VALÈNCIA. Dos súper héroes, Ultramán y Naronga, suman fuerzas con un motorista de acrobacias para liberar al pueblo de Salvador de Bahía de un tirano que ha reinstaurado la esclavitud en la región. Ese dictador no es otro que Orson Welles caracterizado como en su película de 1948, Macbeth. La acción transcurre entre dos puestos de acarajés, unos bollos de judías y camarones típicos de la cocina del Nordeste de Brasil. Hay rayos, navajazos, patadas voladoras y verso blanco pentámetro yámbico, dos testigos de excepción, los filósofos Lisias y Demóstenes, que han llegado desde Atenas en BlaBlaCar con motivo de su viaje fin de curso. Y dos mujeres y un niño. Rodrigo García (Buenos Aires, 1964) es el autor de este montaje surrealista y estimulante que lleva por título Evel Knievel contra Macbeth na terra do finado Humberto. El director de escena es un viejo conocido de las tablas valenciana, que tuvieron el privilegio de ser espoleadas por su presencia en la ciudad en los noventa, cuando comandaba la compañía La Carnicería Teatro. Hace una década que García no pisaba nuestros escenarios, pero los días 27 y 28 de enero ha elegido el Teatre El Musical para estrenar en España su última obra. El autor, una de las voces más personales, controvertidas, coherentes y francas de la dramaturgia contemporánea, acaba de abandonar su puesto en el Centro Dramático Nacional de Montpellier tras rechazar repetir cuatro años más por recortes en el presupuesto y desencuentros con las autoridades francesas. Sobre todo ello, la evolución de su obra y los entresijos de su nuevo proyecto se explaya en esta entrevista a la que contestó por escrito.
- ¿Por qué eligió como protagonista al célebre motorista de acrobacias estadounidense Evel Knievel?
- Porque quería tener como punto de partida para empezar a escribir dos héroes, uno que nos llega de la literatura y del cine, el Macbeth de Orson Welles y otro de la cultura popular, Evel Knievel. No me importó que Evel fuese en Europa un perfecto desconocido, en realidad ni tan siquiera cuento su vida, es un pretexto para empezar a imaginar. Ahora releo la respuesta y me siento incómodo, porque no es verdad, es algo que pienso a posteriori. La respuesta correcta es: no lo sé.
- En su obra resuenan los mitos y las epopeyas griegas. ¿Cuáles son, bajo su parecer, los héroes y antihéroes de la contemporaneidad?
- El teléfono móvil, Google, Facebook, Instagram, nos dejaron sin héroes ni mitos. Debemos consumir y transmitir información banal a toda velocidad, mucha, cada día, es nuestra obligación, si no existimos en las ondas del aire como seres virtuales no existimos, al punto que nuestra presencia física real es prescindible, irrelevante, incluso hasta molesta... y los mitos son complejos y necesitan su tiempo y requieren de una credulidad y de un imaginario que se ha perdido. Ahora Hércules es un político exiliado en Bruselas o un tenista que llega a número uno, duran poco, en nada desaparecen y dan paso a otros.
- ¿Qué opina de la proliferación del cine de súper héroes más allá de su rentabilidad en taquilla?
- Cada cual usa su tiempo como puede, yo no he consumido un solo minuto de mi vida en el cine viendo súper héroes. Pero puestos a imaginar, podría imaginar que no es tan importante quién o quiénes salen en la pantalla hoy día, que lo importante es el destello y la cantidad de frames de una secuencia. Es decir, lo importante es que nuestra retina y nuestro cerebro reciban un importante volumen de explosiones y de irradiaciones, flashes, detonaciones, balazos y que nada dure mas de uno o dos segundos. Sin olvidar, junto con el montaje frenético, el sonido, donde cada objeto o cada situación son desvirtuados de manera muy grosera, se le pone efecto sonoro de nave espacial volando hasta al plano de una hormiga, todo se hace a trazos gruesos, empleamos la tecnología como los monos.
- Álex de la Iglesia hace tiempo que quiere levantar una película sobre El Santo. ¿Se identifica más con lo que él ha adelantado que será “un personaje mexicano en un mundo latino, tratando de luchar contra la corrupción, la política y los muros”?
- No puedo responderle porque se escapa a mis referencias culturales. Puedo hablarle de Jean Vigo, de Pasolini, de Bergman, Kurosawa, Cassavetes, Fellini, Glauber Rocha, Luis Buñuel, Kaurismaki, Lynch, Cronenberg, Kubrick y algunos pocos más, pero mis referentes culturales no llegan tan lejos.
- El Macbeth-Welles de su espectáculo es un tirano que ha reinstalado la esclavitud, pero ¿alguna vez ha desaparecido de nuestro mundo?
- No hay una historia en mis obras.
- ¿Cuáles son las formas de esclavitud del siglo XXI?
- En este momento la moral aumentada. Hay una ola moralista que, a mi edad, consigo tomarme a guasa y, por supuesto, desobedecer.
- ¿A qué asocia su primer visionado del Macbeth de Orson Welles?
- Un bello sueño de cartón piedra en un plató, una obra magistral, excesivamente literaria, en las antípodas de otra obra magistral que llegaría más tarde, el Macbeth de Roman Polanski, rodada en exteriores y muy cruel e imaginativa. Hoy, la interpretación de Welles me resulta sencillamente ridícula y hasta comentamos eso en la obra, manipulando algunas partes del filme. Y me pregunto si hay otra forma de interpretar al anti-héroe trágico Macbeth, tal vez no. Siempre me pregunto por la dimensión del relato, por la grandeza de una narración, su épica, toda obra, sea literaria, teatral, cinematográfica, debe aspirar a una épica, no importa si en el intento rozamos el ridículo. Al mismo tiempo, Welles me inspiró para el tono interpretativo del filme de 10 minutos que rodamos en Brasil y que incluimos en la obra teatral. Una interpretación exagerada, falsa hasta decir basta, también con referencias al cineasta bahiano Glauber Rocha, que admiro.
- ¿Le interesan igualmente los claroscuros de Lady Macbeth?
- Si se refiere al filme de Welles, siempre me encandiló el cuerpo de Lady Macbeth, imaginar sus bellas tetas bajo esos vestidos ceñidos, ella tan delgada y con unos pechos magníficos. Le hago este comentario a propósito, como ejemplo de la moral aumentada de la que hablaba anteriormente... ahora es machista, patriarcal y merecedor de persecución un comentario así, ahora habrá mil pulgares hacia abajo, mil insultos hacia mí, solo porque confieso algo en realidad tierno y divertido, que he soñado con las bellas tetas de Jeanette Nolan y ese es mi recuerdo de los claroscuros de los que me habla.
- La marca de la casa en sus creaciones es la confrontación irreverente entre los textos trascendentes con lo banal y la cultura popular. ¿Por qué ha elegido textos de San Agustín en una obra donde hay referencias a BlaBlaCar, al chef Roca, a acarajés y a los luchadores mexicanos?
- Usted lo dice, cada escritor es víctima de sus limitaciones, esa mezcla forma parte de mi estilo. Supongo que lo heredo de los escritores enciclopedistas que tanto me gustan, Borges y Pynchon Con esos materiales y ese procedimiento parece que yo hago en mi literatura algo así como pequeñas esculturas de arcilla, allí donde ellos, mis maestros, construyen monumentos descomunales. Cada cual da para lo que da. Pero existe lo poético no siempre como portador de sentido, lo poético puede ser algo más material y sensorial, relacionado con formas, sonidos. A veces las frases no están ahí para decir algo que se consiga aprehender, sino para llevar al lector a una experiencia estética, de imágenes y cadencias que habitan en ciertas palabras. Buscarles el sentido sería erróneo, quedaríamos privados de algo, nos perderíamos algo.
- ¿Sigue considerando que los artistas han de ser enemigos de la realidad?
- No tiene por que ser una regla. Esa frase la uso por el filme eXistenZ (David Cronenberg, 1999). Es una película que anticipa cosas que luego llegaron, sobre realidad virtual, inteligencia artificial. En un momento se declaran enemigos de la realidad. Acabó el filme y esa frase siguió en mi mente y me dije que yo también, sin saberlo, era parte de ese clan, de los enemigos de la realidad. Pero, ¿por qué alguien quiere serlo? En mi caso, es sencillo, no me gusta vivir -no lo ponga de titular de la entrevista, por favor- , lo considero un engorro, tal vez porque cargo con una infancia desagradable y porque hay lecturas que me habrán empujado -en realidad uno decide si opone resistencia o al contrario quiere sentirse empujado- a esa visión del mundo, como fueron las de Schopenhauer en mi adolescencia y mas tarde Robert Musil.
- Ha lamentado recientemente que hace unos años era una máquina de imaginar y ahora es una máquina de autocensura, ¿piensa que el tiempo le ha hecho involucionar como creador?
- Si así fuera estaría timando al público, si siento que involuciono lo dejo, porque no quisiera vivir esa experiencia, saborear la decadencia. Lo que intenté decir es que ahora soy autocrítico al extremo, nada más.
- ¿Considera que la poética y la oscuridad de su obra se resintieran tras el cargo como director del Centro Dramático Nacional de Montpellier y la concesión del premio Europa de Nuevas Realidades Teatrales?
- Qué pena que usted no me conozca, no conozca cómo fue mi trayectoria, desde el año 1989 cuando hice mi primera obra, si así fuese, no me preguntaría eso, porque sabría que soy absolutamente impermeable a lo periférico después de tantas dificultades para hacer mi obra como las que padecí. Un premio, ¿qué es eso? Se juntan unos tipos y unas tipas y deciden que dan un premio, es ridículo, nadie puede sentirse orgulloso de un premio. Un cargo público, ¿qué es eso? Si sirve para ayudar a la sociedad, pues vaya y pase, pero hay gente que lo hace sin necesidad de ser directores de nada. Jamás me presenté en público como otra cosa que "escritor de obras de teatro", nunca como director de un CDN. Mi obra cambió porque yo me hice viejo, no le busque usted los cinco pies al gato. Y casualmente ahora es más oscura y poética que antes, es más melancólica y menos explícita. De manera natural algo me llevó a prescindir de la violencia y lo escatológico, hasta me resultan naif. El viejo ve el mundo de una manera distinta. ¿Es acaso La Tempestad de Shakespeare una obra peor que Macbeth o Hamlet solo porque no hay sangre, porque hay bondad, porque tiene un maravilloso final feliz? Es una forma diferente de comentar la vida, es un Shakespeare que ya mató, ya asesinó, ya violó, ya vomitó y busca otras cosas. Para acabar, usted cae en otro tópico: que un CDN te hace ser menos intenso como artista, más amable. Otra vez, le digo, es evidente que no me conoce. Pero tampoco conoce por lo que veo como son las cosas en Francia. Me eligieron por mi proyecto, en un concurso público, y por mis obras que conocían bien, desde hace 15 años o más, girando por toda Francia. Y mi proyecto era el de una renovación total de CDN donde, por ejemplo, expliqué que no presentaríamos clásicos y que crearíamos un departamento digital que acabaría siendo más importante que el de realización de decorados. Bueno, ellos fueron valientes en elegir mi proyecto que significaba una ruptura con la tradición y con el público tradicional. Hice eso. Si no hubiese hecho eso, me habrían echado. Era lo que estaba escrito en mi dossier. Además, como el CDN no tiene mucho dinero, cogí seis de mis viejas obras y las cedí al CDN para girar y hacer entrar dinero. O sea que obras como Accidens y Esparcid mis cenizas en Eurodisney que están perseguidas por animalistas, feministas y no sé qué más, giraron representando al CDN por Europa y América Latina. Del Ministerio de cultura francés siempre me han alentado a seguir siendo yo mismo, sino, para qué me eligieron.
- ¿El que nace enfant terrible muere enfant terrible?
- El tonto no tiene por qué serlo toda la vida y morir tonto. Por ejemplo, con el tiempo se puede dejar de ser malvado y se puede ayudar a las personas o al menos vivir sin provocar tantos daños colaterales. Nacemos indefensos, la vida en sociedad nos hace malvados y ahora tontos además, pero a su vez tenemos la posibilidad de resistirnos a todo esto y ser mejores. Soy rousseauniano.
- ¿Qué le ha aportado su etapa en el CDN que ahora es indisociable de su creación?
- El CDN activó mi parte no-narcisista. Programar otros artistas significa admirarlos, valorarlos, pelear por ellos, dejar de preocuparte exclusivamente por tu obra. Honestamente, nunca pensé que podría hacerlo. Me encantó hacerlo, descubrir eso en mí.
- ¿Te afectan las críticas incendiarias y las alabanzas apasionadas en las redes sociales?
- Si le digo que nunca he leído ni una sola, me dirá que eso no es posible. Pues bien, nunca he leído ni una sola, es cierto, es posible. Jamás en mi vida he tecleado mi nombre, jamás puse Rodrigo García en Google ni Youtube. ¿Para qué? Yo haré creaciones siempre, tal vez llegue un momento de pausa, para luego volver… Me gustaría trabajar menos... Quiero decirle que yo no tengo otra elección que hacer lo que hago, porque no encontré en otras cosas alegría o energía para vivir... luego comprenderá que los comentarios de desconocidos no me interese leerlos, ¿de qué me serviría? Si yo debo seguir haciendo lo que hago...
- Su paso por el Teatro de los Manantiales dejó huella en València, ¿qué conexión guarda con la escena teatral de la ciudad?
- Antes que a Manantiales, debo agradecer a la Universidad de Valencia, al aula de teatro de Nel Diago. No solo fue la persona que me trajo a Valencia por primera vez y me puso en contacto más tarde con Chimo, de Los Manantiales, la Universidad nos proporcionaba ingresos, uno de los pocos contratos que firmábamos cada temporada. Éramos amateurs 100%, de cada obra hacíamos por aquella época contadas representaciones en salas alternativas de Madrid y poco más. Valencia y también Valladolid nos ayudaron mucho, nos hacían sentir que valíamos como artistas y que teníamos derecho a mostrar las obras a un público, además nos pagaban y podíamos comer el menú del día y alquilar una furgoneta, que conducíamos nosotros, luego descargábamos nosotros, todo lo hacíamos nosotros, actores, técnicos, yo... Podría hablar una semana de lo que significó esta conexión valenciana para mi, le debo tanto... Lo mismo con Montpellier, honestamente no puedo responder como me gustaría a esta pregunta porque me llevaría mucho tiempo, mucho espacio. Lo positivo es que hice un teatro como si fuese una creación. Lo negativo es el tiempo que me exigía, sencillamente todo. Es decir que fueron cuatro años sin el tiempo para leer, para amar, para viajar por viajar no por trabajo... sin tiempo para perder, que es tan importante. También es cierto que las creaciones que hice en el CDN no se vieron afectadas por eso, ya que a la hora de meterme a crear, consigo aislarme de todo lo demás, quiero decir que si una obra de las que hice en el CDN por ejemplo a fulano no le gusta, le aseguro que es por mi propia falta de talento, no por culpa de dirigir a la vez un teatro.
- ¿Qué horizonte se dibuja ahora?
- Hemos abierto mi compañía en la ciudad de Marsella, porque tenemos una concertación de tres años del Ministerio de Cultura francés y ayudas de la Villa, el Departamento y la Región de Marsella. Entonces hay mucho trabajo por delante pero a su vez dispongo de más tiempo ocioso, tan necesario, ya que no puedo permitirme dejar de leer o leer tan poco como en estos últimos cuatro años. Este verano comenzamos a ensayar una nueva creación que comienza su gira en septiembre.
'Cuando el tiempo no tenga ya memoria' se estrena el 17 de noviembre en Navajas y el 18 del mismo mes en Geldo