VALÈNCIA. Hace dos años recibimos con agradable sorpresa la publicación de Patria, un cómic autobiográfico sobre la familia de la autora, la serbia Nina Bunjevac. Me apetece repasarlo ahora, tras leer la biografía de la nueva primera ministra de Serbia, Ana Brnabic. La prensa por estas latitudes ha destacado que es la primera presidenta del gobierno, que no de la república, abiertamente gay de un país no occidental. Sin embargo, para mí hay un dato aún más interesante. Es "un cuarto", como escribió la prensa local, "croata". Su abuelo paterno Anton era de Krk, en Croacia.
Partisano en la II Guerra Mundial, fue un oficial del JNA, el ejército yugoslavo, en la posguerra, pero su mujer fue serbia y su hijo, Zoran, se casó con otra serbia hija de serbios. Una revista, Nedeljnik, ha ido más allá y ha averiguado que el padre de Ana, Zoran, como hijo de un matrimonio mixto que era, nunca se definió étnicamente. No eligió. Suponemos que porque sería de los que se declaraban yugoslavos, sin más. Ahora la nieta es gay y es la segunda autoridad del Estado de un gobierno nacionalista serbio, conservador y cuyo presidente, Vucic, en los 90, estuvo entre los instigadores de las guerras interétnicas más vergonzosas que se recuerdan por crueles y ridículas en la Historia contemporánea.
El cómic que dibujó Nina en Patria acerca de su familia rompía todos los tópicos habituales sobre estos conflictos. Estaba más centrado en la violencia intraétnica que interétnica. Los desencuentros y problemas que planteaba eran entre la parte de su familia chetnik, nacionalistas serbios monárquicos, y la partisana, comunistas yugoslavos.
Con un dibujo sombreado por tramas, en el que muchas viñetas eran copias de fotografías reales de su infancia, el tebeo transmitía una doble vertiente de hiperrealismo y de ternura. No en vano, hablaba de sus padres y abuelos. De su gente.
Los conflictos intraétnicos son a menudo ignorados cuando se cita la desintegración de Yugoslavia. El declive del espíritu partisano, que fue una fuerza antifascista que no preguntaba por el origen nacional, ni por el género ni por la edad de sus combatientes, supuso el renacer del nacionalismo croata, nunca exento de referencias directas al fascismo, y del serbio, de corte tradicionalista y patriarcal. Su enfrentamiento retroalimentó sus fuerzas hasta que se desencadenaron las guerras en Croacia y Bosnia con actos de genocidio profusamente documentados.