No tenía pensado ir, y mira. Lo que se descubre por ahí
Azotea de la torre Alcachofa. Me encuentro tomando el sol tranquilamente en mi tumbona, cuando mi secretaria aparece con un teléfono rojo sobre una bandeja.
- Señor, tiene una llamada. El señor Terrés por la línea uno.
- ¿Eh? Así no, Meredith. ¿Cómo te he dicho que anuncies esas llamadas?
- ¿De verdad tengo que hacerlo?
- Por supuesto.
- Señor, tiene usted una llamada terresfónica.
- ¡¡JAAAAAH!!
- Es usted muy idiota, señor. Me veo en la obligación de recordárselo.
- Ay, bueno... puedes retirarte. ¿Hola?
- ¿Tipo que? ¿Cómo lo llevas?
- Ey, Jota te ¿Qué pasa? ¿Mucho hedonismo este verano?
- Y todo el año, muchacho, esto es una forma de vida. Oye, es hora de volver, la gente necesita bares. ¿Qué tienes para esta temporada?
- Pues pensaba colarme en un casal fallero la semana que viene. Tal vez un especial "cenas de sobaquillo en ofrenda". Adentrarme en sus costumbres, fundirme con el entorno, ya sabes.
- No está mal, pero necesito algo para el jueves.
-¿El jueves? Pero eso es mañana, tendría que buscar un bar ahora mismo.
- Sí, porque si no, igual te hacías una lasaña al microondas para cenar ¿verdad?
- Admito que alguna posibilidad hay de que fuera a salir.
- Lo espero mañana en mi mesa. Nos vemos. -Clic-
Vamos a ver, La Sacristía no es un bar al uso, es uno de esos que no tienen cocina, pero tienen fiambres y latas de calidades muy locas. En el cartel de la puerta pone "Nuestros vinos no nos caen del cielo... son de autor", y justo debajo, hay un cartel de "se traspasa por jubilación", así que por lo que veo he llegado justo en la prórroga. Entro, echo un vistazo. Mogollón de carteles taurinos, alguna virgen, botellas de vino por las paredes...vino y toros, toros y vino, esta gente tiene claros sus gustos. El sitio da como para echarse la tarde mirando las paredes.
Dentro reina un ambiente poderosamente Alameda. Un señor con menorquinas y pelo rizado engominado hacia atrás, discute con otro mientras se toman una cerveza en una mesa-barril.
- Eso no es así, Antonio.
- ¡Que te digo yo que es así! - Manotazo en la mesa.
- Pero hombre, no te enfades.
- No me enfado, lo que pasa es que soy una persona de principios.
Buah nano, aun no estoy ni sentado y ya tengo toros, y personas de principios. Esto promete. ¿Eso que suena es Jose Manuel Soto, o Los chikos del maíz? Ah, no, es Soto.
Mi sutil intuición de House puesto de Vicodina me dice que el local lo lleva un matrimonio. Él lleva camisa y pantalón negro, a lo Raphael, pero realmente se da un aire como a ...¿Michael Keaton? ¿Ed Harris, tal vez? Ella entra y sale de la cocina, mientras su marido corta jamón con precisión samurai. A él lo llaman "el socio" y ella es "la reina".
No hay carta, lo que tienen está escrito en pizarras sobre la pared, todo entre cinco y nueve pavos más o menos. Voy a catar unas sardinillas y un poco de lacón para empezar.
Vale, pues te diré que las sardinillas están que flipas. Obviamente vienen en lata, con lo que el mérito es de la sardina, pero no son de estas que tienen una espina dura en el centro, para nada. Están como cremosas, desespinadas, son sardinas de marca, con bien de Omega 3. Puntazo.
El lacón en cambio, meh. Es jamón de york un poco más ácido. La pimienta y el aceite le dan un rollo, pero la verdad es que te lo puedes ahorrar tranquilamente.
La señora nos avisa de que hay titaina hecha por ellos. Se ve que no tienen cocina, pero algún plato por encargo, o algo ocasional sí que hacen. Bueno, pues sale en una cazuelita de barro. Aparentemente una titaina normal pero...oh.
La Sacristía es una especie de bodega Fila, pero para gente con barco.
Al probarla pasan cosas, siento vida, siento la gracia de yisus craist. Cada ingrediente viene en tropezones gordos y todo se nota, ahí está el pimiento, ahí está la tonyina, sabe no solo a chup-chup, sino a chup-chup-chup. Aquí hay tremendo guisote. ¿Puedo haberme topado con mother of all titainas? Creo que sí. Pena que es de noche y el pan no está muy allá, pero con esto te empujas una hogaza sin miramiento ninguno. De verdad que está que te cagas. Es el muro de Berlín cayendo, mientras Withney Houston canta la del guardaespaldas, pero hecho titaina.
Mucho ojito con el jamón. Cortado at the moment. Tienen raciones, y medias raciones, de bellota o de cebo ibérico. Pedimos media de cebo por probar, y eh, atentos a eso. Cierto es que las lonchitas iban bien cargadas de grasa, pero me cago en mi vida, que cosa. Si me dicen que es el de bellota me lo creo. Espectacular, de los que te dejan rasposita la lengua.
Exclusivamente por gula, pedí la caballa con pimientos. Bueno, también había algo de curiosidad por si existía la conserva de caballa con pimientos como tal, pero no, es la fusión de dos latas distintas. Tampoco tiene nada, y menos viniendo detrás del jamón.
La cuenta nos la traen escrita a mano. Todo eso, y dos copas de vino que nos puso el hombre (Ribera, Conde de San Cristóbal, temperatura perfecta), 45 pavetes. La verdad es que me fui contento. La Sacristía es una especie de bodega Fila, pero para gente con barco. No siendo el mayor fan de los bares "de producto", creo que es un muy buen sitio al que ir a picotear algo.
¿Gozará de amplio aparcamiento, también en fallas? Sabes que sí.