El artista reflexiona en el Centre del Carme sobre la crisis climática y el papel que tenemos los seres humanos ante ella
VALÈNCIA. Arte como desencadenante de la reflexión social sobre la crisis climática. Piezas que encuentran el punto medio entre el discurso profundo y la estética atractiva. Una denuncia que enfrenta nuestra realidad con el simbolismo distópico. Variedad de obras desde la escultura hasta el audiovisual, pasando por la fotografía, la acuarela o la iluminación. Mensajes que invitan al pensamiento acerca de lo que somos como especie y lo que queremos ser.
La exposición Naturalezas muertas de Avelino Sala pone sobre la mesa un tema candente y cada vez más olvidado por causa de la pandemia: la emergencia climática. A través de una serie de piezas el artista hace un recorrido con juicios sobre la industria transgénica, el movimiento Fridays For Future, las migraciones que producen los desastres naturales o incluso las consecuencias del desastre del Prestige.
La exposición ha sido presentada en el Centre del Carme durante la mañana del viernes. A ella, además del propio Avelino Sala, han acudido la comisaria Ana García Alarcón y el gerente del centro José Luis Pérez Pont. Se podrá ver hasta el 11 de abril en la Sala Dormitorio del centro. Su pretensión es, en palabras de la comisaria, “lanzar pequeñas píldoras artísticas para invitar a replantearse qué es lo que estamos haciendo mal y qué queremos conseguir”.
Naturalezas muertas reflexiona sobre la emergencia climática a través de muchos tipos distintos de arte. Avelino Sala explica que el hilo conductor es el mensaje que el propio Centre del Carme ha dispuesto en su patio. Justo encima del pozo que hay en medio del jardín, un letrero de luces de neón reza el mensaje “SOS”. Se trata de un llamamiento al público, que una vez dentro de la sala se encuentra con una muestra que gira, por otro lado, en torno a un concepto clave: la ecodistopía. Sala señala sobre esto que “en un primer momento quiso establecer un paralelismo entre lo utópico y el tiempo actual”. Sin embargo, lleva alrededor de un año y medio trabajando en su proyecto, así que en mitad del proceso se dio de bruces con la pandemia. Un acontecimiento que, según él, “se acerca a ese escenario distópico” que él tenía en mente, precisamente porque “uno de los principales motivos de la presencia de este virus es el colapso ecológico”.
Por este motivo, a lo largo de la exposición se pueden observar detalles de la realidad pandémica, como por ejemplo la mascarilla esculpida en mármol que descansa en el interior de una vitrina. El artista explica que hizo esta pieza, llamada Virus, porque en un principio “la mascarilla era prácticamente un objeto de lujo que ahora vemos en todos lados e incluso en los suelos de las calles”. La ha confeccionado a modo de escultura clásica, de manera que “perdure en el tiempo como un recuerdo de lo que nos ocurrió”.
La muestra está compuesta por una decena de obras muy distintas entre sí, pero todas ellas con ese inevitable mensaje de fondo: ¿qué queremos para nuestro planeta y qué vamos a hacer por ello? Nada más entrar, el espectador se encuentra con piezas confeccionadas con musgo preservado. En cada una se puede leer una palabra: Monsanto, Bayer, Dupont. Son los nombres de las tres macrocorporaciones que controlan la producción de transgénicos a nivel mundial. Con el musgo preservado, Avelino Sala plantea una paradoja: “es musgo muerto, pero tiene apariencia viva”.
La siguiente pieza, Aluminio fundido y pies de soldura, muestra una tabla de surf de bronce fundido. Una tabla que no cumple con su cometido, “puesto que se hunde”. En la parte frontal tiene grabado el mensaje en morse “SOS”, al igual que el neón del jardín del centro. Y a continuación, sobre un fondo negro, una treintena de libros de colores ocres se disponen frente a la mirada del espectador. En la cubierta de cada uno de ellos se pueden leer mensajes que el movimiento internacional Fridays For Future ha esgrimido como eslóganes o mensajes en pancartas de manifestaciones. La pieza se titula Libros para una historia no escrita, y las tonalidades ocres degradadas simbolizan “el ocaso de nuestro planeta”. Por otro lado, los libros están sellados. No se pueden leer “porque se trata de libros que todavía no han sido escritos”.
Naturalezas muertas continúa con una serie de tres acuarelas que muestran paisajes azules sobre los cuales se pueden leer los mensajes “Nature is never finished”, “It is just a matter of time” e “In search of the miraculous”. En este punto, el artista indica que con esta pieza se apropia de iconos, imágenes o textos de otras personas e intelectuales del pasado para “vincular el arte y la naturaleza y crear una poética entre la naturaleza y la vida, la naturaleza y la muerte, el espacio y el tiempo”.
Al fondo de la sala, sobre una pared negra, hay un gran neón amarillo del que se lee la sentencia“Love among the ruins”. Se trata en una frase basada en el título de una de las novelas del escritor británico Evelyn Waugh. La pieza habla “del desastre de nuestro entorno y del colapso ecológico de un mundo en ruinas”.
Parte de la exposición Naturalezas muertas utiliza el formato audiovisual expresando mensajes de una manera un poco más explícita. Muestra de ello es la pieza From Hell, que combina vídeo y fotografías sobre el tifón Haiyán, que asoló el país en el año 2013. A un lado, un vídeo muestra cómo quedó una zona un año después del tifón. Al otro, hay colgada una selección de nueve fotografías tomadas cuando las las ONGs de allí invitaron a un grupo de artistas a que acudieran al desastre. Sala no quiso fotografiar personas por no invadir su intimidad, así que se dedicó a captar imágenes de los techos de las tiendas de campaña donde los afectados por el tifón habitaron tras el paso de Haiyán. “Es el techo que les cobijaba -explica-. Una selección casi abstracta de sus techos. Los tifones son cada vez más comunes fruto del colapso ambiental”.
La exposición también incluye la pieza 4’ 33’’ minutos de silencio. En tres televisiones aparecen los minutos de silencio que algunos países han ido celebrando a lo largo de los últimos meses, entre ellos uno de la Casa Real. “Es una reflexión sobre la actualidad, un continuo ir y venir entre las expectativas de la utopía y el flagrante choque de la distopía, una época de crisis económica y ecológica, terrorismo, injusticia social y anulación de las formas de pensar que difieren al dogma globalizado y globalizador”, se puede leer en la tablilla explicativa bajo los televisores.
Por último, la pieza final contiene una proyección de la entrevista que se le hizo al fiscal medioambiental de Galicia tras el derrame de petróleo del Prestige. Este, según explica Avelino Sala, fue “un caso paradigmático, puesto que la sentencia fue a favor de la cuantificación de los daños por primera vez en la historia de España”. Junto a la proyección, hay un puñado de documentos expuestos sobre el suceso. “Son materiales y pruebas que se utilizaron en el propio juicio. Incluye mapas cartográficos. Es la cartografía del desastre”, concluye el artista.
Un año después del cese de Pérez Pont el centro sigue sin crear la plaza de director artístico y ya acumula cerca de diez exposiciones suspendidas
La sede del Consorci de Museus acumula numerosas muestras a la espera de ser reprogramadas y mantiene la incógnita sobre el futuro de su programación