El museo presenta una exposición que intenta complementar la Historia con las resistencias y los traumas cotidianos
VALÈNCIA. El IVAM ha querido tener a punto para su 30º aniversario un relato propio de la Historia más contemporánea, desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestro días, a través de una macroexposición que ocupará las diez salas de las galerías 4 y 5 del museo desde hoy y hasta el próximo 19 de abril. Se trata de una selección de 375 obras de 125 artistas curadas entre las 12.000 piezas con las que cuenta sus fondos expositivos. Tiempos Convulsos intenta complementar la Historia y la cotidianidad a través de seis espacios que diferencian aspectos temáticos que, por una parte, hacen una retrospectiva de los grandes conflictos del siglo XX, y por otra, contraponen al visitante con temas más actuales como el debate de género, el cuestionamiento sobre la imagen o la vida en las periferias.
Tiempos Convulsos fe presentado ayer por los comisarios de la exposición: MªJesús Folch, Sergio Rubira –también subdirector de Colección y Exposiciones del centro- y el propio director del IVAM, Jose Miguel Cortés. Fue este último el que explicó que esta muestra busca “hacer un recorrido entre décadas a través de un arte narrativo” que explique tanto la historias como las microhistorias que se originan en aquellos aspectos político-sociales que afectan a la cotidianidad: “los museos tienen que ser un producto de su época y no alejarse de las preocupaciones de la gente”, ha añadido Cortés. La muestra, que se puede ver desde hoy mismo, lo conforman -“en un 40%”- obras que no se han expuesto o lo han hecho en muy pocas ocasiones, y que principalmente son piezas compradas en los últimos años; también hay -“en un 10 o 20%”- obras rescatadas, que hacía tiempo que no se exponían y que han descansado mucho tiempo en la colección del IVAM; finalmente hay otra parte importante -“el 40% restante”- que son piezas más antiguas y conocidas, pero a las que “se ha querido dar otro punto de vista”.
La primera parte de la exposición, llamada Violencia y poder, intenta mostrar de qué manera el poder afecta a la existencia. Los años del plomo de Chema López explica muy eso a través de dos óleos sobre lino con caras de presos comunes a los que se les ha suprimido los ojos -“el elemento que mejor explica la propia existencia humana” ha explicado Cortés-. El poder utiliza la guerra como arma contra la reivindicación de existencia por parte de la disidencia política y social, afectando colateralmente al conjunto de la población, y así se muestra en una segunda sala dentro aún bajo el título de la primera. Los encargados de explicarlo son Robert Rauschenberg, Rula Halawani o un ilustrativo Genovés, que pintó unas siluetas humanas, vistas a través de la mirilla de un arma.
La segunda parte, titulada Mundos ocultos, cuenta de una manera más abstracta las consecuencias de esta violencia del poder a través del trauma. En un primer momento, desde la reacción artística que conversa con Freud y con Camus, que en El hombre rebelde -según ha explicado MºJesús Folch- “habla de la rebelión como un fabricante de universos cerrados en la búsqueda de la verdad y el arte”. Las pinturas se vuelven oscuras y los humanos representados se ven desolados. En un segundo momento, esta sección muestra obras que intentan mostrar la cosmogonía de artistas como Yves Klein, que bucean entre el mito y la naturaleza a través del surrealismo, buscando en último término el sentido de aquella existencia perdida en los estadios planteados anteriormente.
A través de Duchamp se camina hacia El mundo de los objetos, en una macro sala que busca, a través del arte pop y sus evoluciones, lo siniestro de lo cotidiano. El artista francés “proyecta el objeto sobre el sujeto” -tal y como ha explicado Sergio Rubira-, lo que lleva a este y otros autores a entender el objeto como mercancía y, por tanto, como una herramienta con la que descodificar la contemporaneidad. Esto se consigue en la muestra a través de piezas del propio Duchamp, Victoria Civera, Joan Brossa o Hamilton. Este tránsito de la exposición entre la Historia y las microhistorias se materializa a través del objeto artístico, que deja el lienzo y el lino para reconvertirse en objetos del hogar y cotidianos, y multiplica sus expresiones y soportes para volverse más ácidos y carismáticos y dejan de lado esa introspección.
La sección vecina, titulada El cuestionamiento de las imágenes, quiere poner sobre la mesa la respuesta artística a la pregunta que lanzó Umberto Eco a través de la semiótica y el estudio de la imagen: ¿Cómo nos manipulan a través de los medios de comunicación o cómo se puede contestar?. Lo hace sin abandonar cierta estética pop y de vanguardias más carismáticas. Una obra reluce por encima del resto en la sala. Se trata de Socialité (Celebridad), una obra de Andy Warhol y Jean-Michel Basquiat que el Museo Reina Sofía ha donado durante cinco años al museo: “Esta colaboración es estratégica para el museo y busca tejer una relación más fluida con el Reina Sofía. Un préstamo de cinco años es muy inusual”, ha comentado José Miguel Cortés.
La quinta y la sexta sala intentan acabar esta radiografía de la actualidad a través de dos de las grandes constestaciones sociales de nuestra realidad, seguro que las más importantes de los últimos años. Por una parte, en Cuerpos disidentes se habla de la perspectiva de género en el sentido más amplio del término, sin buscar un titular vacío, a través de lo físico y lo corporal. Lo hace Esther Ferrer o Gillian Wearing a través de sus propios cuerpos como soporte artístico, pero también autores como Joan Fontcuberta o Carmen Navarrete buscan en la manifestación LGTBQI+ en general y en la teoría queer en particular, una visión más profunda de cómo el propio ser, en tanto en cuanto no sigue una norma, si sitúa (o es situado) en el margen.
Por otra parte, Periferias urbanas actúa como reverso del primer estudio de la exposición, el de violencia y poder, y muestra las consecuencias de esos gobiernos que organizan (en realidad, desorganizan) fronteras artificiales, centros urbanos... Y como la sociedad y la ciudadanía primero, y el arte segundo, se posiciona o se resigna a fenómenos como los guettos, el imperialismo o la marginación geográfica. En esta línea se colocan también trabajos de Josep Renau o López Cuenca.
Con todo esto, el IVAM dibuja una Historia contemporánea que oprime a la ciudadanía y la somete a la continua resistencia o reivindicación de su mera existencia y dignidad. Tiempos convulsos aquellos en los que se sigue cuestionando estos mínimos comunes denominadores que no entienden de condición segregacionista de ningún tipo. Tiempos convulsos fue el título elegido hace ya casi dos años, al inicio de este proyecto, con miedo a que se desactualizara. Tiempos convulsos los que se viven hoy, trece de febrero de dos mil diecinueve.
El museo pone fecha a la retirada de las obras de arte instaladas, que incluyen piezas de Miquel Navarro o Andreu Alfaro, y rehace el proyecto original de jardín