Olatz de Andrés sube al escenario del Cabanyal una coreografía inspirada en el juego milenario
VALÈNCIA. La Inmortal es una partida de ajedrez admirada por todos los jugadores de este lance milenario por ser una de las más entretenidas y vibrantes. Su historia se remonta al Torneo de Londres de 1851. Los adversarios eran el alemán Adolf Anderssen, con las blancas, y el polaco Lionel Kieseritzky, con las negras. Ganaría el germano. Aquel mismo año, la mítica liza fue publicada por la revista parisina de ajedrez La Régence. Y en 1855, el periodista y maestro de escaque austríaco Karl Ernst Falkbeer le daría el nombre con el que su leyenda ha llegado hasta nuestros días.
Sin ir más lejos, el duelo se reproduce con visos metafóricos en una secuencia de Blade Runner (Ridley Scott, 1982) entre el replicante Roy Batty y su creador, Eldon Tyrell.
Como buena admiradora de la ciencia ficción, la coreógrafa vasca Olatz de Andrés ha tomado La inmortal como inspiración libre para su obra The Endgame, que este próximo 1 de diciembre se representa, en una función única, en el Teatre El Musical.
“Es una partida fetiche por la sofisticación de pensamiento, la capacidad de previsión y el nivel de estrategia. Se ha convertido en todo un símbolo de la elegancia del ajedrez romántico, porque en el siglo XIX la práctica era apasionada y se arriesgaba muchísimo. Ahora, el juego es más controlado y racional”, compara la creadora de Bilbao, a la que, sin embargo, no es la complejidad del juego lo que inicialmente la atrajo para trasladar el tablero al escenario, sino el planteamiento espacial que le ofrecía. El movimiento de cada pieza responde a un código y esa dinámica se le presentó como materia prima coreográfica.
Las cuatro bailarinas que ejecutan la obra son un caballo, una torre, un rey y una reina. El orden de los solos, por ejemplo, aunque no de manera rigurosa, atiende a en qué momento de la partida se suele accionar cada pieza. Por ejemplo, el solo del rey se baila al final, para ilustrar el momento del jaque mate.
No obstante, para que el juego espacial no quede constreñido, los paralelismos no son literales. El juego se ha abordado desde el lado simbólico, desde la imaginería y el significado.
Verbigracia, hay un momento en la obra en el que bailan los cuatro caballos, los dos negros y los dos blancos, de manera cruzada, “generando la idea de la confrontación, del cruce”, explica Olatz, quien añade que el desarrollo de este material “está inspirado en la fisicidad del caballo”.
Para desarrollar el montaje, la coreógrafa bilbaína ha contado con un erudito en este deporte, Leontxo García Olasagasti, conferenciante, comentarista y periodista especializado en ajedrez, con la escultora Mabi Revuelta, que se responsabilizó del laboratorio conceptual y visual de The Endgame.
“En el proceso de investigación decidimos visitar lo micro y lo macro del tablero. El ajedrez tiene múltiples resonancias. Está el símil de la sociedad, la fragilidad y el poder, pero también el del camino de la vida. El recorrido que realiza cada pieza tiene un final, de modo que se puede extrapolar a que toda persona nace y muere. Así mismo, del mismo modo que cada decisión que tomamos marca nuestra existencia, cada elección en el movimiento de las piezas determina la partida”, argumenta Olatz.
Así, las bailarinas quedan imbuidas por las piezas y pasan a encarnarlas, pero también ejercen de jugadoras y de narradoras en la ejecución de la coreografía.
Cuando la propuesta se estrenó, sus intérpretes eran tres chicas y un chico, el griego Christos Xyrafakis. Curiosamente, cuando por una cuestión de logística el bailarín se apeó de la gira y se incorporó una bailarina, la obra adquirió una lectura de género. “Ahora son cuatro mujeres en un mundo bastante masculino, donde hay un juego de feminidad un poco masculinizada que genera un contraste interesante”, considera la coreógrafa.
El espacio escénico lo delimita el público asistente. En total, el aforo se ha ceñido a un grupo de 80 espectadores, que se situarán enfrentados en las tablas del teatro, pero no a modo de cuadrilátero, sino como si a cada lado se colocara un bando de las piezas. “La idea es generar un espejo sobre el espejo y fomentar que esta coreografía caleidoscópica se pueda ver por los dos lados”.
En The Endgame se juegan dos partidas de manera simultánea: “una sobre el tablero de 64 casillas y otra, que ocupa el escenario entero, donde los pensamientos de las jugadoras y el jugador, el vaivén del tiempo, la probabilidad, el triunfo y el fracaso se ponen en movimiento”.
El espectáculo forma parte del proyecto Circula, Tren de creación y formación en danza, una iniciativa impulsada desde las asociaciones profesionales de danza de la Comunidad Valenciana, Cataluña, País Vasco, Madrid y Andalucía que busca facilitar la movilidad de los profesionales de la danza, así como la formación en esta disciplina.
Así, Olatz impartirá un taller hoy miércoles, 29 de noviembre, en el Conservatorio Profesional de Danza de Valencia.
Y fruto de ese intercambio, la compañía valenciana MalArte se hará cargo de un taller en el Centro Andaluz de Danza el próximo 7 de diciembre y representará Sígueme al día siguiente en el Teatro Central de Sevilla.
'Cuando el tiempo no tenga ya memoria' se estrena el 17 de noviembre en Navajas y el 18 del mismo mes en Geldo