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El punt

La memoria histórica del activismo en València se traslada al barrio de Torrefiel

El Punt celebra este domingo una jornada de actividades abiertas al público para dar a conocer su nuevo local. Visitamos las nuevas instalaciones de este centro de documentación, esencial para conocer las raíces de la cultura de la autogestión en nuestra ciudad

25/04/2024 - 

VALÈNCIA. El Punt, conocido por ser el mayor archivo documental sobre la historia del activismo antagonista y libertario de Valencia, ha dejado su icónico emplazamiento en el barrio del Carmen para trasladarse a un local mucho más amplio en el periférico barrio de Torrefiel. Concretamente, en la calle Josep Esteve, 46. Es un cambio sustancial (pasan de 60 a 200 metros cuadrados), que les permitirá ofrecer un programa de actividades culturales más extenso y, sobre todo, continuar con su labor de recuperación y catalogación de libros, fanzines, carteles y publicaciones periódicas de todo tipo.   

Esta biblioteca social y de espíritu crítico, que ellos definen más concretamente como Espai de Lliure Aprenentatge, está nutrida principalmente por documentos y publicaciones no comerciales cuya difusión fue en su día muy limitada tanto en número de ejemplares como en distribución geográfica. Esta peculiaridad tiene un valor histórico importante para investigadores académicos y particulares interesados en profundizar en las raíces de la cultura de la autogestión, el feminismo, la okupación y las luchas vecinales, el ecologismo, la libertad sexual, entre muchos otros temas. 

En total, cuentan con más de 3.000 libros de ensayo, novela, poesía y teatro; miles de publicaciones periódicas (cómics, fanzines, boletines de noticias libertarios y revistas); cientos de carteles y pegatinas de conciertos, manifestaciones, así como correspondencia y documentos de gestión interna de colectivos sociales. Digamos que su punto diferencial con respecto a las bibliotecas convencionales es la abundancia de “incunables modernos”, principalmente del ámbito local, pero también nacional e internacional. En estos momentos, cerca del 70 por ciento de los fondos de El Punt están catalogados y en fase de digitalización. El objetivo a largo plazo es poner a disposición del público todo este legado documental a través de la web de la asociación. 

Foto: EVA MÁÑEZ

El Punt está formado por cerca de cuarenta socios, doce de los cuales constituyen el núcleo que trabaja de forma más activa en la adquisición de nuevos fondos, la catalogación y digitalización de los mismos, así como en la organización de presentaciones de libros o exposiciones. Es un trabajo voluntario que llevan a cabo de forma muy organizada y según la disposición de tiempo de cada uno de ellos y ellas. “Aquí siempre hay mucho trabajo que hacer, porque recibimos constantemente donaciones de particulares y colectivos que se deshacen, a lo que hay que añadir las adquisiciones e intercambios que hacemos puntualmente. Intentamos no comprar títulos actuales, que son más fáciles de encontrar”, explica Mac mientras nos enseña algunas de las últimas entradas. Entre ellas, un ejemplar de 1978 de la revista literaria Ajoblanco y varios números de una revista feminista llamada Nosotras (que nos queremos tanto) y editada en Madrid en 1989. Leemos de refilón uno de los temas de portada -“La mala interpretación: hacia un vocabulario sexual más preciso”- y no podemos evitar pensar en lo viejos que son algunos de los asuntos que centran el debate público contemporáneo. Cuántos de estos viejos reportajes y artículos de opinión, impresos en pequeñas revistas polvorientas y desteñidas, abordaban cuestiones que en su día se consideraban marginales, radicales o intrascendentes. Qué curioso cómo, décadas más tarde, muchos de estos temas ninguneados han llegado por fin a la superficie.

Exposición del ilustrador David Chichkan sobre el frente ucraniano

Hablamos con Mac, Viruta y Jose, tres de los socios más activos de El Punt, cuya experiencia en colectivos de autogestión se remonta a varias décadas atrás, cuando eran adolescentes. Estos días están inmersos en la doble tarea de finalizar el traslado y la colocación de archivos y libros en las estanterías y la organización de la fiesta de inauguración de la nueva sede, que tendrá lugar el próximo domingo 28 de abril. La jornada comenzará a las 12 horas y finalizará por la tarde. Entre las actividades programadas está la presentación de dos fanzines: Queer: Arxiva, mariconea, investiga, y Punk y Educación, un taller de estampación, un concierto acústico del cantautor valenciano Pepe Ruiz y un “Bingo Musical”. 

Además, gracias a la amplitud del nuevo local en Torrefiel, será cada vez más común encontrar exposiciones abiertas al público. El día de la inauguración, los visitantes podrán ver dos muestras: Con cintas y banderas, del ilustrador ucraniano David Chichkan y la reposición de la muestra Ruido de Rabia: Valencia HC/PUNK, que sigue con paneles informativos y diverso material gráfico la evolución en la ciudad de géneros musicales tradicionalmente alejados de la industria y los circuitos comerciales.

Con cintas y banderas es un proyecto personal en el que Chichkan comenzó a trabajar cuando estalló la invasión a Ucrania por las tropas rusas de ocupación. Esta serie gráfica, que comenzó su itinerancia en el museo de arte de Odesa, muestra a participantes de movimientos socialistas anarquistas y antiautoritarios, tanto ucranianos como internacionalistas, que defienden a Ucrania en las filas de las fuerzas armada, la guardia nacional y la inteligencia, o que ya han muerto en esta contienda. De este modo, el proyecto pretende revelar la diversidad de opiniones políticas de los individuos y grupos sociales que comparten filas en el frente de Ucrania. En su mayor parte, los retratos que componen esta exposición han sido extraídos de fotografías colectivas tomadas por los propios militares y que han sido publicadas en redes sociales o se han facilitado directamente al artista.

Foto: EVA MÁÑEZ

La antigua sede del mítico sello de música electrónica Prodisc

El nuevo local de El Punt cuenta con una gran planta baja y un enorme sótano que en su día acogió el estudio de grabación y las oficinas del sello discográfico Prodisc, fundado por el empresario, productor y dj valenciano José Conca. Un cartel de la discoteca Chocolate y una pegatina -además de varios discos abandonados- confirman el mítico pasado “bakala” de este lugar. En los años noventa, Prodisc llegó a ser una de las casas de discos más importantes dentro de los circuitos nacionales de música de baile. 

El cambio ha sido un salto al vacío, nos dicen, pero era necesario. “Más que el local anterior, echaremos de menos la plaza peatonal que teníamos enfrente en la calle Garcilaso -dice Viruta-, pero tampoco hemos perdido la vinculación, porque el antiguo espacio se lo ha quedado el colectivo Falles Populars i Combatives, con los que colaboramos mucho. Muy cerca de allí está otro “local amigo”, la Associació Cultural i Gastronòmica Vegana La Mandrágora, donde por cierto se organizará un cenador especial el 28 de mayo para recaudar fondos para la nueva etapa de El Punt. 

Los problemas de almacenamiento que sufría El Punt durante los últimos años, que les llevó a apilar libros y decenas de carpetas sin catalogar llenas de valiosos carteles, se ha revertido drásticamente. Tanto es así, que ahora tienen espacio suficiente para compartirlo con otros proyectos independientes como el taller de serigrafía Gráfica de Combate y un colectivo que se dedica a la reparación de aparatos para combatir los procesos de obsolescencia programada.

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