VALÈNCIA. “Demasiada libertad sexual os hará terroristas”. Con esta cita de Pier Paolo Pasonili, Ernesto Castro (Madrid, 1990) conecta su última novela, Perictione o De la libertad, integrada dentro de la Trilogía Platónica, con el debate sobre la libertad de pensamiento y de expresión que tanto juego sucio da en Twitter. “A lo mejor la libertad de expresión nos volverá también terroristas, terroristas lingüísticos”, completa la cita Castro, profesor de Estética en la Universidad Autónoma de Madrid, “mirlo blanco de la filosofía”, el sucesor señalado por los dioses —sean quienes sean dentro del canon académico— para ocupar el puesto del filósofo y profesor Fernando Castro Flórez, su padre.
Tras Jantipa o Del morir, Temas de Hoy edita esta segunda entrega de la trilogía que se ocupa de novelar, a través de la filosofía, la muerte, la esperanza, la libertad y la sapiencia. Si la primera era una novela conversacional, donde el discurso racional a través del diálogo nos remite al artefacto tan empleado por la filosofía clásica, esta es un ejercicio de escritura epistolar que puede recordar a las cartas de Platón, la correspondencia en la que una de las misivas está remitida por Dion a Dionisio, y las otras doce son una comunicación de Platón a distintos personajes contemporáneos. “De Platón quedan un puñado de cartas, de las cuales solo se considera auténtica la séptima, que es la que nos da la biografía de él. Es lo que nos cuenta Platón o alguien que se hace pasar por él. Los famosos tres viajes a Sicilia, el intento de intentar implantar sus ideas sobre la república ideal y cómo fracasa en el intento de adoctrinar en filosofía al tirano de Siracusa, a Dionisio I y II, con todos los vaivenes que supone”.
“Peridictione o De la libertad es el libro de mayor carga política. La muerte tiene un componente social, el saber igualmente, pero la que más se presta a connotaciones políticas es la libertad. Además, Perictione fue la madre de Platón y la primera autora de la que nos queda un ensayo dirigido a mujeres, donde además establece las leyes que debe acatar una mujer para poder gobernar en su casa y en la polis”.
El uso del formato epistolar se justifica porque para Castro, “es la forma más interesante en el presente de emular las dos características formales del banquete: un diálogo, que es un monólogo, con un narrador que explica ese banquete. Un narrador no confiable, que conoce lo que se dijo ahí de oídas”. Llevado a Peridictione o De la libertad, observamos que es “un doble juego del que nosotros nos enteramos a través de las cartas que ella misma dirige con unas voces interiores y los diversos registros con los que tiene correspondencia”.
Encontramos, de nuevo, una narración enmarcada en los momentos convulsos de la humanidad. “Se han dado estos escenarios. De una manera azarosa, es una trilogía que abarca un período exacto de cincuenta años: comienza con la muerte Wittgenstein y acaba en España en 1992 con los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Exposición Universal de Sevilla y la Celebración del V Centenario del Descubrimiento de América”.
Cuestiones formales aparte, Castro recrea un entorno lesbiano, un banquete de lesbianas que habitan en la fe del progreso y la erudición. “No tengo una visión nostálgica de qué bonitos aquellos años, lo que me interesa es desmontar la mitología revolucionaria, mostrando cómo los que estaban en el Mayo del 68 no sabían lo que estaban haciendo. Lo que empezó siendo una revuelta estudiantil al uso, con sus asambleas infinitas, eclosiona en una huelga a nivel masivo en Francia”. Su experiencia asamblearia en el marco del 15M, que empleó en Memorias y libelos del 15M, un escrito en primera persona confesional, le ha servido de paralelismo para sumergirse en el Mayo francés. “Hice bastante uso del yo en las memorias… es la parte biográfica que me permitió escribir las últimas páginas de este libro. No me parece que sea censurable el yo en la literatura”.
En los diálogos no hay cambios de dirección bruscos, sino giros y meandros, así, llegamos a la cuestión de cuán pertinente es el uso de personajes femeninos y lésbicos: “No estoy en contra de la literatura del yo, sino estoy en contra de los escritores que piensan que solo puedes escribir sobre lo legítimo, cuando el arte es la reivindicación de lo marginal, de lo invisible. E incluso de lo invisible en uno mismo”. En una entrevista que el autor concedió al diario.es, Castro declaró que “No me considero feminista igual que no me considero santo, es una palabra demasiado grande. (…) Gracias al avance del feminismo, se ha convertido en un patrimonio común que no requiere de un compromiso ideológico por parte del autor”.
¿Escapar a la tentativa del yo es entonces una cuestión de neutralidad o de reivindicación? En la presentación en Madrid insistía que era una novela de tesis, que hacía proselitismo, y no sé muy bien en qué dirección la hago… Es absurdo querer escribir obras apolíticas. Yo reivindico la categoría de lo impolítico, la categoría defendida por Roberto Espósito. En su momento la apliqué al trap, y fue mal recibida”. Castro nos remite a la presentación de El trap. Filosofía millennial para la crisis en España que realizó en València junto al Nega, integrante de Los Chikos del Maíz. “Para él, como representante político, posicionado y casi parlamentario, que algo incida en la política pero con un sentido ambiguo, más bien transformando, o creando pequeños marcos de disidencia de pensamiento, es poca cosa. Pero la ambigüedad del arte, la literatura y la filosofía es donde yo me quiero situar. Jugar con los mitos sin caer en el ataque o la censura, sino mostrando sus contradicciones y paradojas internas. No sé si es un campo de la neutralidad, porque son temas que me interesan. No pretendo ser apolítico, me gusta más la categoría de lo impolítico como destrucción de los consensos y los marcos, e incluso de las posiciones”.
“El feminismo es actualmente el movimiento social más importante en este país, se ha convertido en hegemónico. He procurado siempre escribir de los temas que no me correspondía, de los que me correspondía creo que no me toca porque no hay una búsqueda, no hay esfuerzo e interés. Sin oposición no hay libertad. Aquel que sus deseos se realizan automáticamente sin que haya esfuerzo, en el fondo no sabe si sus deseos son propios, o por fuerzas externas. Escribí un libro de trap sin estar dentro. Reclama que el que está escuchando canciones de trap, pero que no quiere salir de su cuarto e ir a un concierto, también tiene derecho a escucharlo. En este caso es una trilogía sobre mujeres, sobre lesbianas y bixesuales, que da importancia a la menstruación como una metáfora”.
Hace unas semanas, publicábamos en Culturplaza una reflexión sobre la terapia y la sobreidentificación casi como práctica estética. Como el arte imita a la vida, y viceversa, la literatura se impregna de un yo superlativo. Según el escritor, “la novela epistolar es la base de la literatura del yo. En este marco tecnológico es normal que haya una obsesión del yo construído externamente, y censurado y vigilado externamente. El paso a la ‘terapofobia’ a la ‘terapiofilia’ es muy singular, y está asociado a recurso de la fragilidad y bastaría exponer cuáles son las contradicciones bien psicológicas o sociales que te atraviesan para que estas dejaran de existir. A partir del siglo XVIII, encontramos personajes en primera persona, en presente. Una literatura en presente, que tiene un carácter inmediato como el género más consumido en todo el mundo: las redes sociales. Un continuo flujo de lectura y escritura en el que todo el mundo está en una novela epistolar continua