VALÈNCIA. Es inevitable que el nombre de Emilio Martínez-Lázaro no evoque a los dos megaéxitos de taquilla Ocho apellidos vascos y Ocho apellidos catalanes. En realidad, el realizador madrileño ha explorado, con mayor o menor acierto, diferentes géneros y tonos fílmicos, desde el musical El otro lado de la cama hasta el drama histórico Las 13 rosas o sus clásicos Carreteras Secundarias y Los peores años de nuestra vida. Con Miamor perdido, que estrena el próximo día 14 en toda España y que preestrenó el pasado martes en el Festival de cine Antonio Ferrandis, Martínez-Lázaro elige ser conservador y volver a ofrecer una comedia muy ligera que se agarra al costumbrismo para acercarse al espectador. Sin artificios ni riesgos narrativos o estéticos, la película cuenta la historia de amor de Mario (Dani Roviera), Olivia (Michelle Jenner) y Miamor, un gato callejero que les va uniendo y separando a lo largo de toda la película. El gato solo responde cuando le hablan en valenciano, y durante toda la película hay guiños a los tópicos sobre la Comunitat, desde el agua de València hasta las pastillas y su relación con la música de Chimo Bayo. Una extensión, más cercana a nuestro contexto, del humor con el que cosechó tanta simpatía y éxito de público con la saga de Ocho apellidos..., pero cuyo entusiasmo no consiguió trasladar a la crítica cinematográfica.
- Es la tercera vez que cuentas con Dani Rovira, y se suma al elenco protagonista Michelle Jenner, ¿qué supone tener los dos en una película de comedia?
- Yo creo que en la película se ve claro: son dos muy buenos actores. No hay más razones. Yo ya sabía que Dani podría funcionar muy bien fuera del terreno de la farsa (que era de lo que se trataba en Ocho Apellidos..., mientras que aquí se trata de una comedia de enredo), incluso en las partes dramática o cómico-dramáticas. Con Michelle Jenner no había trabajado nunca, pero me insistieron en que ella era muy divertida. Yo vi sus películas de comedia y estaba un poco sosita pero también me di cuenta de que no tenía papel, hacía solo de la chica guapa. Aquí ha sobrepasado todas mis expectativas: es una gran actriz de comedia, es muy divertida y me ha hecho feliz.
- En esta historia tiene un protagonismo importante un gato que solo entiende el valenciano. ¿Cómo surgió esta idea?
- Lo sugirió uno de los guionistas, Miguel Esteban: "¿por qué el gato no es valenciano?". Y en realidad es una referencia a las dos Ocho Apellidos... y Esteban me dijo que la gente esperaría que se trate temas de este tipo. València no da para tanto como los otros nacionalismo, así que al final solo ha sido una broma. Así que hicimos que el personaje de Jenner fuera valenciana y el gato solo entendiera ese idioma.
- Vivimos un momento en que se ha puesto el foco en el humor, y a pesar de tratar los nacionalismos, sus otras películas no cayeron mal... ¿se siente un afortunado?
- Naturalmente, desde luego en Miamor Perdido no existe el problema que tenían Ocho Apellidos... Entonces había un riesgo real de que se molestara, aunque yo siempre pensé que la sociedad entendería que el humor no era agresivo. Y así fue, no dijeron nada ni los radicales de izquierda vascos, ni los andaluces tontos, ni los catalanes alucinados... Todos se rieron.
- Desmarca entonces el humor de su cine al ese otro más transgresor que está levantando polémicas...
- Ahí hay dos cosas que tengo que decir, que un rapero diga que quiere matar a no-se-quién es de ser gilipollas y no tener ninguna gracia, pero lo que tampoco puede ser es que vaya a la cárcel. Si se ha pasado cuatro pueblos y se ha metido con algo que se entiende que es delito, que le pongan una multa, pero no puede acabar delante de un juez. Porque si alguien acaba en un juicio por cagarse en Dios, entonces me siento con la obligación de cagarme yo también.
- Parece que va imperiando un cine de autor en el que la puesta de escena y la estética tiene una importancia mayúscula, algo con lo que su cine no tiene mucho que ver, porque actúa más sobre la historia y el guion, ¿qué opina de este nuevo cine?
- Yo soy el más autor de todos. Porque eso no es autoría, es simplemente jugar con la forma. Dirigir a los actores es mucho más importante que cualquier otra cosa, y luego tiene que saber contar la historia, poner la cámara en sitio, darle la velocidad que toca. Ahora los jóvenes directores buscan cierto formalismo gratuito que no tiene mucho sentido y que nunca es el camino para llegar al espectador. Contar la historia bien exige unas dosis de sobriedad a la hora de la puesta de escena para no distraer al espectador con chorradas. Cuando hay una conversación entre dos personas, si yo en vez de hacer un plano-contraplano, saco a un personaje desde lejos o le hago un contrapicado... El espectador se distrae. Yo cuento las películas mejor porque llego a los espectadores de verdad.
- Hablando de llegar a los espectadores, ahora mismo el sistema de financiación y promoción provoca que una película solo pueda triunfar en taquilla si tiene el apoyo de los dos grandes grupos privados de televisión. Ocho apellidos... salió con Telecinco pero Miamor Perdido está apoyada de Televisión Española, ¿teme que este título no tenga tanto éxito?
- Seguro que no tiene tanto éxito porque faltará que Telecinco promocione la película en cada informativo. A no ser que Televisión Española haga un esfuerzo que no piensa hacer, no tendrá esa repercusión. ¿Qué me parece eso? Pues mal, muy mal. Aunque yo sea un afortunado de esta fórmula me tiene que parecer fatal porque eso provoca que el cine que se hace en España lo decidan tres directivos. Y los demás importan un carajo.
- Ahora que ha pasado la temporada de festivales y aún no ha empezado la de premios, cabe preguntarse -como siempre se hace- cómo está de salud el cine español...
- El cine español está muy mal, pero no por la gente del cine (nunca hemos estado tan bien de intérpretes y creadores) pero hay un problema que es el financiero que desbarra y que está provocado por todos los años de gestión del Partido Popular, y eso hay que arreglarlo con urgencia o no habrá marcha atrás.
- Su filmografía cuenta con comedias, pero también con dramas, ¿qué necesita más actualmente España?
- Necesita buenas películas, que sean populares pero que no sean comedias sobre familias y comuniones. La gente necesita que si se habla de la pareja se haga -cómo yo he intentado hacer en esta película- tratando el miedo al compromiso, las responsabilidad, los temores que hay en la pareja, la pérdida sentimental. Y cuando he hecho un drama no he hablado de unos narcotraficantes que no existen en España y que nadie sabe como son, sino que hago La voz de su amo donde hablo del País Vasco en la época en la que ETA mataba a tres personas al día.
- En el film hay varias bromas entorno al feminismo (se habla frecuentemente de micromachismos, por ejemplo), ¿se hace desde la critica hacia el movimiento?
- No, se hace desde la crítica a la exageración. La película critica en realidad lo políticamente correcto, que es algo horrible. Yo siempre he estado a favor de poner eso a parir.
- Su carrera ya va resultando dilatada, ¿está centrado en hacer comedias, se espera otro drama? ¿hay dónde va su espíritu creativo?
- Pues me acabas de joder, porque tenía pensado dos o tres cosas y me acabo de dar cuenta de que todas eran comedias. Y ahora me pregunto cuál es el motivo porque también me gusta hacer dramas. No lo sé. Me lo pensaré.