VALÈNCIA. Contar la historia del diseño valenciano no es cosa sencilla. Al eterno debate sobre qué hace al diseño valenciano, efectivamente, valenciano se suma un relato no lineal marcado por las rupturas y las influencias externas, un camino que tiene mucho de intuitivo y que está marcado de manera profunda por empresas con nombre y apellido. La Guerra Civil supuso un corte en seco a la modernización del país, cortando en seco las conexiones con el exterior y forzando el carácter tradicionalista de la dictadura de Francisco Franco. Pero en esa España en blanco y negro también hubo destellos de luz, momentos en los que los creadores ‘marca València’ abrieron una serie de grietas que marcaron la historia reciente del sector. Por tierra… y por mar. Uno de los casos más destacados tiene como protagonista a la empresa Martínez-Medina, quien se sirvió del interiorismo naval para abrir la puerta al diseño moderno en la sociedad española y la industria del mueble.
Fue en la década de los 50 que se pusieron en contacto, por mediación del arquitecto y diseñador Gustavo Pulitzer, con Arflex, creando un puente Italia-España que aún sigue vigente. Sus trabajos para Unión Naval de Levante (UNL) y la compañía Transmediterránea marcaron época, proyectos que también contaron con firmas como Michavila o Alfaro, que realizaron algunos murales para los mencionados barcos. Esta y otras microhistorias del diseño se cuentan en la exposición El diseño y la modernidad: pioneros de la industria valenciana del mueble (1898-1986), que acoge desde esta semana Fundación Bancaja. “Todo el mundo sabe que el diseño en España a partir de los años 80 es un hecho. Pero hay una prehistoria que hay que contar”. Estas palabras las firma Xavi Giner, comisario de la exposición y codirector del Arxiu Valencià del Disseny, uno de los pilares para dar forma a la muestra, muestra que presentó junto a Vicent Martínez, presidente de la Fundació Valenciana del Disseny, y Rafael Alcón, presidente de Fundación Bancaja.
Hay vida antes de los 80, sí, y València fue “una sociedad conectada con toda la modernidad”, subrayó Martínez. Este viaje en torno al sector del diseño y, por ende, en torno a la historia de la propia ciudad marca su punto de partida la década de los 30, con una silla y una mesa de cafetería. Aunque, aparentemente, estas dos piezas –firmada por Hijos de Joaquín Lledó- no esconden ningún secreto, fueron testigo de un momento clave en la historia de la ciudad, pues formaban parte del mobiliario del ya desaparecido Hotel Metropol, hotel que fue sede del bando republicano así como de la Embajada Soviética en España y la del NKDV, considerado el antecedente directo de la KGB. Tras la guerra llegó el apagón en todos los sentidos, también en el del sector del diseño –una labor entonces difusa-, décadas de silencio que empezaron a ver la luz en los años 50, con la entrada del diseño moderno de la mano del interiorismo naval y una apertura hacia Europa y Estados Unidos.
Esta exposición trata, como trata el propio Arxiu del Disseny o la Capitalidad, de reconstruir la memoria del diseño, una historia sobre la que no se había prestado especial atención y cuyo patrimonio ha quedado, en cierta medida, desperdigado. “Una revisión de nuestros orígenes”, la describió Martínez durante la presentación, en la que el comisario la calificó como un soñado “preámbulo” a más proyectos que desgranen los hilos que ahora presenta ahora Fundación Bancaja. “Lo nuevo se come a lo antiguo de una manera injusta […] Necesitamos articular la memoria”. Se trata de reconstruir la memoria y, también, de poner la creación valenciana en su justo espacio. “La exposición muestra la absoluta concordancia del diseño valenciano con lo que estaba pasando en el mundo […] El sector del mueble estaba en perfecta sintonía con lo que pasaba en Europa”, explicó Giner.
Para muestra, algunos botones, como la importación de la técnica de hierro curvado de Alemania por parte de la firma Mariner o la mecedora Thonet. “El mueble curvado valenciano es de tanto nivel como el vienés”, resaltó el comisario. En este caso, además, es importante tener en cuenta el rol de las empresas valencianas como exportadoras, lo que ha hecho que históricamente tengan la necesidad de estar atentos a los gustos y maneras del mercado internacional. Fue precisamente en la década de los 70 España se reafirmo como destino turístico, un viaje de ida y vuelta, pues se trataba de exportar imagen y, también, de recibir impulsos, un momento en el que lo “europeo”, explica el comisario de la muestra, se convirtió en algo positivo y deseable. En este contexto se crearon las primeras políticas de promoción del diseño a través de la Cámara de Comercio y de Feria Valencia, marcando el inicio de una nueva era que culminó con la muerte del dictador y el nacimiento de una escena de creadores que hoy todos conocemos. Pero antes también hubo diseño. Mucho diseño.
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