VALÈNCIA. El luthier ya no es el “hijo de” que aprende el oficio por herencia, ni un hombre con gafas escondido a oscuras en su taller. El luthier ahora hace uso de las herramientas tecnológicas y se va a tomar algo después de clase. Y sí, ahora va a clases. El centro musical MpMusic pone en marcha el Primer Centro Integral de Formación en Luthería, un proyecto único e innovador que se implementará, a partir de 2025, en Buñol (València) y en Vallecas (Madrid). Lo hace con un par de centros en los que, de forma pionera en España, se plantea una propuesta didáctica con la que formar a los “luthiers del siglo XXI” y dotarlos de un reconocimiento oficial que les acredite para trabajar fuera de la escuela.
Desde el interior de MpMusic su socio fundador y director educativo, José Manuel Pérez Mingacho, explica que en un par de años pretenden dotar a los aprendices de una formación de excelencia -reconocida tanto a nivel nacional como europeo- y que les certifique dentro del ámbito de la luthería. Para ello comienzan por comprender la luthería como un oficio “adaptado a su tiempo” y combinan tradición e innovación para responder a la “alta demanda de profesionales” que hay en el sector: “En el momento musical que está viviendo España hay una alta demanda de luthiers porque a los músicos les interesa conservar correctamente sus instrumentos. La reparación de los instrumentos dentro de las bandas, sociedades musicales y a título personal es crucial actualmente”.
“En España tenemos mucha pasión por la tradicionalidad y en comparación con otros países tenemos instrumentos muy longevos. Otros países están acostumbrados a cambiarlos antes de conservarlos, pero aquí optamos por la conservación y reparación”, explica Pérez, quien con estos centros de formación busca que esa conservación se haga en las mejores condiciones. Ahora bien, ¿cómo se adapta la formación del luthier al siglo XXI? Para comenzar, Pérez considera que es importante “desmitificar” la figura del luthier y contemplarla “como un oficio musical más”, como una figura tan relevante como los músicos y los compositores.
También insiste en destacar que es un oficio que, como cualquier otro, se ha ido adaptando constantemente a los músicos y sus necesidades: “El luthier sabe escuchar al instrumento para poner a punto. Hay que borrar la imagen del luthier como persona mayor, que lo sabe todo y hay que comprender que su trabajo se adapta a los tiempos que está viviendo”. Para ello, en el centro dotan al luthier de herramientas tecnológicas que facilitan el proceso de restauración y se sirven de los ordenadores para explorar las capas de los instrumentos y cómo tratarlos. “Actualizamos el taller a las necesidades de los alumnos, mientras los profesores generan sus propios contenidos con los que explicar cómo trabajar sobre cada familia de instrumentos y adaptando la didáctica de libros de otros países o de documentos que son de hace cientos de años”.