VALENCIA. Mientras el proyecto sobre la nueva televisión valenciana avanza por las vías oficiales, la Universitat de València organizaba el pasado martes en La Nau un debate orientado a preguntarnos si la ficción valenciana es necesaria en el nuevo modelo y cómo debería ser en el caso de existir. Cuáles deberían ser las temáticas idóneas, los géneros, las duraciones, qué historias tendrían más sentido para alcanzar el mayor consenso posible o para recuperar el afecto de la ciudadanía. O tal vez no, si es hora de plantearse las cosas de otra manera, crear series para público de nicho o para otras pantallas, en vista del nuevo panorama de fragmentación de las audiencias.
Lo más suculento del evento de arranque era que la mesa no estaba representada por políticos, ni por gestores de las administraciones públicas, ni por productores, asesores, o expertos legales, sino que se completó en su totalidad por guionistas, los verdaderos creadores de las historias. Era el momento de escuchar a quienes después confiaremos una tarea de gran responsabilidad: representar el alma de los valencianos, crear el imaginario colectivo, imaginar cuentos para cualquiera de las pantallas de exhibición que muestren de alguna manera esta tierra. Son ellos los primeros de toda la cadena de producción con reflexiones que apuntalar, porque su experiencia forma parte del capital humano de mayor valor de la industria audiovisual valenciana.
La mesa redonda de lujo, moderada por el profesor de Comunicación Audiovisual de la UV Àlvar Peris, la formaba Rodolf Sirera, dramaturgo y guionista con gran trayectoria en ficción para televisión; Pau Martínez, guionista, director y presidente de EDAV (Escriptors de l’Audiovisual Valencià); Ernest Sorrentino, guionista experimentado en el género de comedia; y Àlex Garzó, que representaba a las nuevas generaciones de guionistas, aquellos que ni siquiera han tenido todavía una oportunidad para crecer en esta profesión, congelada en la Comunidad Valenciana. Garzó presentó el corto, surgido tras el Máster en Contenidos y Formatos Audiovisuales de la Universitat de València, El enviado.
¿Por qué debemos hacer ficción en la nueva televisión valenciana?
La primera pregunta no dio lugar a discrepancia. Comenzó la tertulia Rodolf Sirera rotundo, recordando que “este país es un país con una lengua propia y una cultura diferenciada”, y que “aunque se podría argumentar que con noticias y documentales ya se podría cumplir la misión de informar y formar, con ese modelo no se podría crear un universo personal, poético, colectivo, ni normalizar una lengua”. Afinaba que no se trata de “la lengua de las noticias, la formal, sino de la lengua de la comunicación, de la poesía”.
Sirera no olvidó tampoco mencionar la importancia de la ficción para que “funcione una profesión y una industria formada por actores, realizadores, técnicos, empresas de producción y de servicios”. Y nos recordaba por último que la ficción completa la tarea realizada por la escuela. “De nada sirve una educación en una lengua propia si el entretenimiento no se ve en esa misma lengua”.
Ernest Sorrentino defendió el género de la comedia porque “habla de los sentimientos más íntimos”, y es “la única manera posible de hablar de algunos temas sin hacer proselitismo”, una cuestión interesante a la hora de reflexionar sobre la construcción de ese imaginario colectivo. Sorrentino cree en la importancia de la comedia “por salud mental de los valencianos, ya que la comedia vive del drama”. Y de dramas, efectivamente, sabemos mucho los valencianos.
Decía el guionista de comedia norteamericano John Vorhaus que la comedia es verdad y es dolor. “La verdad es dolorosa y es lo que le da vida al chiste”. Imaginen el caldo de cultivo que tenemos aquí para construir comedia. Podríamos hacer más temporadas que Los Simpson. Es por ello que, en definitiva, para Ernest Sorrentino la comedia es necesaria “por salud democrática”.
Pau Martínez nos hizo viajar, al llevar su mirada más allá de nuestras fronteras. “Necesitamos ver reflejado nuestro universo, pero esto no quiere decir que no seamos capaces de crear series con temáticas universales que las hagan exportables”. El presidente de EDAV se detenía a analizar el modelo de las televisiones de los países nórdicos, “países que son valientes”. También se fijaba en modelos como el francés o el británico, en el que “el respeto a la cultura es la base de todo”, y cómo con ello cada televisión ha logrado “crear una marca de prestigio”. Todos estos países “han tenido muy claro que el guión, el desarrollo de proyectos, y el guionista, son la primera pieza fundamental”, algo que lamentablemente en todo el territorio español, no solo en la Comunidad Valenciana, está costando hacer entender.
¿Repetir o revertir el modelo?
No cabe duda de que si fuéramos sagaces aprovecharíamos la circunstancia que tenemos delante. Si lo miramos desde la perspectiva contraria, la situación es una oportunidad, en vista de que se empieza una televisión desde cero. Repetir el modelo sabemos hacerlo, eso no cabe duda, pero tal vez sea el momento de aprovechar la página en blanco para revertir los hábitos erróneos que se han heredado de otras épocas, en cuestiones tan importantes como el volumen de proyectos en desarrollo, las duraciones de los episodios o las temporadas, o las nuevas pantallas, asuntos que se trataron también a lo largo de la charla, y que merece también detenerse.
Desarrollo, desarrollo y desarrollo
La primera de las propuestas de mejora que se puso sobre la mesa es la inversión en desarrollos de proyectos. Recordaba Pau Martínez la reciente visita por Barcelona del creador de The Wire, Generation Kill y Treme, David Simon. El guionista norteamericano explicó en su visita a la ciudad condal que en la actualidad sigue trabajando en la cadena de cable desarrollando proyectos propios, pero también asesorando en otros proyectos de la propia cadena. Este ejemplo le servía a Pau Martínez para insistir en la importancia de la inversión en desarrollos: “primero es el proyecto, la historia y el guión”.
Cualquier canal de primera línea cada año puede llegar a tener en desarrollo de proyecto veinte o treinta biblias de series de ficción. De esos proyectos en desarrollo, las televisiones norteamericanas, por ejemplo, suelen pasar a la fase de grabación de pilotos cinco o seis de ellos (ojo, pagados, claro), y de esos pocos, solo dos o tres se estrenan en las respectivas parrillas de programación. Un sistema de lanzamiento de estrenos de series pensado por la industria más importante del mundo con la intención de reducir riesgos, pero también con la intención de exhibir los proyectos lo más maduros posibles.
“La ficción en España es como el ferrocarril de vía estrecha”
La segunda cuestión interesante que navegó durante diferentes momentos del debate fue el espinoso asunto de las duraciones de los episodios según cada género. “Somos los únicos que, como con el tren de vía estrecha, trabajamos con otras duraciones en comparación con el resto de países”, apostillaba Pau Martínez. Un inconveniente no solo para los creadores, que deben hacer lo posible por mantener el interés de los espectadores con duraciones que casi doblan a las de nuestros homólogos de otros países tanto en drama como en comedia, sino también para los productores y cadenas que deben moverse en los mercados internacionales en busca de coproducciones.
Dramas, thrillers, aventuras, comedias, diarias, webseries… ¿qué?
Las diferentes tipologías de ficción también salieron a debate. Rodolf Sirera puso en valor las series diarias, una tipología que llama la atención que no esté incluida en la reciente consulta preliminar de mercado para la presentación y selección de contenidos, emitida por parte de Presidencia de la Generalitat.
Históricamente, cadenas como TVE o Antena 3 han conseguido asentar sus franjas de tarde con rotundidad, mejorando con ello la media diaria de audiencia de sus canales, gracias a estas “tiras” diarias. Es decir, cuando hablamos de competir, son productos de primera línea.
Las series de corte diario, mal llamados culebrones, como bien explicaba Sirera, con títulos como Amar en Tiempos Revueltos como ejemplo, recogen después el tesoro de mantener una alta fidelización entre los espectadores de esas franjas. Más todavía en la actualidad con la posibilidad del on demand. Sorprende escuchar a directivos de RTVE, en otros eventos en los que he podido asistir, asegurando que, desde hace muy pocos años, sus series diarias de la tarde y su contenido infantil lidera las visitas de la web de RTVE a la carta.
Series que ya no son para toda la familia
Otro cambio significativo que merece detenerse es el de la no inclusión de todos los targets de espectadores. Un giro que ha abierto por fin un melón en beneficio de la apertura hacia todo tipo de géneros, posibilitando también la creación de historias más maduras y complejas. Hasta hace bien poco, las series se planteaban con el objetivo de llegar a todas las franjas de edad: la abuela, la madre, el niño y el perro.
En la actualidad, con la mayor fragmentación de las audiencias y la desaparición prácticamente de algunas franjas de edad de la emisión lineal de televisión, principalmente el público infantil, las televisiones han abierto su catálogo hacia otros géneros como el thriller, las series de aventuras, o de fantasía. Títulos como El Príncipe, El Ministerio del Tiempo, o Vis a vis son algunas de las series actuales que hace diez años serían impensables.
Temporadas más cortas
También hemos asistido a un gran cambio en los últimos años en cuanto a “la flexibilidad de episodios por temporada”, contaba Sirera. Lo que antes era inamovible, la obligación de que las temporadas tuvieran 13 episodios, se abre en cierta forma a una nueva tipología: el de las series cerradas, de una única temporada, y/o 6, 8 o 9 episodios. Sirera ponía como ejemplo la obra El tiempo entre costuras.
En EEUU comprobamos que está ocurriendo lo mismo. Asistimos a un boom de miniseries de seis, ocho o diez episodios por temporada, o incluso a temporadas cerradas como True Detective o American Crime Story, en lo que se han venido a llamar series “antológicas”.
Si Mahoma no va a la montaña…
Por último, precisamente pensando en aquellos públicos que no utilizan el televisor como pantalla, ni tampoco la emisión lineal como hábito, aquellos que ven la televisión desde otros dispositivos, y en el horario que quieren, Pau Martínez insistía en que “debe combinarse la búsqueda de estos nuevos públicos con la creación de ficción para el público que ve la tele de forma convencional”. “Se ha de incrustar esa mentalidad en el nuevo modelo”.
Ya no es sólo que vayamos en un tren de vía estrecha, sino que somos dos tipos de público distintos, que nos movemos a dos velocidades, y cualquier día, sin que nos demos cuenta, cualquiera les alcanza.