VALÈNCIA. 1 Los profesionales de las rebajas
Se saben el calendario de rebajas de todas las comunidades autónomas y también cuando empiezan en las distintas tiendas, el momento exacto en el que comienzan las segundas rebajas, dónde encontrar los mejores descuentos y cuál es el perchero reservado para los saldos más rotundos. Años de experiencia y muchas rebajas los han convertido en auténticos expertos de las compras, si detectan a uno de ellos entre la marabunta, no lo pierdan de vista. A veces los confunden con los compradores compulsivos pero nada más lejos de la realidad. Los profesionales reales de las rebajas al contrario que los otros, actúan con una precisión apabullante y la decisión de quien sabe exactamente lo que quiere. Vigilan sigilosos y concentrados la oferta, detectan su presa y se lanzan en segundos a por ella sin dudar y entonces... ¡Zas! 60% y la última prenda que quedaba.
2 Los que nunca compran en rebajas
Dicen que no compran en las rebajas, que prefieren comprar durante la temporada porque son incapaces de esperar. “Nunca encuentro nada que valga la pena en rebajas”, se excusan. Odian las multitudes, las esperas interminables en la caja y en los probadores. No soportan entrar en una tienda en la que parece que ha pasado el diablo de Tasmania y se agobian con tanto desorden. Y es que, “lo rebajan porque la próxima temporada no estará de moda” y claro, ellos viven en una tendencia permanente. Nunca compran en rebajas pero siempre acabas encontrándolos “casualmente” dando una vuelta entre letreros que marcan 50%.
3 Los que cambian los regalos
Es ya casi una tradición navideña y cada vez es más frecuente. Cambiar todos los regalos cuando llegan las rebajas para comprar más cosas por el mismo precio o comprar exactamente lo mismo por un precio menor y así hacerse un regalito extra. Pura especulación del regalo navideño. Este tipo de persona se encuentran también entre los que con tanta transacción crean colas kilométricas en la caja.
4 Los de la “nueva temporada”
En este grupo las hay de dos tipos: las personas que huyen de los letreros de nueva temporada como si hubiesen visto un fantasma y aquellas que no saben bien cómo pero siempre, aunque intenten evitarlo, acaban comprando en rebajas lo único que no está rebajado, las prendas de nueva colección son un imán para ellas. Esto último a los profesionales de las rebajas, en cambio, no les pasa jamás.
5 Los que compran -también- online
Afirman que hace años que no pisan una tienda física para hacer sus compras que no saben cómo han podido vivir todos estos años sufriendo esas colas y aglomeraciones y que son más felices desde que el comercio online llegó a sus vidas. Compran absolutamente todo por internet y con la llegada de las rebajas no iba a ser de otra manera porque además ellos son de los que están cara a la pantalla de su ordenador a las doce y un minuto el primer día de rebajas. Sin embargo, siempre te los encuentras en la cola en las rebajas, eso sí, agobiadísimos y preguntándose cómo la gente -el resto, no ellos-, puede aguantar algo así con lo bien que se compra desde casa.
6 Los de la “gran ganga”
Todo el mundo sabe que no hay nada como una señora para encontrar las mejores gangas en las rebajas. Las señoras son auténticos sabuesos del descuento. Tu madre siempre encuentra mejores cosas y a mejor precio que tú, eso es así. Buscan incansables el chollo y lo hacen sin piedad, removiendo los montones de ropa, apartando percheros, gente y lo que se les ponga por delante. Son imparables y jamás creerán ni aceptarán eso que repiten los dependientes como si de un mantra se tratara: “está todo fuera, cariño” “si no hay ahí, es que no queda”. Ellas continuarán con empeño su labor hasta dar con el objetivo porque finalmente siempre lo consiguen.
7 Los que crean colas kilométricas
Son matemáticas exactas: cuanta más prisa tengas, tu cola será la más lenta de todas. No importa que hayas elegido aquella con menos gente, siempre aparecen ellos, la pesadilla de cualquier empleado por mucha experiencia que tenga. Personas capaces de dinamitar a cualquier empleado encargado de la caja. Parece que todo va bien pero, ¡cuidado! en un segundo pueden hacer aparecer un ticket capaz de torcerlo todo. La cadena del caos se desata con llamadas entre dependientes, búsquedas interminables de referencias y quejas por la política de cambio o devolución. Mientras tanto, tras de ellos la cola crece imparable.
8 Los que solamente salen a mirar pero vuelven con dos bolsas
¿A quién no le ha pasado alguna vez? Las rebajas son una tentación muy fuerte para muchos y es complicado resistirse a ella. Por eso mismo existe un tipo de persona que arrastra su culpabilidad de una tienda a otra. No querían ni necesitaban nada, solamente han salido a mirar pero acaban comprando prácticamente cualquier cosa. Las rebajas derriten su voluntad como si fuera mantequilla. Muchos de los compradores compulsivos comenzaron así, como quien no quiere la cosa.
9 Los compradores compulsivos
Los compradores compulsivos tienen la necesidad imperante de comprar, compran casi lo que sea sin tener en cuenta si lo necesitan o no. No les importa tener los armarios llenos, coleccionar la misma prenda en distintos colores o acabar de comprar hace unos pocos días. A ellos lo que les va es el hecho de comprar. Las rebajas son su excusa perfecta porque, si antes valía 29.90 y ahora marca 25.90, se trata de una oportunidad que no pueden dejar escapar. Además los compradores compulsivos no se limitan a la ropa, cualquier objeto con un descuento aceptable será carne de rebajas.
10 Los que esperan y desesperan
Son los mártires de enero y sufren en silencio las rebajas ajenas. Eternos acompañantes de parejas y/o hijos -pobres aquellos que deben soportar las compras de madre e hija a la vez-. Deambulan con cara de penitentes de tienda en tienda, de probador en probador buscando un lugar donde poder descansar mientras esperan pacientemente y aguantando mecha y montones de ropa. Percheros humanos que con una mano sujetan prendas y con la otra su móvil, fiel compañero para hacer la espera más amena. También los podemos encontrar guardando el turno en las colas para pagar. Ellos saben lo que es vivir en sus propias carnes la crueldad del resto de compradores intentándose colar y la mirada de desprecio absoluto de la cajera cuando llegado su turno, no le queda otra que enseñar las manos vacías y entonces dejar pasar al siguiente hasta que su acompañante aparezca con una montaña de ropa para salvarlo de ese bucle angustioso. Ir de compras es agotador, sobre todo para ellos.