En esta localidad, perteneciente al municipio de Paterna y situada a unos 14 kilómetros de Valencia, tienen sus estudios de grabación, mezcla y masterización veteranos profesionales del sonido como Manuel Tomás, Pablo Schuller, Roger García y jóvenes productores como Lluisen Capafons
VALÈNCIA. Algunos de ellos se criaron allí; otros descubrieron este pueblo-urbanización hace relativamente poco tiempo. La cuestión es que, sin responder a ningún plan premeditado, La Cañada se ha convertido en pocos años en una “pequeña Nashville” en la que un número creciente de profesionales del sonido han elegido vivir y trabajar. En esta pequeña localidad perteneciente al municipio de Paterna tienen su centro de operaciones Manuel Tomás -cuya trayectoria profesional acaba de sumar dos nuevos Latin Grammy por su trabajo en las canciones “La Orilla de mi pelo” y “Camino”, de Niña Pastori-, el productor madrileño instalado en Valencia Pablo Schuller (Schuller Sound), Roger García (RMP Studio) y Lluisen Capafons (Estudios Máret).
Casualmente -o no tanto-, en La Cañada también tiene su residencia Llorenç Barber desde hace casi veinte años. Allí, en un salón con amplios ventanales abiertos a un amplio jardín con huerto propio, entrevistamos al célebre compositor en 2018. Algo tendrá este lugar entre pinares para atraer tanto talento.
Aunque su formación en producción musical y sus primeros pasos profesionales se desarrollaron en Los Angeles hace décadas -entre sus mentores ha contado con gente como Andrew Scheps (Red Hot Chilli Pepers, Adele), Andy Wallace (Run DMC, Nirvana, Sonic Youth), Chris Lord Alge (James Brown, Prince) y Michael Brauer (Coldplay)-, cuando Manuel Tomás regresó a España descartó mudarse a Madrid o Barcelona. Prefirió trabajar desde Valencia y trasladarse puntualmente a otras ciudades para grabar. Hace unos años decidió centrarse en la mezcla y montó su propio estudio en La Cañada, el lugar donde transcurrió su infancia.
Dentro del proceso de creación de un disco, la fase de la mezcla es más solitaria y no requiere la presencia del artista o la banda. “Para tener un estudio de mezcla, la ubicación es indiferente, porque la gestión de archivos es online”, explica Tomás. “Un ingeniero de mezcla recibe todas las pistas que conforman la canción, (que puede oscilar entre 30 y más de 100) y entrega un máster, que es lo que la gente escucha desde su móvil o reproductor. A grandes rasgos hacemos que la canción suene lo mejor posible. Aunque a parte de esto, lo que tratamos de hacer es que la canción conecte mejor con el oyente. Realmente disfruto de todos las fases en la producción de un disco, pero en la mezcla es donde me siento más creativo. El volumen de trabajo ha ido incrementando mucho en esta faceta, así que ha sido un movimiento natural. Además hay muy buena simbiosis con los productores a los que mezclo, como Chaboli, Fernando Boix, Raúl De Lara o Nacho Mañó. Vivimos en un mundo donde hay mucha especialización. Cada uno avanza en lo suyo y aporta lo que mejor sabe hacer”.
Tomás siempre ha tenido un espacio en casa para poder trabajar de algún modo, pero fue tras la pandemia cuando decidió montar un estudio más definitivo donde poder trabajar a gusto. “Para ello deben cumplirse dos requisitos: una acústica muy buena, y que sea un espacio inspirador. Contraté a Audio Acústica para que se encargase del proyecto, y no puedo estar más feliz con el resultado. El hecho de que sea en casa es, para mí, una ventaja. En muchas ocasiones llevamos un ritmo frenético y hay que cumplir plazos de entrega muy apretados. Aquí lo tengo todo a mano”, añade Tomás, a quien encontramos en estos momentos trabajando en el nuevo material de Revólver, Candela Gomez, Charlie USG y Ruth Lorenzo. Su siguiente encargo consiste en mezclar el disco en directo que grabarán este sábado Santero y Los Muchachos en el Palau de les Arts en Valencia, así como el próximo LP de Hermana Furia.
RPM Estudios se encuentra en la misma calle de La Cañada en la que trabaja Manuel Tomás. En este chalet con piscina se encuentra el centro de operaciones de Roger García, productor, entre otros muchos, de dos discos fundamentales de La Raíz: Así en el cielo como en la selva (2013) y Entre poetas y presos (2016), y mezclador del directo grabado por el grupo de Gandía en Vistalegre (Madrid) en 2017.
Roger creció en L’Eliana -la misma localidad en la que surgió La Habitación Roja hace tres décadas-, y hace unos años se instaló en La Cañada con su mujer y su hija. “Como trabajar en un estudio te ocupa prácticamente todas las horas del día, decidí montarlo en el sótano de casa. Antes vivíamos en un piso en Valencia y trabajaba en un bajo. Esto es mucho más cómodo, aunque lo cierto es que te acomodas y ya apenas sales de casa”.
RPM está enfocado como un estudio de “vieja escuela”. Es decir, un espacio lleno de guitarras, baterías y pianos que se ponen a disposición de los artistas para grabar. “Mi campo de especialización es sobre todo el rock, porque aquí suena todo muy acústico, muy natural”, explica Roger, quien dio sus primeros pasos a mediados de los noventa produciendo a grupos de hardcore metal de Valencia como Wallride, Lullaby y Ownfight.
“Cuando empecé no existía internet ni tampoco había escuelas para aprender producción musical como ahora, así que yo me formé trabajando con otros técnicos, como Dani Cardona o Manuel Tomás. En aquel tiempo apenas había estudios de grabación, masterización y mezcla; estaban Experience, Tabalet y poco más”.
Además de grabar a artistas como la madrileña Laura DSK, la cantautora conquense Paula Serrano o el valenciano Luis Prado, Roger imparte de vez en cuando masterclasses en su estudio. “La idea es contar con músicos de mucho nivel para hacer un set en directo delante de un grupo pequeño de alumnos, a los que enseño todo el proceso de grabación desde cero. El verano pasado vino gente de Fito & Fitipaldis y el guitarrista valenciano Ángel Vela, por ejemplo. Después pasamos a la mezcla, no solo de esa grabación, sino que también analizamos con detalle mezclas de canciones famosas. En Youtube hay muchos tutoriales, pero con esas explicaciones es muy difícil que te salgan bien las cosas. Además, aquí enseño trucos y respondemos a un montón de preguntas concretas”.
Hace doce años, Pablo Schuller dejó su Madrid natal para trasladarse a Valencia e incorporarse al equipo docente de la Universidad de Berklee, donde imparte clases para el máster de posgrado en Producción Musical y el de Música para cine y videojuegos. Debido a su formación previa como guitarrista de jazz y sus contactos con ese tipo de círculos, su trayectoria profesional había estado muy ligada hasta entonces a la mezcla de música acústica, no solo jazzística, sino también clásica. Durante su carrera profesional ha trabajado con artistas como Plácido Domingo, Gilberto Gil, Rhani Krija (Sting) Perico Sambeat o Xoel Lopez.
“Yo siempre había trabajado como freelance en Madrid, y cuando me enteré de que se abría una convocatoria en Berklee me presenté; la verdad es que no pensé que me llamarían, porque era un puesto muy bueno”. Pablo consiguió algo más que un trabajo fijo en una de las universidades más prestigiosas del mundo; su faceta como productor y sobre todo como mezclador de bandas sonoras se catapultó a partir de ese momento. Su perfil era muy adecuado para la música de cine y series, donde se suelen hibridar partes orquestales con otro tipo de géneros o instrumentos. “Al llegar a Valencia conocí a mucha gente y empecé a mezclar películas de cine español, que es la faceta en la que más me he especializado”, explica Schuller, en cuyo perfil de Imdb podemos encontrar más de treinta títulos, entre ellos De perdidos a Río (Joaquín Mazón, 2023), Llenos de Gracia (Roberto Bueso, 2022) o Mientras dure la guerra (Alejandro Amenábar, 2019). “En el pasado grababa a grupos bastante más que ahora. Al final tienes que especializarte, porque si haces de todo no te da la vida, y además es mejor centrarte en aquellos que se te da mejor”.
“Durante los primeros años viví cerca de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, pero entonces descubrí La Cañada a través de Patrick Soria y Lucas Martín, otros productores y profesores de Berklee que se habían mudado allí. El lugar me encantó desde el primer momento porque me recordaba mucho a la zona en la que crecí en Madrid. Además de ellos y de Manolo Tomás o Roger vive aquí también Vicente Mezquita de Millenia Estudios, donde también he impartido clases de producción musical alguna vez. Es sorprendente la cantidad de gente de este mundo que nos hemos juntado en La Cañada. De broma entre nosotros lo llamamos “el nuevo Nashville” (ríe)”.
La ubicación de su estudio -Schuller Sound-en La Cañada no ha supuesto un problema, debido a que como mezclador puede trabajar completamente en remoto. Desde allí sigue trabajando para grupos, sobre todo de jazz, folk y música tradicional valenciana. Los encargos para el sector audiovisual funcionan de forma ligeramente distinta. “En esos casos trabajo directamente con el compositor de la banda sonora, que a su vez ha estado trabajando previamente durante meses con el director de la película o la serie. Cuando la partitura está aprobada -suele ser orquestal-, la graban la mayoría de veces en Praga o Budapest, aunque por ejemplo la última película que he grabado y mezclado, La Navidad en sus manos, de Santiago Segura, se registró en Badajoz. Una vez grabada y producida, me la envían para mezclarla. A mí me llega la música sincronizada para la imagen y yo aporto carácter, intensidad y dinámica durante la mezcla”.
Schuller nos explica además el beneficioso “efecto rebote” que implica impartir clases en Berklee, debido al contacto que proporciona con profesores y músicos de primer nivel procedentes de todas las partes del mundo. Gracias a ello, casi la mitad de los encargos que llegan a sus manos en estos momentos vienen de Estados Unidos, India o Latinoamérica. “Ahora he terminado una serie china para Netflix que se llama Saltwater y se estrenará dentro de poco”.
Finalizamos este tour por los estudios de La Cañada con Lluisen Capafons Montolío, un joven productor también conocido por su faceta como músico en bandas como Gazella. Él define Estudio Máret como una “granja-escuela de música”, porque las bandas que van a grabar a su casa conviven con ovejas, cabras, gallinas, patos y perros.
“Vivo en La Canyada desde que nací, sin contar un par de años que viví en Valencia y en Madrid. Es un lugar muy verde y tranquilo que se adapta muy bien a mi estilo de vida. Instalé el estudio en el sótano de la casa de mis padres, que siempre me han apoyado, tanto en el aprendizaje de mi instrumento (la batería), como en el proyecto del estudio de grabación”. “Vivir en una zona alejada de la muchedumbre y de los ritmos de la ciudad transmite mucha tranquilidad tanto a la gente que viene al estudio como a su música. Vivo en una casa llena de animales rescatados de protectoras, y este vínculo con la naturaleza es algo que buscan muchas bandas y al final es una de las bazas fuertes del estudio. Ese cambio de aires puede aportar frescura e ideas”.
“Mi experiencia como ingeniero de sonido es bastante corta. He sido músico toda mi vida y es la etiqueta que mejor me define realmente -explica Lluisen-. Construí el estudio hace tres años con la idea de autoproducirme. Quería ser lo más independiente posible, ya que, como todo músico sabe, pagar un estudio y mover un proyecto es algo que no puede permitirse todo el mundo. Esa libertad de creación fue el motor inicial, pero al final decidí apuntarme al curso de grabación y mezcla de Millenia Estudios. Así es como empecé a trabajar como ingeniero para otras bandas valencianas emergentes. Poco a poco me siento más cómodo en esta nueva faceta”.
Por Estudio Máret han pasado sobre todo bandas de pop, psicodelia, rock y punk como Wild Ripple, Ku!, Mala Gestión, Lisasinson y, por supuesto, su banda actual, Gazella. “Lo que más me interesa es producir a bandas independientes o bandas con reconocimiento, pero no comerciales. El pasado mes de diciembre vino a grabar Alba Reche con sus músicos y productores de Madrid, y se quedaron a dormir aquí. Fue una semana chulísima donde compusimos, creamos y, sobre todo, jugamos mucho. Ese concepto de casa/granja/estudio es lo que más define tanto al estudio como a mi familia, y es el modelo que me gustaría asentar en el futuro”.
A pesar de la diferencia generacional, Lluisen tiene “fichados” a otros productores instalados en La Cañada. “De hecho he grabado un par de discos con Roger, de RPM, que tiene un estudio espectacular y al que admiro mucho por cómo ha gestionado su negocio. También conozco a Manolón (Manuel Tomás), aunque probablemente no se acuerde de mí -(ríe)-. Me dio clase en Millenia y es una figura muy potente en el sonido nacional. También está Jam Studios, que lo llevan unos colegas más o menos de mi quinta y con los que tuve el placer de trabajar hace unos años. Creo que al final La Canyada ofrece unas características que son caldo de cultivo para los músicos e ingenieros de sonido. Tener una zona tan tranquila y equilibrada al lado de la ciudad genera mucha satisfacción a la hora de emprender en un mundo como es la música. Además mola, porque de los estudios que he comentado somos muy diferentes entre sí, y creo que es precioso ofrecer un espectro tan amplio de estilos”.