¡de qué bars, nano!

La Batisfera

Encontré un local con encanto, en una calle con cante

24/12/2021 - 

No suelo hacer esto. 

El otro día estaba cenando en un bar, con la intención de escribir este artículo. Todo seguía el protocolo habitual, los platos llegaban, yo hacía las fotos, se probaba, se comentaba, lo de siempre.

Pero había algo...no sé...¿El frío? ¿El vairus? La calle estaba vacía, el interior como desangelado, y el camarero estaba solo. Además, nos dimos cuenta de que el local no tenía cocina, y cada vez que miraba a ese hombre, era como ver a un niño que había perdido a su madre en el súper.  El caso es que terminamos de cenar, y las tapas habían sido un truño. La tortilla seca y sosa, la ensaladilla como de bote, y grisines, el tipo se esmeraba sacando grisines mucho más allá de nuestras necesidades.

Volviendo a casa, pensaba que iba a tener que rascar mucho para sacar algo positivo de ese bar, en plan "bueno, se nota que pagan la luz a tiempo, y las baldosas son todas iguales" cuando de repente...

Miro hacia arriba y un copo de nieve cae en mi nariz.

Un coro de villancicos empieza a cantar frente a una puerta, y un niño con una muleta me dice:

- Señor, ya es navidad

- Oh, cierto. Toma un penique, malandrín.

Y puede que todo eso no haya pasado realmente, pero lo que sí que pasó, es que no tuve ganas de escribir un artículo negativo, sobre un tipo que tenía un bar sin cocina y estaba trabajando solo. 

Así que hice lo único que podía hacer. 

- Meredith ¿Qué tengo en la agenda para hoy?

- Tiene cena con sus amigos vegetarianos, señor. 

- De acuerdo...mmm...introduce los datos en el ordenador, y que el algoritmo encuentre un lugar articulable, que sea bar y que sea vegetariano friendly.

- Inmediatamente, señor.

Y eso nos trae hasta aquí.   

La Batisfera (Batis, para los colegas) es un sitio muy pintoresco y muy heterogéneo que está en la calle de la Reina. Es una zona que para mí, tiene encanto. Por ejemplo, fuera, en la calle, había un grupo de gipsy people tocando la guitarra y cantando, pero que lo flipas de bien. Están dando palmas por bulerías a contratiempo y no se pierde ni uno. Eso Cánovas no lo tiene. También es cierto que el ratio coches-ruedas de Cánovas suele ser mejor, pero bueno, detalles.

La parte de delante es una librería, y la parte de atrás es un bar, pero también un poco restaurante. Es un poco de todas y ninguna de las tres, es un librestaubar. Puedes comprarte un libro, y hacerte un café con leche de soja o un vermut tranquilamente en la terraza, rollo el Ubik o el Slaughterhouse.  Tiene una opción muy amplia para vegetarianos y veganos, así que vamos a empezar con...sí, la tortilla  vegana y los nachos picantes.

La tortilla lleva verdura, mucha verdura, predominantemente patata, pero también cebolla, zanahoria, calabacín y pimiento verde. Creo que sustituyen el huevo por harina de garbanzo, o algo así, pero ojo, si te comes un bocata de esto con un poquito de tomate, y no sabes que es vegana, te quedas sin saberlo, da todo el pego. Buen tamaño de pincho, by the way.  

Los nachos están bien, no son nachos caseros, pero son buenos, no son Doritos. Creo que podrían picar un poco más. El picor se lo encuentras en las chispitas de jalapeño con las que tropiezas de vez en cuando. Además lleva alubias negras y un queso hecho con anacardos. Yo les hubiera metido más mezcla, que pese el nacho cuando lo coges.


Después fuimos a por las coxinhas. Estas movidas son como una especie de croqueta brasileña con forma de queso de tetilla, normalmente hechas de patata con un centro de carne. En este caso, llevan Jackfruit, que es una fruta del tamaño de un crío de 5 años, que por lo visto, tratada de la forma correcta, tiene una textura y un sabor muy parecido a la carne. Viene con una salsa al lado que recuerda al chimichurri.  Pues nano, muy ricas. Una vez más si no sabes que esto no lleva carne, te lo clavan hasta donde quieran.

Terminamos con un cazoncito rebozado, que obviamente no es vegetariano, pero bueno, mis colegas son de estos que de vez en cuando son flexibles con el tema, son vegetarianos swingers. El rebozado perfecto, crujiente, cero aceitoso, todo donde tiene que estar. El cazón también, pero eché en falta un poquito más de punch, un marinado más fuerte, más vinagre, más limón, más pimentón, a mí el cazón me gusta que te pegue hostiazo.  Viene sobre una salsita de remolacha ecológica, y con unos pegotitos de mayonesa de wasabi. 

Como esta vez es de noche, y no estamos almorzando, nos permitimos una tarta de chocolate y plátano, hecha con leche de soja, y en la que ningún ingrediente había sufrido daños. 

Ah, y por si te interesa el tema precio, al final salimos a unos 50 pavetes entre tres, pero por la botellita de vino que nos empujamos tranquilamente, si no, no habríamos llegado a los 17 pavos a los que salimos.

Bueno, qué te cuento. 

Pues que el sitio es muy bonico, es uno de esos lugares con encanto, con muchos colorines, exposición de ilustraciones en las paredes, dibujos hechos con tiza, libros, y cosas como de buenro en general. Me dio como alegría. Además me quedé con ganas de pasarme otro día y probar las hamburguesas y las cosas cárnicas que tienen. 

Os dejo esto aquí para que lo uséis con sabiduría. Felices fiestas, sobre todo al camarero que curraba solo. El secreto de tu tortilla fulera está a salvo conmigo. 

Goza de amplio aparcamiento.