Sus familiares ponen en marcha una cuenta para seguir difundiendo su extensa producción
“Bueno, en realidad lo de la pintura es una tapadera, mi verdadera actividad es el arte”
Joan Verdú (1959-2017)
VALÈNCIA. Una obra de arte es el testimonio permanente de un impulso creativo. Algo que, parecido a la energía, no se destruye, sino se transforma. Una pieza artística colgada en una pared, grabada en un disco o puesta en una pantalla es la constatación de que alguien la ha creado, y eso es una reivindicación implícita de la vida de aquel o aquella que lo ha creado. Estas afirmaciones, algo abstractas pero comprensibles, parecen tenerlas bien claras los familiares de Joan Verdú, el pintor de Alzira afincado en Alginet, que falleció en noviembre de 2017, víctima de un cáncer.
Parecen tenerlas claras porque Verdú era una persona tremendamente inquieta que nunca dejó de producir obras, dejando como legado una cifra superior a los dos millares de piezas en más de 25 años de carrera. “Teníamos dos opciones después de su fallecimiento: respirar profundo y dejarlo todo pasar, o respirar y hacernos cargo de su obra”. Estas son las palabras de Tomás Verdú, hijo del artista e impulsor de una peculiar manera de mantener vivo el legado artístico de su padre: a través de una cuenta de Instagram desde la que irá subiendo poco a poco el catálogo de padre.
“Mi empeño personal es el de que mi padre sea conocido por el máximo número de gente y durante el mayor tiempo posible”, explica. Por eso, contactó con Lucía de Lope para poner en marcha una web a modo de museo virtual. De Lope, que ya había maquetado junto a Tomás Verdú el último catálogo del artista, fue la que le recomendó empezar por las redes sociales, y desde entonces, como si de un ilustrador de la generación Z se tratase, la cuenta de Instagram de Joan Verdú se ha convertido en una ventana informal y directa a través de la cual asomarse a su arte.
La cuenta de Instagram ya ha despertado el interés de gente más allá de los familiares y amigos cercanos, y ha encontrado un nuevo nicho en el que la contemporaneidad y el lenguaje fresco del arte de Verdú se puede desenvolver perfectamente. Para su hijo Tomás, el proyecto “no tiene nada que ver con una obligación o un compromiso familiar, sino que es todo un placer, un precioso empeño”, poder pasar tiempo diariamente en revisar sus obras y sus columnas para poder continuar su complejo legado. Por su parte, Lucía de Lope, y a pesar de conocer la figura como artista cuando este aún vivía, ha podido acercarse “de una manera muy gratificante” a un plano mucho más cercano y personal de Verdú a través de su obra y de su familia, con la que trabaja ahora codo con codo.
La vida de Joan Verdú no ha estado exenta de polémicas y de giros inesperados que han marcado su carrera artística. Empieza la misma en el terreno del dibujo, consiguiendo premios y premios a nivel autonómico de certámenes que quedaban encantados con él. Se convirtió en el protegido de algunos de los mejores artistas locales de la época, “pero un gran talento muchas veces viene asociado a una enfermedad mental”, según cuenta el propio Tomás Verdú, “y mi padre fue uno de esos casos”.
Sus críticas feroces a la gestión de Consuelo Císcar, y al resto de unas instituciones artísticas que miraban siempre hacia a los mismos, no le facilitó las cosas en la ciudad. Se convirtió entonces en una especie de outsider, en alguien que estaba pero a quién nadie le reclamaba, alguien deseado pero lo justo. Mientras tanto, todos los días y a todas horas, se dedicaba a lo que más le gustaba: producir y producir.
En el momento de su fallecimiento tenía ya comprometidas cinco exposiciones, que se han desarrollado en su mayoría. Pero su contemporaneidad y su carisma humorística y su dominio del surrealismo le seguirá llevando, a título póstumo, por diferentes espacios próximamente, como el Centre del Carmen.
La obra de Joan Verdú, cercana al movimiento pop, siempre ha querido apropiarse de los iconos para desarrollar un feroz pero divertido enfoque de algo más allá de aquello tan abstracto que se dice sociedad. Sus últimas investigaciones artísticas le llevaron a cuestionarse su propia enfermedad a partir de la psicología, un trabajo inacabado que su familia no quiere apartar de esta nueva vida que están consiguiendo sus obras.