Hoy es viernes de volver a Italia. Hace dos semanas viajábamos de coctelerismo chisposo y ahora toca de vinos y a lo loco.
De nuevo empezamos en Venecia, en un recorrido de pincheo desenfadado con algunos restaurantes de postín entre esto y lo otro. En nuevas callejas de perderse, con puentes que son magia y piedros que reflejan historia y nos amarran al mundo. Luchando por no caer a esos canales o hundirnos con la ciudad, que somos de resurgir de las cenizas. Renacer hasta volver a ser visibles por mucha niebla que haya. Y como no nos van los trágicos finales, nos vestimos del carnaval de aquellos días que fueron alegría con un Mentelibera 2020 (Calalta). Primera toma de contacto con el lugar y difícil de mejorar. Con uvas y producción local que nos enamora tal cual. Aromáticos con su acidez y la grasita que nos lubrica el alma. En Stappo, vinoteca de ensueño como para pasar muchas horas y ahora con una ostra.
Vamos a por la cena, que la esperamos a lo grande y cumple expectativas. En Vini da Gigio y con Il Biancone 2021 (Alla Costiera), otro lío de garganega, friulano, glera y moscato con resultado gustoso en su sencillez. Travieso y cambiante no suelta el volante porque tiene claro que va a llegar a su destino, los mejores spaguetti alle vongole del mundo universal.
Segunda jornada y toca lo de esas tapitas de la zona que resultan descubrimiento que nos enloquece. Será en Enoteca do Colonne con un Valpolicella Superiore Vicentini Agostino 2017 (Vicentini Agostino). Corvinone, corvina y rondinella con ahumados que persisten en lo etéreo. Armónica que suena sin descanso y siendo cero cansina. Y nos da reposito y lo gordito para acompañar al pincho de salami con setas.
Toca ponerse de tiros largos, que nos espera un sitio donde las estrellas parecen brillar. Para comenzar con un Soave Corte Sant’Alda 2021 (Corte Sant’Alda) que es trebbiano, garganega y chardonnay con profundidad y seriedad manteniendo lo jovial. Discursos que tienen un fondo redondo para llegar muy lejos con el maravilloso el risotto con mantequilla ahumada, anguila y garum de polen de abeja de Local.
Picoteando y moneando
Se presenta un nuevo día en el que habrá montones de monadas. Con amanecer en plazas que se abren con enorme hospitalidad. Palacios, museos y todos los templos justos y necesarios. Cruzando pasarelas tan preciosas que nos conducen a mercado de casi todo pescado. Y por allí el desayuno más espacial, en Cantina Do’Mori con el Pinot Bianco Cantina Do’Mori 2022 (Cantina Do’Mori) y un piccolo picante. Y al instante sabemos que esto es chimenea que calienta corazones en casa de volver y volver como lo haremos.
Seguimos de picoteos por la zona con uno de los más top. En All’Arco y con unos tragos de Merlot 2018 (A Mi Manera). Golosón de frambuesas restallantes. Galantes modos de señor con planta y peso. La seda que acaricia con soltura madura. Sinceridad verdadera que se hace algarabía con la sarde in saor, tía, tía, tía.
Se avecina otra noche palpitante, porque vamos a Alle Testiere a buscar aventuras. Y vaya si las tenemos con el Soave Vigni della Brà Filippi 2021 (Filippi) y gracias a nuestro Luca. Jugueteo sensual y mineral. Ese momento en que suena la música y tan solo hay que dejarse llevar. La existencia diciéndonos que aún queda mucho por delante como para volver la vista atrás. Felicidad que es lujuria con el lenguado en salsa mediterránea.
Amaneceres de sentirnos guapitas y japidez total. Ideal para seguir de chateo en La Bottiglia con el Mietitore 2020 (Tomasseti). Verdiccio del Trebbiano que nos queda muy a mano. La curiosidad cuando nada es verdad, porque es tan diferente que deja huella. Flores cremosas que crecen en campo de manzanos y que alcanzan el culmen cuando nos da por pedir una tablita de quesos variados.
Entre Estro y lo otro
Atacamos otro de esos bares que cuidan lo del vino con todo el tino. Esto es Estro y tomamos un Terre dei Borghi Rosso Veneto 2021 (Terre dei Borghi). Merlot y cabernet franc poniendo orden por donde pasa. Frutoso rumboso, con potencia y la madurez que a veces se agradece. Intento de ser fortaleza y solidez para no caer en picado. Íntima reflexión que no tiene más pretensión que la de zaparse una saltimbocca.
Rematamos el tapeo de gondoleo en Enoteca Al Volto con un Renzo Rebuli Extra Dry (Renzo Rebuli) que nos aplicamos a modo de postre. Prosecco rellenito y simpático, que aunque se dice a sí mismo seco, lo es regular. Claridad de ojos sonrientes y calientes. Gurbujismo simpático que retira males, los haya o no, porque no necesita valer nada para sacarnos unas carcajadas alborotadas y perfectamente hiladas con el balacalà mantecato.
Nos despedimos de la ciudad en la buscada velada de la Osteria Anice Stellato. Con botellita de Via Sonora 2020 (Filippo de Martin) que es personalidad comarcal descubierta en estos días. Frescura directa a darnos toquecitos de atención, para descubrir enseguida que somos pura emoción. Y nos lleva a la reflexión, porque se presta a la calma con paciencia. Esa tan necesaria si la recompensa es el plato de pasta con tartar de gambas.
Salto rápido a Padua y otra vez es hora de mercado que engancha. Y cómo no, si la Enoteca Il Tira Bouchon es fantasía de tentadora pizarra anunciando sugerencias. Nos quedamos con La Fiorita Francciacorta Brut (La Fiorita) y nos abandonamos a sus bailes de carbónicos revoltosos y sabrosos. Cítricos de limas con carácter que amenazan con hacernos perder la cabeza. Con ímpetu de corazón y enorme con el pincho de pesto de espinacas con anchoas.
Ahora sí, llega el final de la forma más desbordante en lo apasionante, porque vamos a Le Calandre. Nos dejamos arrebatar por Matteo Bernardi, su saber y ser bonito, y le damos al Doro Princic Collio Ribolla Gialla 2021 (Doro Princic). Ribolla que no escatima en piropismo, porque es zalamero y certero. Identidad y energía que se oculta tras aparente delicadeza. Poderío a base de vehemente frenesí para darlo todo con el famoso risotto Pasi D’Oro de Max Alajmo.
Y aunque no vamos, nos quedamos. Entre sueños de viajes, amiguis y vida. La que volverá en forma de letras hedonistas en un par de semanas.