UN LEGADO ECLIPSADO

Elena Sanz contra el patriarcado: la voz de La Favorita

La herencia artística de la contralto castellonense, eternamente a la sombra de su anecdótico papel de amante de Alfonso XII

5/10/2017 - 

VALÈNCIA. "Mi esposa debe estar por encima de toda sospecha". Escalofríos recorren todo tu cuerpo cuñado. La frase se originó, dicen, a partir de aquella anécdota de Plutarco de Queronea que tenía en el mismo cóctel a Pompeya, una de las esposas en la vida de Julio César, una fiesta exclusiva de mujeres -la Bona Dea- y un patricio travestido que se coló en el evento. Lo mínimo que podía salir de ese argumento, con el que al parecer Julio César aprovechó para finiquitar alegremente su matrimonio, era una frase con la que rellenar minutos de tertulias políticas estomagantes en el siglo XXI. Luego, el César ya tal; lo dijo Suetonio Tranquilo antes que nadie, en su Vidas de los Doce Césares: “ciudadanos, vigilad a vuestras mujeres, traemos a un adúltero calvo”.

Esta ligerísima inmersión en el lado amarillo de la República Romana tardía es necesaria para comprender que la relegación social y política femenina, la que sale de conceptos gregarios como "mujer de", no es que sea una broma de este año. Ni un capricho. Esa anecdótica incursión romana es necesaria, también, para entender historias como la de la cantante lírica de Castellón Elena Armanda Nicolasa Sanz y Martínez de Arizala, popularmente conocida como Elena Sanz y, más popularmente aún, como La Favorita. Casi un siglo y cuarto después de su muerte en París, el curriculum profesional de la cantante continúa fagocitado por su papel de (en este caso) "amante de".

Si a alguien se le ocurre un apelativo más despectivo y expropiador de talento que La Favorita, que levante la mano; pero con cuidado, que hoy le puede caer un porrazo por semejante gesto.

Elena Sanz ha pasado a la historia, tanto en los medios como incluso en la ficción, por ser la amante de Alfonso XII, a la que el monarca retiró por ser la madre de sus dos hijos bastardos. El apelativo de La Favorita, del que llegaron a escribir Benito Pérez Galdós o Vital Aza, surgía de esa tendencia al chascarrillo que tenemos los periodistas: la cantante castellonense destacó en su momento, entre otras cosas, por su interpretación en La Favorite, la grand opéra de Gaetano Donizetti.

A pesar de que, antes que amante borbónica, Elena Sanz fue cantante de ópera, su legado quedó sepultado por su desarrollo sentimental prácticamente desde que dio a luz a su segundo hijo (el primero con Alfonso XII). Hoy, en la era de la anécdota, Sanz no tiene nada que hacer. De hecho, su papel de "mujer de" se impone de manera evidente más de cien años después de su muerte. Es imposible escapar: por muy inocente que sea la búsqueda en Google a partir de un básico "Elena Sanz ópera", los resultados están monopolizados por la relación que la configura a partir del hombre. Y eso a pesar de que la diferencia de edad entre ambos (8 o 13 años dependiendo de según qué teorías) hacía que la intérprete cultivara un jugoso curriculum profesional ya antes de que Alfonso XII existiera como rey de la Restauración.

Contralto: una voz única

Nacida en Castellón, su fecha de bautismo, rescatada no hace demasiado, certifica que su año de nacimiento es 1844 -si bien Pérez Galdós hablaba en sus escritos de 1952 o 53 y, más tarde, 1949 se estableció como dato objetivo-. Eso estrecharía mucho más las fechas en lo que respecta al ingreso de Elena Armanda Nicolasa Sanz y Martínez de Arizala (linaje de funcionario y aristocracia) en el Real Conservatorio de Madrid. Lo que sí certifican los investigadores es que, dada la peculiaridad de su condición vocal, fue el musicólogo catalán Baltasar Saldoni el que le aconsejó viajar hasta París; allí, a una edad muy temprana, entra a formar parte del Teatro Chambery.

A pesar de que su rol de amante monopoliza su paso a la historia, debería ser, en realidad, su condición de contralto la que lo hiciera. No sólo por lo que esta le granjeó profesionalmente, sino por lo que en sí mismo supone disfrutar de la voz femenina menos frecuente -entre un 1% y un 2% de las mujeres la poseen, según explicó Ralph Appelman en 1986 en The Science of Vocal Pedagogy: Theory and Application-; de hecho, Sanz se encuentra en un selectísimo grupo de contraltos españolas, acompañada por Lucrecia Arana. Esta cualidad le facilitó, por ejemplo, acceder a interpretaciones como las de Azucena en Il Trovatore de Verdi tras establecerse en París.

Protagonista en la Scala de Milán

A pesar de que, merced a productos como El Ministerio del Tiempo -que rescata uno de los asesinatos fallidos de Alfonso XII a manos de un anarquista-, Elena Sanz parece haber quedado para la periferia de la historia, cabe pensar que su carrera superaría hoy en día en popularidad a la del producto pop más exportable del país. Tras establecerse en París, Sanz se convirtió en habitual de las producciones operísticas de la Scala de Milán, donde acompaña al tenor Julián Gayarre. En 1870, Elena Sanz ya era una de las sensaciones del circuito de ópera europeo gracias a sus interpretaciones de contralto especialmente apreciadas en obras de Giuseppe Verdi, Jacques Halévy o el mencionado Donizetti.

Es la década mágica de Sanz, que vive alejada del Sexenio Revolucionario que años atrás había expulsado a los Borbones en España. Mientras aquí ponían fin a la I República para volver a la monarquía endogámica -Alfonso XII se casaba con su prima, María de las Mercedes de Orleans-, la contralto de Castellón se encontraba inmersa de pleno en giras sudamericanas con Gayarre y participaba en montajes a lo largo de Europa (como el que la llevó a actuar frente a los zares en San Petersburgo) junto a la soprano Adelina Patti.

Arrinconamiento y exilio

El arrinconamiento artístico de Elena Sanz lleva el sello indiscutible de quien se cruza por donde no debe con los Borbones. En primer lugar, la cantante acompasa el abandono de su profesión con el ocaso de los 70, momento en el que la hipótesis dominante es que se dedica a tener -los de Alfonso XII-; al margen de los dos matrimonios del monarca, primero con su prima y más tarde con María Cristina de Habsburgo-Lorena, la cantante da a luz al auténtico primogénito del rey y a su hermano. A los que hay que sumar el hijo que ya había tenido previamente.

En segundo lugar, la trascendencia del bloqueo durante la regencia de Cristina de Habsburgo-Lorena es más que evidente en lo que respecta a obviar el legado de Elena Sanz. La muerte prematura de Alfonso XII por tuberculosis a los 27 años dio paso al exilio institucional de la cantante, a la que la reina obligó a salir del país con sus tres hijos, al tiempo que fulminó la pista artística de la castellonense. La historia tuvo su último capítulo en diciembre de 1898, unos dicen que en París (donde residía), otros que en Niza, fecha en la que está registrada la muerte de la contralto. Hay quien aporta documentación al respecto del registro civil de aquel día; en ella se especifica la profesión de Sanz que, en un último quiebro del plan de la anonimización perfecta, sólo especificaba: rentista.


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