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trae 'YERBAGÜENA (Oscuro brillante)' al principal

Eva Yerbabuena: “El concepto del flamenco puro me parece absurdo”

20/01/2025 - 

VALÈNCIA. Entre lo clásico y lo contemporáneo, el todo y la nada, lo rígido y lo flexible. Un ápice de luz entre toda la oscuridad, el baile que brilla cuando todo está apagado. Esta es la premisa de Yerbagüena (Oscuro brillante) en espectáculo de danza de la bailaora Eva Yerbabuena que llega el próximo 26 de enero al Principal y en el que la bailaora se atreve a transitar todos esos “incómodos puntos intermedios” que existen en el arte. 

Oscilando entre conceptos totalmente dispares Yerbabuena se sube al escenario con el objetivo de remover conciencias y generar un espectáculo de danza que no se parezca en nada a lo que ha hecho antes y en el que cuenta “cómo vive y cómo disfruta el flamenco” desde el “yo” y sin pretender contentar a nadie. Una historia para mentes abiertas, para un público inconformista y para aquellas personas que estén dispuestas a conocer a la bailaora más allá de lo que creen saber de ella. 

-Dices que esta obra no es una retrospectiva de 20 años de trabajo, sino que va más allá de eso ¿Qué es ese “más allá”?

-Es un lugar en el que me encuentro en un punto de madurez absoluta por todo lo vivido y todo lo conocido. Pienso y reflexiono sobre todo lo que he hecho y entiendo y siento las cosas que me rodean de otra manera. Este espectáculo hace hincapié en lo que sucede cuando se termina un número dentro de la escena. 

-¿Por qué te centras en el momento del tránsito para generar el espectáculo?

-Me interesa explorar ese momento en el que se supone que se acaba el espectáculo, ese lugar en el que hay mucha adrenalina que luego cae en un vacío oscuro que no deja de ser brillante… es lo que da nombre al espectáculo. 

Foto: MARCOS G PUNTO

-¿Influye lo que pasa en esa oscuridad?

-Lo es todo, es una parte crucial de la danza y la creación, porque la maquinaria de nuestra cabeza sigue funcionando sin parar y es muy difícil ponerle un límite. Cuando descansamos seguimos sintiendo y en este mundo ya casi no hay espacio para la pausa.

-Entre las redes sociales, las prisas constantes…

-Vivimos en un momento de una velocidad absoluta en el que parece casi imposible pararse o habitar el lugar del tránsito. Me parece un reto pararme a desconectar y poner la mirada en la oscuridad, en ese momento de cambio y en un espacio que puede llegar hasta a incomodar al público. Siento que estamos perdiendo ese momento en el que, desde el patio de butacas, se puede coger aire y asimilar lo que acabamos de ver. Tanto el público como los artistas.

-¿Existe un género que explore más estos espacios? Por ejemplo, lo que se comprende como más experimental, o la performance

-Yo en ese aspecto he sido, soy y casi seguro que seguiré siendo muy rebelde porque odio las tendencias que no tienen ningún sentido. Me gusta trabajar con mi intuición y crear mis propias necesidades y tendencias. 

-E introducirte en un lugar que está más bien en un limbo, ese “claroscuro” que da nombre a la obra.

-El artista tiene un compromiso con el público para contar su historia y para mí está en ese hueco que estamos comentando. Me sorprendo con la cantidad de verdades que existen dentro del arte, del baile y de la música y la magia es que el público llegue a sentir igual que yo lo que estoy viviendo. Es complejo habitar este espacio “claroscuro” pero me interesa averiguar que hay dentro. Soy una persona más de sentir que de tratar de entender, así que me voy a tirar a la piscina, puede que me ahogue pero intento nadar. 

Foto: MARCOS G PUNTO

-El arte no siempre tiene por qué ser comprendido.

-Me gusta generar todo tipo de emociones y la maravilla del arte es la diversidad de opiniones que genera. Hay personas que son prudentes y no dicen que no entienden una obra por miedo a que se les trate de incultas, pero ese es el reto que plantea una obra creativa.

-¿Por qué te centras en los extremos dentro del baile?

-No es fácil, pero tampoco imposible, me gusta el riesgo que conlleva abordarlos. Prefiero arrepentirme de algo que haya hecho que de algo que no haya hecho y dar espacio a la incertidumbre. En el espectáculo se pueden ver movimientos bruscos e inesperados, otros más mágicos y otros que evocan más a mi estilo pero sin ser esencialmente yo.

-¿En qué suelen encasillarte?

-La gente quiere verme bailar por soleá o bailar flamenco, pero creo que para el público se está perdiendo el misticismo del arte. Como artista me interesa que me conozcan como soy y creo que hay cosas que no se deben dar de forma gratuita y sin necesidad. Cuando vemos la obra de un gran pintor o la obra de una gran bailarina queda una pregunta al apartar la mirada: “¿Cómo es?” Esa reflexión se está perdiendo sobre el escenario. Me gusta bailar por lo que siento y no voy a bailar como tú quieras que baile. 

-También cuando el público va a ver a una bailaora la imagina siempre bailando flamenco…

-Totalmente. Además, el concepto de flamenco puro me parece ya absurdo porque el flamenco es un arte que tiene una mezcolanza brutal. La pureza está en la sinceridad, la humildad del artista y no en el arte. Esa pureza del flamenco está en cómo nos podemos unos zapatos, cómo nos atrevemos a sacar una guitarra de un estuche o cómo abrimos la boca con humildad, misterio y respeto… Ahí se va fraguando la pureza del sentir de cada artista. 

-¿Cómo consigues bailar a tu son?

-Gracias a mi equipo porque nunca se trata solo del artista, ellos saben cómo eres, qué te gusta y qué necesitas. Lo hago de la mano de Paco Jarana, abrazada por las voces maravillosas de Segundo Falcón y Miguel Ortega y la luz de Fernando Martín con el sonido de Ángel valla junto al vestuario de López de los Santos. También con la imaginación de personas como María Coronada, la producción de Manuela y la distribución de Ana. Aquí somos todos importantes. 

Foto: MARCOS G PUNTO

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