Jimmy Kimmel orquesta una gala divertida, plagada de mensajes anti Trump y que finalizó con un memorable error en la lectura del ganador a mejor película: 'La La Land' subió a recoger el premio que fue para 'Moonlight'
VALÈNCIA. La industria del cine en Estados Unidos, no sin disidentes, ha decidido ponerse de frente al Gobierno de Donald Trump. Pese a la corrección política de la presidenta de la presidenta de la Academia, Cheryl Boone (“el arte no tiene religión, no es de un solo país”) las miradas se toparon con un lacito azul sobre algunos de los vestidos y esmoquins de la noche. Era el símbolo de apoyo a una organización por los Derechos Civiles que, además, no fue el único que sirvió desde la alfombra roja y el plato teatral para mostrar su oposición con las políticas del Estado. El gesto uniformó a buena parte de los invitados con el medido y sardónico discurso de Jimmy Kimmel, que fue de menos a más en una de las mejores conducciones en lo que va de siglo para una gala que sirvió para celebrar el dominio comercial del cine estadounidense.
La 89ª edición de los Premios Óscar será recordada por un error sin precedentes y en el último minuto: Fred Berger, que recogía el premio a la mejor película como productor de La La Land, se dio cuenta de que en el sobre aparecía el nombre de Moonlight. Con toda deportividad y con más de medio discurso de agradecimientos ya lanzado, rebobinó sobre sus pasos y dijo: "no es una broma. El premio es para Moonlight". Nervios, confusión, miradas perdidas entre Kimmel y un avergonzado Warren Beatty que había entregado el premio, pero el histórico traspiés ya era tan original como cierto.
La La Land fue la gran vencedora de la noche, aunque no la mejor película para la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood. Barry Jenkins subía emocionado a recoger su gran premio por Moonlight, la culminación de "un sueño" con esta película de evidente compromiso social en distintas direcciones. Y no fue el único reconocimiento: pese al referencial trabajo de Jeff Bridges en Comanchería, el premio al mejor actor de reparto fue para Mahershala Ali por el film, además de un tercer Óscar -mejor guión adaptado- para la brillante obra de Jenkins y Tarell Alvin McCraney. Una vez más en los Óscar, la ganadora a la mejor película tuvo una cosecha corta de reconocimientos, pero suficiente como para que el foco se pose sobre su equipo artístico y técnico en adelante.
Como en el final de la película, en esa conclusión de doble lectura, la del vaso medio vacío pareció apoderarse anoche de La La Land al no hacerse con el principal premio y teniendo en cuenta la carrera por las estatuillas, ya que las nominaciones le permitían ser la película más premiada de la Historia. Sin embargo, la Academia destacó la labor del director más joven en obtener este reconocimiento, Damien Chazelle, que a sus 32 años y tras siete mejores directores no estadounidenses consecutivos, arrasó con otros cinco galardones y ya suma nueve después de sus tres primeros Óscar con Whiplash (2015).
Emma Stone sumó uno de esos seis premios, el de mejor actriz, gracias a una interpretación sobre la que muchos han hecho ciertas analogías con su propia biografía. La jovencísima de Arizona se impuso a trabajos como los de Isabelle Huppert (Elle), Ruth Negga (Loving) o Natalie Portman (Jackie). Emocionada y generosa, Stone agradeció tanto a Chazelle como a Ryan Gosling haber permitido la consecución de su particular éxito "en esta experiencia maravillosa".
El sueco Linus Sandgren ganó el premio por la mejor fotografía en el film de Chazelle, uno de los galardones más discutibles de la cosecha por el gran nivel de algunos de sus competidores (Bradford Young, La llegada; James Laxton, Moonlight; Rodrigo Prieto, Silencio). Justin Hurwitz sumó para la causa los más esperados premios a la mejor banda sonora y canción original por ‘City of Stars’. Y a estos se les sumó el premio al Mejor Diseño de Producción.
El capítulo añadido de los otros grandes premios estuvo protagonizado por otro film de escueto presupuesto: Kenneth Lonergan, el guionista de Gangs of New York, Una terapia peligrosa o Puedes contar conmigo, logró el Óscar al mejor guión original por Manchester frente al mar. Director de la misma, como de Puedes contar conmigo, el neoyorkino logró colarse en la gala con su premio por una película de apenas nueve millones de dólares. Casey Affleck, mejor actor, logró su particular éxito con ese papel escrito por Lonergan casi a medida para su control sobre la tragedia y los silencios que explora el film. Dos estatuillas y un reconocimiento más que merecido para una de las mejores tragedias a concurso en esta ceremonia.
Desde el Dolby Theatre hacia el mundo y desde fuera hacia Estados Unidos. El cine iraní –Irán, precisamente- rascó una estatuilla con El viajante, gracias a la que su ya oscarizado escritor y director, Asghar Farhadi, ofreció un discurso leído de lo más duro contra Trump. Su no presencia en la gala se justificó “por respeto a mi país y a los otros que han participado en la película y cuyos ciudadanos han sido mal tratados cuando han intentado entrar en Estados Unidos”. Podría parecer una postura política en un sentido deliberado, pero al director de fotografía de The White Helmets, ganadora anoche al mejor cortometraje documental, un joven iraní de 21 años, se le negó la entrada al país. El viajante, por cierto, es un excelente film mucho más próximo al canon americano que Toni Erdmann, masajeada por la industria y crítica europea y entre las favoritas. Una comedia de dos horas y media quizá demasiado particular para los académicos.
Más explícito fue el actor y productor mexicano Gael García Bernal: “como mexicano, como latinoamericano, como ser humano, estoy en contra de ninguna forma de muro que nos separe”. Su discurso fue ovacionado y respondido por la naturalidad de un Kimmel que en el mencionado discurso llamaba a cambiar la división del país “desde uno mismo”. Quiso predicar con el ejemplo con uno de los mejores gags en los Óscar de lo que va de siglo: el anfitrión hizo pasar a uno de los típicos autobuses de tour turístico desde el ‘Paseo de la Fama’ al interior del teatro. La escena entremezcló en la primera fila del teatro a ciudadanos de todo tipo con la estrellas. Sin saber si soltar el móvil para grabarlo todo o darle la mano a sus ídolos, el momento sirvió para relajar –al menos por un momento- el tono crítico general y, sobre todo, la distancia entre estrellas y ciudadanos. ¿Dos países o uno solo?
Las ‘dos Américas’ volvieron a evidenciarse con uno de los premios más controvertidos de la noche se lo llevo O.J.: Made in America, mejor documental. Desde la pasada madrugada, este film dirigido por Ezra Edelman es la película más larga premiada nunca en los Óscar. De hecho, ha sido presentada por ESPN como una serie (también en España) y sus casi ocho horas parecen no haber sido un obstáculo para los académicos de Hollywood. Sin duda, es una de las producciones más interesantes del pasado año, aunque mucho menos arriesgada que I am Not Your Negro, que hubiera sido una muy digna vencedora.
Mejor Corto de Ficción: Sing.
Mejor Corto Documental: Los Cascos Blancos.
Mejor Montaje: John Gilbert por Hasta el último hombre
Mejores Efectos Visuales es para: El libro de la Selva
Mejor Película de Animación: Zootrópolis.
Mejor Corto de Animación: Piper.
Mejor Actriz de Reparto: Viola Davis por Fences .
Mejor Mezcla Musical: Hasta el último hombre.
Mejor Montaje Musical: La llegada.
Mejor Vestuario: Animales fantásticos y dónde encontrarlos.
Mejor Maquillaje: Escuadrón Suicida.