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JORNADAS EN VALENCIA

Soy gitano, no flamenco

La asociación Millorem El Cabanyal organiza un evento cultural en La Col·lectiva para acabar con los prejuicios sobre la etnia

26/02/2016 - 

VALENCIA. Ser gitano no es golpear el cajón, ni marcar el ritmo con las palmas, mucho menos vestir camisas de faralaes. Los cuadros de Alfonso Giménez tienen colores intensos, líneas definidas y una clara influencia pop. Una precisión que comparten los versos de Notorios Kidz, colectivo de la escena hip hop que promueve sinergias musicales entre sus integrantes. Jerga Lírica ofrece una propuesta similar basada en un rap directo, curtido en mil batallas en los parques valencianos. Nada de cantaores, bailaores ni religiosidad. Todos ellos son gitanos, pero su arte tiene poco de flamenco.  

Así es como caen los muros de los estereotipos. La asociación Millorem El Cabanyal organiza este fin de semana unas jornadas en La Col·lectiva cuyo objetivo es combatir los prejuicios existentes en torno a la población gitana. Los actos estarán abiertos a la participación de toda la ciudadanía. Ahora bien, los protagonistas serán ellos, los gitanos, responsables últimos del cambio, aquel que esperan protagonizar en breve y que se relaciona con su integración definitiva. Además de hablar de su historia como pueblo, denunciar la situación de la mujer y presentar las iniciativas para rehabilitar los barrios más deteriorados, habrá actividades para los niños y una fuerte presencia cultural.

"El tema del arte es muy cínico. Se reniega de LOS GITANOS, pero se vende al extranjero el folclore"

Entre los reclamos principales, la exposición de jóvenes creadores y la participación de músicos del barrio. “El tema del arte es un punto clave, en tanto que resulta muy cínico. Se reniega de la población gitana, pero se vende al extranjero el folclore”, explica Tomás Correas, presidente de la entidad organizadora. “Si te gusta el flamenco, si cantas muy bien y tocas las palmas, pues genial. Pero si no es así, entonces lo tienes muy complicado”, añade. En su opinión, esta visión “poco realista” del pueblo gitano se deriva del escaso contacto con su realidad. “En pleno siglo XXI, solo un 10% de la población tiene trato habitual con nosotros”, añade. 

Para combatir esta desintegración nace Millorem el Cabanyal, fruto del trabajo colectivo durante más de dos años con los vecinos del Clot. “Al final somos un pequeño grupo de la población gitana, nacidos aquí, con arraigo familiar en El Cabanyal”, precisa Correas. Su objetivo es dar visibilidad a las demandas de las minorías étnicas y culturales para contribuir a la rehabilitación integral de las zonas más castigadas. “Que no se nos vea como parte del problema, sino de la solución. Un planteamiento totalmente contrario al de la antigua Administración de Valencia, que nos usaba como arma arrojadiza para que la gente se marchara del barrio”, denuncia, en relación al antiguo gobierno municipal. 

“El mal endémico del pueblo gitano ha consistido en ser invisible. Ahora hay un sentir general, que pasa por que debemos tomar cartas en el asunto”, reivindica, y añade: “El gitano debe ser activista, reclamar unos derechos que siempre han sido suyos”. En este sentido, cobra especial importancia destacar su capacidad de producción y su formación laboral. “Si para los payos ya es difícil encontrar trabajo, imagínate para los gitanos. Pero tenemos que hacer ver la realidad: contamos con gente muy preparada”, concluye Carnero. 

La mujer, la última frontera

Si hay un campo de batalla dentro del mundo gitano, es todo lo relativo a la mujer, cuya invisibilidad es todavía más latente. Por ello las jornadas incorporan un apartado en clave femenina. Durante la tarde del sábado no solo habrá una charla sobre los retos cotidianos a los que se enfrentan las gitanas, sino que se proyectará el documental Rromia sobre la actitud de algunas de ellas ante el trabajo, los estudios o la maternidad. Sorprenderá a más de uno. Todo ello promovido por la Asociación de Gitanas Feministas por la Diversidad.

Para el trabajo con mujeres se parte de la realización de un libro de recetas, Cocina Valiente, en el que han participado las gitanas del barrio. No se trata de asociar la imagen femenina con el ámbito doméstico: el objetivo es darles la palabra a cualquier precio, partir de lo conocido para llegar un poco más allá. Tras los fogones, tras el plato de comida sobre la mesa, hay un buen número de historias de superación. Y para que conste que caminar hacia la modernidad no supone romper con la tradición, durante la pausa se servirá potaje. 

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