CASTELLÓ. ¿Se puede seguir negando el cambio climático? Después de estos días en los que el calor sofocante ha alcanzado por momentos los 44,7 grados, ¿se puede seguir obviando los efectos del calentamiento global? La comunidad científica lleva tiempo advirtiendo que las acciones del ser humano han alcanzado tal nivel de impacto en el entorno que es difícil poder frenar los cambios ambientales globales. Pero no solo las altas temperaturas son el problema, en medio siglo han desaparecido la mitad de las especies del planeta.
"Excesos, desajustes y cambios irreversibles demandan medidas urgentes que no llegan", manifiesta Mónica Carabias Álvaro. La historiadora y doctora en Arte Contemporáneo acaba de publicar un artículo, dentro de la revista feminista Asparkía de la Universitat Jaume I, en el que analiza una serie de casos donde queda evidente que la emergencia climática es la principal preocupación del denominado 'ecofeminismo'. Más concretamente, expone el trabajo de Stefahie Herr y Gabriela Rivera, dos artistas que en sus obras desafían o denuncian las consecuencias del modelo de vida actual capi.
"James Moore defiende que, aunque la humanidad es responsable de la crisis ecológica, no todos los pueblos o culturas han contribuido históricamente de igual manera. De igual modo, insiste en la necesidad de reconocer que las consecuencias que estamos padeciendo resultan del capitalismo, que explota a las personas y recursos naturales y distribuye desigualmente la riqueza y el poder del dinero. Moore califica, por ello, la actual crisis como capitalógena. Es decir, hecha por el capital. El ecofeminismo contribuye desde hace décadas a esta reflexión sobre la necesidad del cambio de modelo de vida actual", señala la profesional.
Autoeducar, respetar la naturaleza, reciclar y dejar de contaminar son los pilares sobre los que se apoya el econfeminismo. Unos objetivos que "no deberían considerarse una utopía", señala la historiadora. "La reciente pandemia ha resultado, claramente, una oportunidad desaprovechada".
Stefanie Herr y el consumo masivo de alimentos
Stefanie Herr es una artista visual y arquitecta alemana que se instaló por el año 2002 en Barcelona, desde donde empezó propiamente a crear. En el año 2007 empieza una trilogía centrada en las bandejas de comida de los supermercados. Repletas de ironía visual, Herr reflexiona sobre el impacto medioambiental de la superproducción y el consumo masivo de alimentos. Todo ello a través de la escultura topográfica y fotográfica.
"Para mí, el arte no es un producto de consumo, sino un vehículo de cambio. Creo que las artes visuales están cobrando especial impulso como canal a través del cual la gente se interesa por los problemas medioambientales", afirma la misma artista.
En la primera de sus series, 'FA0 77', Herr reflexiona sobre cómo los peces y otros animales acuáticos se han convertido en mercancía, dejando de formar parte del ecosistema. Y es que en 2012, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) informó de que la pesca comercial representaba una de las mayores amenazas para la biodiversidad marina y que el 87% de las pesquerías del mundo estaban explotadas o sobreexplotadas. "La naturaleza ha sido descabezada, eviscerada, fileteada, pulcramente envasada y debidamente etiquetada", denuncia Herr.
De aquí que su segunda serie se enfocara en los supermercados, en concreto en la cadena comercial Alcampo. "¿Qué hay de natural y del campo en estas bandejas de comida de Alcampo? La idea de la desconexión creciente de la sociedad actual con la naturaleza, junto al impacto medioambiental producido por la superproducción y el consumo masivo de alimentos, por los animales humanos, recorre las nueve esculturas que conforman la serie", explica en su artículo Mónica Carabias.
En 'Happy Hunting Grounds', la alemana interpela al espectador y le pregunta si alguna vez se ha imaginado que todas esas porciones de carne volvieran a la vida. "Algunos niños nunca han visto o tocado una vaca real en su vida, pero están perfectamente familiarizados con los fingers, las hamburguesas, las albóndigas o incluso la carne picada con forma de Mickey Mouse. La mayoría de las personas no tienen idea de dónde provienen sus alimentos y lo más probable es que ni siquiera piensen en ello".
Gabriela Rivera, arte y reciclaje
Gabriela Rivera es una artista chilena afincada en España desde 2018, que trabaja con el cuerpo como soporte principal. Pero no solo se centra en el cuerpo de la mujer, desde el comienzo de su obra ha trabajado con materia orgánica que iba descomponiéndose. Explica la historiadora que el temprano vegetarianismo de Rivera condicionó, de alguna manera, la dirección de su investigación y elección de material creativo: la carne. "La visión de cientos de animales colgados, exhibidos como mercancías en el centenario Mercado-Matadero Franklin avivó su interés".
En Bestiario, la artista cubre su rostro con máscaras de animales reales o ficticios que ejemplifican varios de los insultos comúnmente proferidos a las mujeres, como perra, zorra o pájara. Cada una de estas máscaras las fabrica manualmente con vísceras, entrañas o pieles que corta, cose, borda, grapa y moldea. "Se trata de una doble denuncia, por tanto, del maltrato hacia las mujeres y los animales y al sistema capitalista", explica Mónica Carabias.
Fue en Kuyentun. Descolonizando Sangres y Saberes Menstruales donde pasó a centrarse en su propio cuerpo. La artista fotografía sus menstruaciones mientras abandona los productos higiénicos elaborados por la industria. Rivera fábrica sus propias compresas con tela que borda con hilo teñido de sangre y convierte esta en su soporte de expresión.
"La idea es reivindicar otras formas de entender el mundo vinculándose con su propia sangre menstrual, considerada tabú. No se habla de la menstruación: resulta algo vergonzoso, negativo, incómodo; existe, incluso, una extensa literatura popular. En el arte existe una tradición en el uso de los fluidos corporales, sin embargo, no abundan las obras con sangre menstrual. En resumen, los dos trabajos comentados se originan a partir de la práctica artística cotidiana, donde se explora, a partir del uso y reciclaje de los materiales orgánicos, el mundo en el que vivimos, expresarlo, denunciarlo, proclamarlo, exhortarlo".
*Puedes leer aquí el número 42 (2023): Ecofeminismos a través de la historia del arte: naturaleza, género y educación.