el equilibro entre la dieta y el planeta centra el ciclo

Las últimas tendencias del cine gastronómico se paladean en la Berlinale

Reflexiones sobre el cambio climático, la desigualdad de género y las injusticias sociales se proyectan en la sección Culinary Cinema

15/02/2019 - 

La Berlinale suma 13 años programando una sección paralela donde confluyen audiovisual y gastronomía, Culinary Cinema. En este foro internacional se cuecen, en sentido literal y figurado, las últimas tendencias tanto de la alta cocina como de los documentales y ficciones dedicados a plasmarla. Con sus luces, sus sombras y el retrato de sus protagonistas. Del 10 al 15 de febrero se ofrece a los espectadores seis programas dobles con proyección y cena posterior a cargo de un chef internacional.

Este nicho cinematográfico ha crecido significativamente en la última década en paralelo a la eclosión de los chefs estrella y la preocupación por cómo nos alimentamos y de qué manera se produce nuestra comida.

“Los directores de ficción tuvieron una aproximación al cine sobre alimentación hace una década, con títulos como Ratatouille (Brad Bird, 2009) y Julie & Julia (Nora Ephron, 2009), pero esa ola ya pasó”, recuerda el comisario de Culinary Cinema, Thomas Struck.

Por las mismas fechas, se estrenó un documental que supuso un punto de inflexión en el género: Food, Inc. (Robert Kenner, 2008). Este filme demoledor con la industria alimentaria estadounidense inspiró a muchos otros cineastas a exponer en sus trabajos de investigación las deficiencias del suministro de comida y el peligro de las dietas desequilibradas. Desde entonces, en el mundo del cine gastronómico, el documental es el rey.

A la conciencia por el estómago

“La clave de Food, Inc. está en la destreza al contar la historia. No se aborda con un tono apocalíptico. Profundiza en el problema sin hacer sentir culpable al espectador de sus actos, sino haciéndole partícipe de que nos hayamos ante un problema serio y conminándole a buscar formas de atajarlo”, recuerda Struck, que programó este hito en la edición de 2009, con la presencia del periodista y activista Michael Pollan, autor de El dilema del omnívoro, que inspiró la película en gran medida.

El festival berlinés ha programado títulos de impacto en todas sus ediciones como How to Cook Your Life (Doris Dörrie, 2007), sobre la vida y la filosofía del chef, autor de libros de cocina y sacerdote zen Edward Espe Brown; That Sugar Film (Damon Garneau, 2014) donde se denuncia la presencia de azúcar oculto en los alimentos y el efecto en nuestra salud, o El teatro de la vida (Peter Svatek, 2016), donde se recapacita sobre el desperdicio de alimentos a partir del plan de Massimo Bottura de preparar platos gourmet con comida que sobró de la Expo Milán 2015 para los más necesitados.

Cada nueva edición, el programa compila el cine que rinde homenaje al trabajo individual de agricultores, pescadores y cocineros, al tiempo que expone las dinámicas del mundo de la alimentación que condenan al hambre a gran parte de la población, fomentan la malnutrición y alientan los monocultivos.

Desequilibrios

Este año, el lema que aúna el ciclo es el equilibrio, tanto en la dieta como en el planeta. Los títulos presentes están dirigidos principalmente por cineastas independientes y combinan el retrato personal con la denuncia.

La película inaugural fue The Heat: A Kitchen (R) evolution, de la canadiense Maya Gallus, donde se expone la paradoja de la ausencia de mujeres chef, cuando las necesidades alimenticias de todos los hogares del mundo han sido históricamente atendidas por madres y abuelas.

En línea con esta denuncia de la desigualdad de género en la alta cocina, la sexta temporada de la serie documental de Netflix Chef's Table abrió fuego en la Berlinale con dos episodios dedicados, respectivamente, a la chef india radicada en Londres Asma Khan y a la estadounidense Mashama Bailey, que dirige un restaurante en Savannah (Georgia) ubicado en una estación de autobús donde se practicaba la segregación racial.

Contrariamente a lo que pueda transmitir la proliferación de talent shows de cocina, Struck nos aclara que las películas sobre chefs “son la minoría y raramente son buenas películas, porque un buen filme no sólo depende de un buen tema o sujeto de estudio, sino también de su mimo en la realización. Si no está bien rodado, olvídate de la materia que explora”.  

La pica española

Culinary Cinema suele dedicar una jornada a la cocina española. Si en anteriores ediciones se reconoció la trayectoria y el trabajo innovador de Eneko Atxa, los hermanos Roca, Andoni Aduriz y Ferran Adrià, este año se investiga en Y en cada lenteja un dios (Miguel Ángel Jiménez) la balanza entre el trabajo y la vida privada del alicantino Kiko Moya, responsable del restaurante de Cocentaina L'Escaleta, reconocido con dos estrellas Michelin.

El festival también invita a los espectadores a viajar a Indonesia y a California. En Aruna & Lidahnya (Edwin) se explora la tradición culinaria del país del Sudeste Asiático a partir de una novela escrita por la galardonada escritora Laksmi Pamuntjak, y en The Biggest Little Farm, el productor de cine John Chester narra la transformación de 80 hectáreas de tierra seca en fértil en Moorpark.

Controversia en el plato

Bajo el título Alimento para el pensamiento, Culinary Cinema está mostrando otros títulos que se centran en las injusticias y el deseo de una vida harmónica. Son películas que incitan al cambio, pero desde la emoción.

 “Si la creatividad se vive con demasiado propósito y el mensaje está sobreexpuesto, destruyes el poder de la obra de arte. Para concienciar, el cine debe generar preguntas, pero no caer en la propaganda”, destaca Struck.

Así, en Sembradoras de vida (Álvaro Sarmiento, Diego Sarmiento) un grupo de agricultoras de las tierras altas de Perú se adhieren a las tradiciones, aunque el cambio climático amenaza sus vidas. Ghost Fleet (Jeffrey Waldron) acompaña a activistas tailandeses comprometidos con la liberación de pescadores esclavizados. When Tomatoes Met Wagner (Marianna Economou) revela cómo se ha mejorado la situación económica en una aldea griega mediante el cultivo de tomates orgánicos con la ayuda de la música de Richard Wagner. En Complicity (Kei Chikaura) se aborda la situación de un inmigrante chino ilegal, que teme por su futuro en un restaurante soba en Japón. Y en Delband (Yaser Talebi) se representa la vida cotidiana de una pastora de 80 años en el norte de Irán.

Objetivo 2020

Culinary Cinema recibe un centenar de propuestas al año de las que se realiza la selección para cada edición del festival. Struck anima a los cineastas a proponer historias originales en este nicho de mercado todavía en expansión. “Desde el cambio de siglo, la comida es un tema muy fuerte, lo puedes comprobar en la venta de libros de cocina, en los concursos de televisión... pero mantenerlo vivo de manera inteligente necesita de nuevos acercamientos y mentes creativas”.