VALÈNCIA. La lapidaria sentencia "Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa”- con la que Emma Goldman rebatió a principios del siglo XX a aquellos compañeros anarquistas que censuraban su comportamiento- ha adquirido en los últimos tiempos un significado renovado bajo la reivindicación feminista de disfrutar de un ocio libre de sexismo. Un grito colectivo que demanda espacios seguros en los que las mujeres puedan divertirse sin miedo a sufrir ningún tipo de violencia sexual; un recordatorio de que la igualdad, si es real, se debe extender también al ámbito del placer, el entretenimiento e, incluso, la banalidad.
Siguiendo esta línea, a principios de junio la Generalitat anunció que este año se iba a habilitar un sistema de puntos violeta en los ocho festivales veraniegos aglutinados bajo la marca Mediterranew Fest. Según explicaron en ese momento el secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer, y la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, el objetivo de estos espacios, organizados a través del Institut Valencià de les Dones, era “informar, prevenir y atender posibles agresiones sexuales”, además de “difundir los derechos de la mujer”. En concreto, los eventos que han contado con estos emplazamientos durante la temporada estival han sido el Marenostrum experience (València), el Music Port Fest (Sagunt), el FIB (Benicàssim), el Low Festival (Benidorm), el Arenal Sound (Borriana), el Leyendas del Rock (Villena) el Medusa Sunbeach (Cullera) y el Rototom Sunsplash (Benicàssim de nuevo). Acabada la temporada, toca hacer balance sobre el funcionamiento de estos dispositivos.
"La experiencia ha sido muy positiva y pensamos repetirla el año que viene. Es más, muchos municipios valencianos han solicitado poder contar con puntos violeta en los próximos eventos que acojan", expone a Cultur Plaza Maria Such, directora del Institut de les Dones, quien resalta que era "importante" dar a conocer los recursos institucionales que existen para lucha contra la violencia hacia las mujeres "y estar en los focos neurálgicos donde se congrega una población muy joven a la que debemos concienciar sobre estas cuestiones". "No se trata solamente de una plataforma desde la que abordar incidentes momentáneos, sino una forma de introducir la perspectiva de género en los eventos musicales y las artes escénicas", indica.
Cruz Roja Castelló ha sido la organización responsable de gestionar, junto a la Generalitat, los puntos violeta en tres de los festivales más importantes del territorio estatal: el FIB, el Arenal y el Rototom. Su papel como enclave de denuncia fue la faceta que más expectación generó en un primer momento. Al fin y al cabo, resultaba casi revolucionario dentro del ocio masivo contar con un lugar en el que se pudieran verbalizar posibles episodios de acoso, incluso aquellos considerados tradicionalmente como insignificantes. No parece una tarea superflua, sobre todo si tenemos en cuenta que, según informó hace unos días EFE, la Guardia Civil estaría investigando una agresión y un abuso sexual en el recinto de Borriana.
Sin embargo, desde Cruz Roja apuntan a que, en realidad, su principal misión sobre el terreno ha sido la concienciación. Es decir, lograr que el público “viniera a informarse sobre el tema, resolviera dudas y asumiera la necesidad de desterrar la violencia de estos espacios de diversión”. Así, en el Low festival de Benidorm han sido 975 hombres y 1.150 mujeres quienes acudieron a recibir información a los puntos violeta, mientras que el Leyendas del Rock difundieron sus contenidos entre 1.150 hombres y 1.225 mujeres. En el caso del FIB, se consiguió transmitir estos mensajes antisexistas a cerca de 2.000 personas y, respecto al Arenal Sound, el punto violeta alcanzó a 2.295. Si fijamos la vista en el Music Port, fueron 523 las personas ‘sensibilizadas’, frente a las 991 del Marenostrum Experience, las 3.228 que solicitaron información en el Medusa Sun Beach y las 1.725 del Rototom.
De cualquier modo, el procedimiento de actuación seguido en los puntos violetas ante una agresión pasaría por poner en marcha un protocolo “coordinado y unánime” que no puede desvelarse “por cuestiones de seguridad” y contactar con el Centro Mujer 24 Horas correspondiente, apuntan en Cruz Roja. “En esos casos nuestra labor es esencialmente de intermediación”, explica el personal de la asociación, que también ofrecía en este espacio "asistencia a víctimas de violencia de género que buscaran asesoramiento”.
Igualmente, han promovido también la figura de las “personas aliadas". "Se trata de asistentes a los festivales que están muy sensibilizados con el tema, les facilitamos una pulsera morada y, si ven algún comportamiento inadecuado o algún abuso, lo denuncian en el punto violeta. Son como los ojos de Cruz Roja en los distintos rincones de cada recinto musical”, apuntan fuentes de la institución. Solamente en el Arenal Sound se reclutó a 166 cómplices para realizar estas tareas.
Los horarios han sido una de las cuestiones más problemáticas del proyecto. Y es que, desde la Generalitat únicamente se habilitó el funcionamiento de estos espacios hasta las tres de la madrugada, sin embargo, la actividad de los festivales veraniegos suele ampliarse mucho más y, en ocasiones, supera holgadamente las seis de la mañana. Para compensar ese vacío, desde Cruz Roja Castelló se optó por ampliar la actuación por propia iniciativa. “Hay que adaptarse a cada tipo de festival, por ejemplo, en el Rototom realizamos actividades para niños, ya que está dirigido a un público más familiar”, señalan. En el caso del Low fueron voluntarios de Calcsicova, la Coordinadora de Asociaciones de VIH y sida de la Comunidad Valenciana, quienes se encargaron de gestionar este espacio pasada la hora reglamentaria establecida por el Institut de la Dona. "La franja temporal que elegimos nos parecía la más adecuado para las tareas de sensibilización e información, pero estamos valorando la posibilidad de ampliarla en algunos eventos, es un tema que tendremos en cuenta para la próxima temporada de festivales", admite Such.
En cuanto a los encargados de atender cada punto violeta, los equipos han estado formados tanto por personal de Cruz Roja, especialmente profesionales vinculados a la Psicología y el Derecho, como por voluntarios. En este segundo caso, los colaboradores recibieron formación especializada en la violencia en espacios de ocio nocturno.
Conocer el origen de estos enclaves implicar enfocar la mirada en colectivos feministas como Les tres papallones, que hace ya varios años organizaron el primer punto violeta en el Festivern junto a otras agrupaciones. Resistència Feminista València fue una de las plataformas presentes en los albores de la iniciativa. Respecto a la actual aplicación por parte de la Administración, sus representantes consideran "positivo" que se ofrezcan herramientas institucionales "con las que dar apoyo a las víctimas", pero, también reivindican que se tenga en cuenta a los propios colectivos de mujeres "para que estos espacios no queden como algo descafeinado y poco útil". De hecho, en los puntos violeta originales las acciones informativas pierden importancia en favor de la acción directa, pues, según explican, una de las actividades de mayor peso consiste en organizar "brigadas que hagan rodeos por la zona de acampada y los conciertos, de forma que se pueda detectar de primera mano si alguna mujer está siendo agredida o requiere de ayuda".
¿Y qué opinan de esta iniciativa los propios organizadores de los festivales? “Antes de que surgiera la propuesta desde la Generalitat, ya teníamos claro que queríamos acondicionar un punto violeta para esta edición porque creemos que es algo relevante. Así que recibimos con los brazos abiertos la propuesta”, explica Sergio Moreno, director de comunicación del multitudinario Low. Además, de cara a la preparación del evento, desde el festival se optó por confeccionar una guía de actuación en caso de episodios sexistas para que los trabajadores de todos los departamentos contaran con conocimientos y recursos que emplear si eran testigos de este tipo de situaciones. “También repartimos folletos informativos entre los asistentes y proyectamos mensajes sobre el consentimiento sexual en los distintos escenarios”, incide Moreno, quien señala que el Low cuenta desde hace varios años con un protocolo antiagresiones sexuales. Además, se difundió la ubicación y características del punto violeta tanto en las pantallas del recinto como en los mapas entregados al público, en la propia app del festival y en las redes sociales del mismo. “La recepción ha sido muy buena, se notaba que la gente estaba conciencia con el tema y nos han hecho llegar que apoyaban el proyecto”, señala.
Por su parte, Gustavo Navedo, responsable de prensa del FIB indica que contaron con "tres puntos violetas: uno en el recinto de conciertos y otros dos correspondientes a cada una de las dos zonas de cámping. El que estaba situado en el recinto permaneció abierto los días del festival, mientras que los otros dos han estado disponibles durante toda la acampada". En su opinión, se trata de una actividad "que se ha integrado perfectamente" en la programación de esta cita musical. Respecto a los usuarios del emplazamiento, resalta "la gran cantidad de asistentes, tanto de público nacional como internacional, que querían saber cuál era la reacción mas adecuada en el caso de sufrir una situación de acoso". ¿Estaremos ante el principio del fin de las actitudes sexistas en los espacios de ocio? Todos los agentes implicados a los que ha tenido acceso Cultur Plaza coinciden en que, al menos, la semilla ya se ha plantado.