trabajando junto a Císcar, director de la investigada publicación Cuadernos del IVAM, comisario de 16 exposiciones y otros detalles reunidos en el reportaje, Castro declara que llegó a desaconsejar a la ex intendente que aceptara la dirección del centro: "Su perfil es de una política, no el de una directora de museo. Ella estaba obsesionada, pero no tenía la preparación necesaria". No obstante, estos son solo algunos extractos del vasto trabajo de Lamarca.
Rafael Blasco, Joan Lerma, Eduardo Zaplana, Fernando Villalonga, Vangelis, Juan Carlos Lledó, Raquel Gutiérrez, Cinthia Salom, Rablaci, Gao Ping, Rafael Sierra, Tomas Llorens (especialmente beligerante contra a la periodista), Felipe Garin (especialmente sarcástico en sus declaraciones), Enrique Bañuelos, Ángel Kalenberg, José Luis Pérez Pont, Lola Johnson, Trini Miró, José María Aznar, José Luis Rueda, José Miguel G. Cortés y otros tantos, mencionados y testigos o entrevistados por Vanity Fair para la ocasión, denunciantes o supuestos beneficiados, conforman un relato coral que abarca una década del delirio que ya calificó la jueza instructura del nº 21 de Valencia. El proceso continúa.
Los magistrados concluyen que las obras del citado escultor vendidas al museo eran "auténticas" y el precio que se pagó por ellas "fue acertado o en su caso muy beneficioso"