VALÈNCIA. Una fiesta canallita en mitad de una pandemia tras tres meses de confinamiento. Un chico con fachaleco apellidado Larios de la bienvenida con esa alegría sandunguera como si no pasara nada de puertas para afuera. La cita es en la séptima planta del edificio Rialto. La fiesta es con Los de arriba. La obra ideada por Adrián Novella es la producción propia de la 10º edición de Russafa Escènica y se podrá ver hasta el domingo.
Con sello de Bullanga Teatre (Joc de Xiquetes, El pacte) la experiencia de la persona que vaya a verlo empieza en el hall del edificio, donde una persona con un EPI recibe al público para recordarle las medidas de seguridad. Tras subir religiosamente los siete pisos, el ambiente de la fiesta ya se puede percibir. La sala 7 (que cuenta con escenario sino que es una sala polivalente) se convierte en el salón de un lugar extraño donde todo está preparado para un cocktail. Es una fiesta sorpresa para recibir Carlos, que lleva tres meses en el extranjero tras la crisis sanitaria. La ha organizado su novia y sus amigos, hijos e hijas de la burguesía.
¿Qué puede ocurrir mal en una fiesta cuando los niños y niñas pijas se ponen piripis? Pues se puede ver desde dos perspectivas. En primer lugar, generacionalmente: "El encargo de esta obra tiene como condición contar con estudiantes recién salidos de Arte Dramático, así que la historia se ha pensado desde el principio para que refleje esa misma generación. Russafa Escènica tiene, además, como lema de este año, Deseos, así que explorar los deseos de la juventud nos llevaba, por ejemplo, a los problemas y las penas emocionales y sexuales con sus parejas", explica Novella.
Desde otra perspectiva, la de clase, todo acompaña. A la inconsciencia y la apariencia de la juventud se le suma la superficialidad y la consciencia de clase de la burguesía. La obra, pensada en la pandemia, tiene como gran inspiración el brote que contagió el príncipe de Bélgica en plena desescalada, cuando los vuelos internacionales estaban aún restringidos, en una fiesta privada en Córdoba. "La pregunta que me hago yo, como ciudadano, es ¿Cómo es posible que esa persona haya llegado a Córdoba cuando nadie podía ir a ningún lugar? Y la respuesta estaba clara, porque tienen contactos y pueden hacer lo que quieran", cuenta el director de la obra.
Durante estos meses de coronavirus, la violencia simbólica de clase se ha visibilizado mucho más de lo habitual con las concentraciones en la calle madrileña de Núñez de Balboa como clímax del pensamiento "somos ricos, ¿por qué no vamos a poder hacer lo que nos apetece?". "Son personas que se creen -conscientemente- por encima del resto, y por tanto, no sienten que las normas comunes les afecten", argumenta Adrián Novella. Cuando de cada 100 males del mundo, 99 afectan únicamente a personas con rentas bajas y la burguesía se escapa, la que te afecta se toma con cierta hostilidad. Quién es ese virus y ese Gobierno para decirme a mí que me encierre en casa durante meses y siga protocolos, sería la pregunta en las cabezas de muchos.
Con este cóctel, Los de arriba empieza como una fiesta sin más en la que el público, un invitado más a esta, baila, bebe champán y se ríe con el resto de personas de la sala (eso sí, sin moverse de su silla). Pero, ¿qué puede salir mal cuando la burguesía bebe y las mentiras frágiles que mantienen su vida se caen? Ese es el límite que explora la obra cuando el público ya está suficientemente metido en la fiesta como para poder abstraerse de ella. Acoso, infidelidades, violencia de género, homofobia, no poder salir del armario, inseguridades, aspiraciones facistoides... Es una fiesta.
A pesar de todo lo que ocurre, Novella confiesa que al escribirlo no quiso caer en una parodia, sino en una reflexión algo más profundo. "Yo pienso lo que pienso, pero cuando escribía la obra y le iba pasando el texto al elenco, les pedía que no les juzgaran, que lo hicieran suyo. Lo fácil es juzgar y reírse de las situaciones que van a ocurrir, pero no era el objetivo". "El eje que une todos los conflictos es la soledad, que es el gran miedo de todos los personajes: miedo a no ser aceptados, a tener que cumplir con las expectativas que tienen sobre ellos por formar parte de la burguesía, el tener una pareja, alguien que les cuide...", añade.
Durante el montaje, el espacio se multiplica, y las historias se descontrolan ("Esto no es una película, es un teatro inmersivo, y en una fiesta ocurre más de una cosa a la vez"). Los de arriba funciona como un tiro en los pocos más de 60 minutos que dura hasta el final, abrupto y abierto. Tal y cómo podría pasar.