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VALÈNCIA A TOTA VIROLLA

El principal cambio de València en los últimos 100 años… para imaginar el del próximo siglo

Junto a un grupo de expertos en ciudad nos paramos a pensar qué transformará València, partiendo de sus principales transformaciones en esta última parte de la historia. De siglo XX al siglo XXII

25/01/2025 - 

VALÈNCIA. Un cambio en el plan urbano, una infraestructura crítica, una innovación lo suficientemente transformadora, un cambio de visión… Al igual que un país puede cambiar por completo a partir de un hecho que redistribuye su población o cambie su estructura económica, una ciudad -con efectos más directos- puede cambiar el rumbo de su historia a partir de un activador. 

Con esa idea, le pregunto a algunas de las voces que piensan la ciudad de manera más integral cuál fue, bajo su criterio, ese momento en los últimos 100 años. Ese ejercicio de pasado provoca automáticamente pensar en cuál será el equivalente para el próximo siglo.

El último siglo 

Para el arquitecto y especialista urbano David Estal, la principal transformación en esta franja del tiempo tiene que ver con el agotamiento de la relación horta-ciudad: “el propio crecimiento de la ciudad engullendo su entorno con la consecuente aparición de aquello que se considera como periferia. En particular, en València, este fenómeno ha implicado también la progresiva extinción de una forma de vida autóctona derivada de la relación con l’horta”. 

La responsable de Open House Valencia, Sara Portela, identifica dos focos principales que “vertebran la configuración urbanística en las últimas décadas”. Por una parte, “el desvío del río Túria permitió (no sin esfuerzo ni lucha ciudadana) la construcción de un jardín línea que cruza la ciudad, constituyendo uno de los espacios más valorados”. Y, por otro lado, “el Passeig de València al Mar (actual Blasco Ibáñez) y el emplazamiento de las Universidades promovieron la expansión urbanística hasta Poblats Marítims”.

Una visión en la que coincide el arquitecto y vocal de cultura en el CTAV, Carlos Salazar: “La morfología de la ciudad se redefinió con el desarrollo urbanístico alrededor de la avenida Blasco Ibáñez. A partir de ahí la ciudad se expande considerablemente, y lo más remarcable, se descentraliza, conectándose con el límite natural del mar. Íntimamente ligado a esto está un fenómeno transformador de las ciudades que no es otro que aumento de la movilidad debido la mejora de las conexiones, medios de transporte. Este es un factor fundamental que introduce el concepto de área metropolitana. Mientras que la transformación del Túria en jardín supuso un cambio importante en la percepción y sensibilidad de la población hacia la cuestión urbana. Se pasó de una ciudad anclada en un modelo anquilosado, apático, que salía de una dictadura, a la de una ciudad moderna y activa, que era producto de los nuevos tiempos, la nueva democracia. En ella el espacio público venía a reclamar su protagonismo, todo ello producto de una demanda social muy sólida”.

El cambio de uso en el Túria es para la divulgadora y arquitecta Merxe Navarro un hito principal, pero a partir también de un aprendizaje doble. “En ocasiones la ciudadanía puede conseguir cambios como que finalmente el antiguo cauce no fuese reconvertido en una vía rodada y se proyectase el jardín que hoy en día disfrutamos. Pero, también está la otra cara de la moneda, la de los expertos que a poco que hables con alguien especializado en medioambiente te dice que el proyecto del plan sur es una barbaridad. Las decisiones de esta envergadura el peso de la ciudadanía es importante pero el dar la espalda a los verdaderos expertos puede ser vital para que la solución adoptada sea viable técnicamente y con un buen futuro”.

El Túria, cree el director del máster de arquitectura MArch, Pablo Camarasa, “es el principal ejemplo de transformación en un gran espacio verde que a día de hoy sigue siendo objeto de estudio en numerosas escuelas de arquitectura, y que también ha contribuido al desarrollo de actividades al aire libre que la ciudad per se no podía ofrecer hasta el momento (…) Ligado al proyecto del viejo cauce del río va el del nuevo cauce, que en fechas recientes hemos podido comprobar, desgraciadamente, que la función con la que se construyó, es eficiente, por lo que su impacto en la ciudad es también muy influyente, aunque mucho menos vistoso y sin una utilización para los usuarios tan práctica y habitual como la del viejo cauce”.

La relación de València con su río es el elemento decisivo para entender la historia de la ciudad, en análisis del arquitecto Mario Valle: “es una ciudad que nació ligada a su río. Casi todos los retratos así la han presentado a lo largo de su historia, como una ciudad amurallada protegida por el río Turia. La riada del 57 y el trauma que supuso (y que hemos revivido estos meses) propiciaron la que fue su mayor transformación, quizás no solo del último siglo, sino posiblemente de toda su larga vida. El plan Sur, que protegió de las catástrofes y separó a la capital de su área metropolitana, dejó en cierto modo, huérfana al cap i casal a cambio de salvarle la vida. Los jardines, que ocuparon el antiguo cauce, fruto del éxito de la movilización vecinal, supusieron una capa importantísima en la identidad y el relato colectivo, pero no suficiente”. 

Foto: KIKE TABERNER

El próximo siglo 

A partir de las pistas que deja el pasado y este justo momento, pero también frotando un poco la bola de cristal, planteo en abierto qué hará cambiar a València de manera más relevante en los próximos 100 años. 

Alejandro Escribano, autor del Plan General de Ordenación Urbana de València, se incorpora aportando su visión de los en está por llegar: “Las dos piezas fundamentales que faltan en Valencia son el Parque Central y el plan del Sector Grao. El Sector Grao, si sale bien, permitirá que la Alameda llegue hasta el arco histórico del Puerto de Valencia. De que se ejecute bien dependerá mucho la imagen final de la ciudad. Mientras que la plaza que unirá las dos grandes vías -Germanías y el Fernando el Católico- va a desplazar el centro de gravedad urbano desde la Plaza del Ayuntamiento hasta el sur, y esa plaza tiene que salir bien. Si sale mal todos nos horrorizaremos pero si sale bien creará una nueva área de centralidad fantástica” 

David Estal cree que “la transformación del futuro no será física sino de relaciones. En el siglo XXII por fin desaparecerán las línea divisorias municipales y de paso, la forma obsoleta de gestión del área metropolitana, que ahora son reflejo de unas políticas urbanas nada eficientes y poco preparadas para afrontar los retos de la vida humana. Será como cuando dejamos de hacer cola a las cinco de la mañana para renovar el DNI y nos preguntamos por qué no lo habíamos antes si ya era posible”.

Escribano considera que “a Valencia le falta una gobernanza metropolitana potente y eficaz. Va a llegar al final de su desarrollo potencial (…) y debe definir si conserva sus espacios agrícolas previstos en Plan General de Urbanismo y, si no podemos creer más, conseguir que los grandes ejes metropolitanos estén contemplados bajo un mismo plan. Si cada municipio hace su plan, sin una autoridad superior, no podrá haber la planificación metropolitana que necesita la tercera ciudad de España”.  

Para Sara Portela “los desafíos futuros tendrán mucho que ver con los límites urbanos, especialmente los del frente marítimo. Por una parte, la inacabada desembocadura del cauce del Túria será un proyecto clave en el futuro del Grau; por otra, nos enfrentamos a los peligros del cambio climático y la creciente necesidad de infraestructuras para mitigarlos, que serán especialmente necesarios para la convivencia con el mar”. 

El ‘río’, para Mario Valle, seguirá marcando el futuro: “Una vez perdido el carácter fluvial (de una parte de la ciudad, porque otro sigue mirando al río, aunque ahora sea un seco sarcófago de hormigón), Valencia lleva décadas tratando de lograr una identidad marítima que, en cierto modo, se autopercibe como un tanto impostada. Tengo la esperanza de que la culminación del parque de desembocadura, el PAI del Grao y la ampliación de la Marina ayuden a paliar esta disforia. Cuando llegue el momento y los flujos de corredores que ahora terminan sus carreras en l’Oceanogràfic sean capaces de llegar hasta la dársena, la ciudad tomará otra escala y su identidad incorporará definitivamente este nuevo carácter. La integración de una vez por todas de los poblados marítimos en la dinámica habitual de la ciudad, que hoy por hoy todavía se siente un tanto torpe, será una realidad; cada vez serán más quienes se den cuenta del potencial de esta Valencia marinera, que será la próxima asignatura pendiente. Paso a paso, pero siempre con visión de futuro. Los jardines del Turia no deberán culminar con la desembocadura, sino invadir la dársena y desbordarse hacia el norte hasta Port Saplatja y hacia el sur hasta El Saler. El potencial de la Malva-rosa como playa urbana es increíble, y ahora es el momento de reimaginar esos espacios de la manera más ambiciosa posible”.

Vista general del Parque Central (Foto: KIKE TABERNER)

“Dentro de cien años -plantea Carlos Salazar- me imagino una ciudad con mejores conexiones, más extensa, menos contaminada, más naturalizada y con los proyectos que ahora estamos imaginando consolidados plenamente. Me refiero al corredor verde,  el parque de la desembocadura del Turia, el parque central completo y por supuesto la plaza del ayuntamiento”.

Desde la mirada de Merxe Navarro ese porvenir pasará por “la peatonalización del centro histórico y por el enterramiento de vías y el Parque Central. Respecto a este último, en nuestra ciudad, perfecta en sus anillos concéntricos tiene una cicatriz que hace que estos anillos no lleguen a tocarse en su cara sur y que para conectarse se realice de la forma más fea posible. Quitar esta llaga y coserla con elemento verde convertiría al sur de la ciudad en un gran todo que podría permitir hermanar barrios que hasta ahora se sentían separados e independientes. En cuanto a lo primero, ya podemos percibir al pasear por el centro que la ciudad se vive a pie de calle. Que pueda recorrerse cómodamente únicamente con el trasiego de vehículos puntuales la convierte en lugar de encuentro y de estar. En un espacio que sirve realmente de prolongación de nuestras casas y eso la hace mucho más amable para vivir y ensancha nuestro día a día”.

“El soterramiento de las vías -en opinión de Pablo Camarasa- Tal vez pueda llegar a convertirse en el proyecto más influyente del siglo XXI en la ciudad, ya que no sólo generará una nueva y enorme zona verde que impactará de manera muy positiva en la calidad y el bienestar de la ciudad, sino que también permitirá la unión de barrios que hoy se encuentran divididos por la gran barrera de las vías del tren. La parte ya ejecutada del futuro Parque Central, entre Ruzafa y Malilla, cuenta con una gran cantidad de usuarios y ha descongestionado, desde un punto de vista urbano, un punto de la ciudad con pocos espacios abiertos para los ciudadanos”.

Porque ya se sabe: el futuro, o lo imaginan quienes viven la ciudad, o lo imaginarán por ti.  

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