ALICANTE. Lo veo por la calle. Lo confirmo en mis conocidos. La confrontación está latente. El pantalón campana va ganando la batalla. Las perneras se han hecho grandes, los setenta y ochenta han vuelto. El recuerdo de Studio 54 se respira en el streetstyle.
Los pitillos llevan alrededor de diez años en nuestros armarios y estilismos, lo que significa que su desaparición está cada vez más cerca. Aunque su despedida ha sido varias veces anunciada en estos últimos años, lo cierto es que no acaba de convencernos eso de tener que olvidarlos. Hay algo que tienen los pitillos que nos hace caer de nuevo en su tentación. Puede que sea un tema de comodidad o que simplemente nos hayamos adaptado tanto a esa silueta que cueste verse con otras. El caso es que después de unos años, toca cambiar y evolucionar nuestros estilos. De eso trata la moda, ¿no? De decir 'adiós' de forma temporal a viejos amigos y atreverse a salir de la zona de confort.
Muchas veces se ha confirmado que los pantalones pitillo no son buenos para la circulación de nuestras piernas. La moda de llevar un vaquero tan apretado y ceñido pasa factura en nuestra piel. No hace falta ir dentro de una segunda piel para decir al mundo que tenemos unas piernas bonitas. La figura será igual de atractiva si llevas otro tipo de pantalón que, además, te deje respirar.
La moda, como el día a día, no para de evolucionar. Hombreras y prendas oversize conquistan cada temporada las pasarelas. Tan solo tenemos que echar la vista atrás para fijarnos en la recién celebrada Semana de la Moda Masculina de Milán, o en Madrid, si es que no queremos cruzar fronteras. La sensualidad fue explorada de forma fluida y audaz, pero ya no de forma ecléctica y excéntrica.
Entre las siluetas setenteras alargadas de sacos con solapa de pico, pantalones acampanados y abrigos largos hasta el suelo, en Milán se alternaron piezas statement como pantalones con lentejuelas o largas faldas sastre con un slit frontal. El equipo de Gucci quiso proponer su visión de los esenciales del guardarropa masculino contemporáneo y lo hizo a través de una colección que te podrías poner directamente salida de la pasarela. Además de beanies negros y tops con escote pronunciado, el hilo conductor de la propuesta es la influencia británica. Desde la estética glam rock con mucho brillo y toques punk DIY hasta el estilismo de Lady Di con botas Peter Pan y pantalones oversize.
Para mí, que fui un devoto de los vaqueros pitillo en la década de los 2010, ponerme un denim gigantesco es salir muy, muy fuera, de la zona de confort. Los vaqueros skinny llevan muertos socialmente desde que la Generación Z los mató en 2020 y todo empezó a girar en torno a las siluetas baggy. Pero ¿de qué hablamos cuando lo hacemos de estilo baggy?
Vimos a Bella Hadid con unos vaqueros holgados irresistibles tras el desfile de alta costura de Balenciaga en París el año pasado. Ahí, el mundo hizo click. Los baggy, paperbag o tapered se caracterizan por contar con pierna ancha, de estilo bombacho. Suelen tener una cintura alta, pero talle bajo, y se ajustan gracias a su cintura elástica, cintas o cinturones. A veces incluso la propia cinturilla del pantalón se ajusta de tal forma que parece que no los llevemos puestos.
España se divide entre aquellos que dicen que jamás volverán al pitillo y los que se resisten a abandonarlo. Pero recordad, señoras y señores, las modas duran diez años y en una década volveremos a ir dentro de nuestras segundas pieles denim. Disfrutemos de nuestra libertad mientras podamos porque la vuelta está asegurada. La moda es cíclica –por mucho que nos repatee por dentro escucharlo–.
Y así, sin más, descubrí que un país se debatía entre pitillos y campanas.