El actor belga ha estrenado el thriller criminal Enemigos íntimos
VALÈNCIA. Después de haber visto De óxido y hueso (Jacques Audiard, 2012), resulta imposible desvincular a Matthias Schoenaerts (Amberes, 1977) del desarraigo y la aspereza de su personaje. Tanto cala en el papel del boxeador, que por muchos papeles que haya ido sumando a su carrera, no le abandona cierto halo marginal, la mirada herida y una predisposición tanto a la violencia como al afecto. El rotundo belga es uno de los actores europeos con mayor proyección internacional. Entre su historial están Lejos del mundanal ruido (Thomas Vinterberg, 2015), La chica danesa (Tom Hooper, 2015) y Gorrión rojo (Francis Lawrence, 2018), y tiene pendientes de estreno The Sound of Metal, donde interpreta al batería de una banda de heavy cuya cantante es Dakota Johnson; Ruin, sobre un capitán nazi que se alía con una superviviente de un campo de concentración interpretada por Margot Robbie; y The Laundromat, película de Steven Sodenbergh para Netflix donde se detalla la historia del escándalo de los Papeles de Panamá.
No obstante las incursiones en el cine internacional, es cuando juega en casa cuando vuelve a reconectar con su perfil de bestia herida. Este pasado viernes, 14 de junio, estrenó el thriller criminal Enemigos íntimos, donde su personaje es un delincuente que ha crecido arropado por un clan marroquí dedicado al tráfico de drogas en un suburbio francés. Un asesinato le hará reencontrarse con un amigo de la infancia, hoy policía de estupefacientes y repudiado por los suyos. El director, David Oelhoffen, tuvo claro su elección para el rol de delincuente: “Matthias aporta una confianza física, una bestialidad y una personalidad muy sensible”.
-¿Qué te atrajo de este papel de personaje solitario y vengativo?
-La mezcla de géneros, es un thriller criminal, pero al mismo tiempo, un drama personal enmarcado en una realidad social del presente. Y, por otro lado, su acierto al generar ambigüedad respecto a un tema sobre el que solemos tener prejuicios: mi personaje es un traficante de drogas, pero no podemos categorizarlo simplemente como un criminal, sino que es un individuo; como a un homosexual tampoco se le puede reducir a su opción sexual. Tendemos a generalizar, pero cada quien es único. Cuando desnudamos a ese criminal de todo lo que tiene y lo enfrentamos a la muerte, ¿cuál es su instinto más primario? La necesidad de amor, de ser querido.
-¿Qué nos dice esta película sobre la Europa de hoy?
-El microcosmos criminal de Enemigos íntimos refleja el malestar global europeo. Vivimos en un mundo polarizado, compuesto por números y estadísticas: ¿cuántos musulmanes, cuántos blancos, cuántos europeos viven en nuestras ciudades? Debemos dejar de lado las cifras y pensarnos como personas.
-¿Qué es lo que buscas en un papel y en un guión?
-Me gustan las películas que me abofetean, que son absorbentes, también las que me roban el corazón o las que me hacen reír. Lo fundamental es que no me provoquen indiferencia.
-¿Cómo reaccionas ante la injusticia en la vida?
-Depende, la injusticia tiene caras diversas. Pero no respondo bien. Me pone enfermo.
-Dame un ejemplo.
-El negocio de la droga. Probablemente, el 40% de las ciudades se asientan en el dinero de la droga. No se trata de una teor
ía de la conspiración, pero todo está corrupto. Wall Street maneja dinero sucio. De hecho, debemos estar muy contentos por ser capaces de estar aquí sentados hablando de cine, porque ahí fuera hay un mundo muy feo. Un mundo mugriento y criminal.
-¿Te interesa la política?
-Por supuesto, pero creo que los artistas podemos conseguir más que los políticos si elegimos el proyecto adecuado, porque tenemos la capacidad de acceder al corazón de las personas. De ahí que lo primero que cierren cuando en cualquier país se produce una crisis o una revolución sean los teatros, porque son los únicos espacios de reflexión, son lugares donde se puede alentar a las personas a rebelarse contra la injusticia.
-¿Eres religioso?
-No soy católico, musulmán, ni ortodoxo. No me gusta la forma en que se usan las religiones para manipular a las masas. Más que en la fe creo en la fidelidad. Vivimos en una gran piedra inmersa en la oscuridad y rodeada de galaxias. Todo está conectado. De modo que si te hago daño, me lo haré.
-En esta película corres, saltas, trepas… ¿Cómo te preparaste físicamente para el papel?
-Mantenerme en forma es esencial para mi estabilidad mental. Si no practico deportes me vuelvo loco. Aunque también me gusta pintar, hacer graffitis... Me hacen sentir en paz conmigo mismo.
-¿Qué reto te supone interpretar en inglés y en francés?
-Pues mira, no lo considero un reto. Me gusta más actuar en un idioma distinto del mío, el flamenco.
-Muchos artistas abandonan su ciudad de origen cuando alcanzan la fama, ¿qué te ha llevado a seguir viviendo en Amberes?
-Es una ciudad pequeña, sólo vivimos un millón y medio de habitantes. Me gusta mucho y por otro lado, me paso metido en rodajes de seis a ocho meses al año, así que prácticamente vivo fuera. Me gusta poder salir para no sentirme como una carpa dorada en la pecera, pero prefiero mantenerme alejado de Hollywood, y nunca viviría en Bruselas. Es el triste corazón de una Europa en declive.