El fotógrafo Gianfranco Tripodo muestra en el Museu d'Etnología algunas de las imágenes que captó en la valla de Melilla
VALENCIA. Cuando el italiano Gianfranco Tripodo cogió un mapa para buscar una frontera que fotografiar no esperaba que la Unión Europea limitara con Marruecos. Hace ya casi cinco años viajó a Ceuta y Melilla, donde ha documentado la llamada 'crisis migratoria'. En sus viajes ha tratado de entender -y después contar- que hay tras el impacto único asociado al breaking news. Su trabajo, que fue galardonado en el World Press Photo 2015, forma ahora parte de la muestra Fronteres d'Europa, que acoge el Museu Valencià d'Etnología hasta el 8 de marzo y propuesta junto al PhotOn Festival.
En esta exposición, el Colectivo 5W recorre las fronteras del Mediterráneo, las que deben atravesar los refugiados, a través de la mirada de cinco fotógrafos (Olmo Calvo, Ricard G. Vilanova, Gianfranco Tripodo, Santi Palacios y Anna Surinyach) y cinco periodistas (Mikel Ayestaran, Laura J. Varo, Nicolás Castellano, Andrés Mourenza y Agus Morales). Al norte, el camino por tierra: trenes, autobuses, caminatas. Al sur, las playas libias: centros de detención, puertos ficticios, la salida de África. Al este, las islas griegas: las rocas, el salvavidas, el riesgo inmediato. Al oeste, la valla de Melilla: la alambrada, las concertinas, el metal. Y en el centro, la inmensidad del mar: la soledad, el azul unánime, el rescate desesperado entre Libia e Italia.
- Una vez desembarcas en Melilla, ¿cómo te planteas el proyecto?
- Empecé este trabajo en Ceuta en 2011. Por aquel entonces estaba estudiando un curso en el que nos encargaron un trabajo en el representáramos la frontera, sin especificar cuál ni cómo. Lo que hice fue mirar el mapa de España y me sorprendió mucho que una de ellas estaba en Marruecos, siendo la frontera de la propia Unión Europea. Cuando empiezo un proyecto creo un esquema que me marca los puntos que tengo que cubrir. En este caso era muy simple a nivel narrativo. Un viaje de un punto A a un punto B con un obstáculo entre uno y otro. Me sirve mucho tener una estructura porque me da libertad después. Me gusta contar una historia. La estructura más simple es la fábula: unos héroes, que en este caso son los migrantes, y unos oponentes. La valla misma es un personaje, representa el impedimento, el obstáculo que tienen que pasar. Si no tienes todas las piezas la historia no se entiende.
- Un planteamiento esquemático al que después hay que añadir la implicación del día a día, ¿hay una intencionalidad, quizá política, por tu parte como fotógrafo?
- Lo que más me interesa es que se sepa la historia. Cuando se cuenta lo que pasa en las fronteras siempre se habla de emergencia, nunca hay un relato. Grecia, la valla… el periodismo mainstream lo trata siempre como algo excepcional, algo que de repente ocurre. Mi rol como storyteller es hacer lo contrario, tener una mirada más reflexiva. Contar la historia desde todos los puntos de vista porque sino caes en la trampa de ser superficial, de la emergencia. Me interesaba mucho estar allí, escuchar y hablar. Tengo un audiovisual donde los propios migrantes cuentan sus historias, donde se cambia el punto de vista: les doy voz y son ellos los que cuentan su historia. Quiero que la gente vea lo que pasa, el recorrido y la razón por la que lo hacen. Mi punto de vista, obviamente, es empático con su causa, pero también entiendo que es mucho más complicado que decir: no tienen que haber fronteras. Cuando se trata más en profundidad, sin embargo, en cuando se puede establecer una conversación serena sobre la inmigración.
-¿Realmente existe una conversación serena?¿Se hace un buen uso de vuestro material?
-Hay buenos ejemplos de relatos por parte de los medios de comunicación, pero realmente la inmigración es un tema tabú que sólo se trata como una emergencia. Recuerdo cuando empecé a trabajar en Melilla: estaba completamente solo. Al final estaban televisiones españolas, la BBC… aunque no había tantos saltos, la situación era exactamente la misma que hacía años.
- Como fotógrafo, ¿debes ser un espectador o también un actor?
- No creo en la verdad, no creo que existen los hechos como tal. El concepto de verdad es muy romántico. Como fotógrafo documental creo en la honestidad de la mirada, cuando vas allí tienes que contar de la manera más honesta posible lo que has vivido. Eso significa también implicarse, tampoco creo en la objetividad. No existe, es un mito.
-Hablamos de impactos, de emergencia, precisamente cuando ahora la llamada crisis migratoria está generando contenido mediático y centrando el discurso político, ¿cuáles son tus impresiones al respecto?
-Cuando estaba en Melilla veía cosas que, al verlo reflejado en medios, era una parte muy parcial. No se puede llegar a entender bien un hecho solo con una nota informativa. Hay que mirar varias fuentes. Por ejemplo, recuerdo que cuando había un salto nunca se reflejaba el número de heridos que dejaba la policía marroquí o la Guardia Civil. Nunca se contaban las redadas en el monte, el aparato de seguridad y represor: era una carnicería. Cuando saltó la noticia de las devoluciones en caliente vi perfectamente como funcionaba el aparato informativo junto con el gobierno. Al principio no existían, no se podía hablar de ello y se negaba. Después salieron fotos y ya no se podía negar, ¿la reacción? Barra libre para fotografiar las devoluciones en caliente, mientras que antes te borraban la tarjeta de memoria.
- Una de tus imágenes más celebradas es aquella que un marroquí se esconde bajo un vehículo del cuerpo de seguridad español durante un salto, ¿cómo recuerdas ese momento?
- Después de seis meses allí y todavía no había presenciado un salto. Además acababa de nacer mi hija y viajaba constantemente. Ese fue mi último día en Melilla y me avisaron de que empezaron a saltar. Recuerdo un choque entre la policía y los migrantes, mucha gente corriendo. Debajo del coche no solo había uno, sino dos personas escondidas para no ser capturadas. Yo estaba fotografiando a una persona que estaba tendida en el suelo cuando lo vi allí. Después lo vi en el CETI, les hice un retrato, aunque no es muy bueno. Muchos de ellos han acabado en Alemania.