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conversación con valle galera

Obesidad no es violencia: ¿cómo representar a la mujer en el arte actual?

Faltan cuerpos, imágenes, voces, vidas por contar... En el mundo de Instagram, aún hay identidades que son censuradas

26/11/2018 - 

VALÈNCIA. Faltan imágenes. En esta sociedad que es tachada de hiperestimulada, faltan imágenes. Eso sostiene Valle Galera (Jaen, 1980), una artista granadina que basa su obra en hablar sobre la identidad de las personas y el concepto de la otredad, haciendo especial hincapié en las cuestiones de género. Este fin de semana ha estado en Festinar, haciendo un curso promovido por Raïm sobre cómo se ha de representar a la mujer en el arte actual. Una problemática que viene de lejos pero que ahora está en el foco a partir de todos los avances sociales que se han conseguido en materia de feminismo e igualdad de género. Aquí se resumen algunas de las ideas de Galera.

Faltan cuerpos. En realidad, faltan imágenes porque entre todas las que hay, faltan cuerpos. El imaginario visual es “el espejo en el que las personas buscan su identidad. Si no existen las imágenes, no existe su cuerpo. Es como si no existiera una palabra”. Como homosexualidad en el Sáhara, que no existe, porque allí hacen como si no existiera, según ejemplifica de manera anecdótica la artista. Faltan cuerpos, faltan imágenes, faltan palabras. Cuenta Valle Galera que la gente que no se ve representada, siente un rechazo que le niega salir mucho a la calle, relacionarse con los demás, quererse… Si en el espejo se ve algo insólito, surge una vergüenza que provoca un problema de identidad fundamental: "¿quién soy yo para la sociedad?" Aparentemente, nadie relevante, nadie deseado. Y entonces empiezan a faltar cuerpos en la calle también. La sociedad criba así, de manera inconsciente, a las personas que agradan y a las personas que no, únicamente por cuestiones estéticas. Falta cabeza.

Obesidad no es violencia. Embarazo no es violencia. Vejez no es violencia. Rasgos folclóricos no es violencia. Pero cuando se enseña una imagen de alguno de estos casos, sí se mira con cierta violencia y reparo. Una mujer embarazada no puede fumar, una mujer obesa no puede posar… Pero, “¿cómo va a ser violento un cuerpo simplemente por ser?”, plantea Valle Galera. De esta manera, surge una imposición del preciosismo, que no busca tanto imágenes que representen la sociedad diversa que hay en la calle como una satisfacción a corto plazo a un estímulo visual que a veces resulta vacío. Por otro lado, Galera explica que las imágenes que producen ese shock violento son difíciles de olvidar, dejan huella, mientras que una imagen simplemente bonita se evapora en la memoria y no significa nada. La memoria visual recuerda nuestra propia violencia. Pero no debería ser violencia. “¿Cómo va a ser violento un cuerpo simplemente por ser?”

Entonces surge los “yo no quiero ser eso”. Y los espejos resignifican la calidad de las personas. “Me tengo que cuidar”, “me tengo que operar”, “yo no soy este tipo de persona”, son algunas frases que redundan en esa negación de la persona, dejando claro qué está bien y qué está mal. Ocurre a nivel estético, pero también con la sexualidad, la fama, la raza, el trabajo. Ser por descarte, por no querer ser el otro.

Obra de VALLE GALERA.

Ser espejo de la sociedad en la que vive. A eso aspira el arte, solo falta que sus artistas se animen a ello. La infrarrepresentación es el enemigo a batir: las embarazas pueden fumar, las obesas pueden posar, las ancianas pueden no ser simplemente seres vulnerables. La imagen resignifica en negativo cuando faltan cuerpos, y lo hace igualmente pero en positivo cuando los hay. En este sentido, Valle Galera apoya su tesis en el trabajo de artistas como Jen Davis, Laura Aguilar, María Moldes o Naomy Salgue, que hablar de aquello que falta. Capturan grasa, fetos, sangre, arrugas, pieles negras. Y así dejan de faltar.

El término medio es un tercer extremo. "Y nunca la representación de los dos extremos que intenta unir". Y en la imagen, se ha impuesto un término medio en el que ninguna periferia se siente representada. Ser normal, llegar a ese término medio se convierte en la panacea. No somos iguales, la igualdad es sentirnos todos de la misma manera siendo diferentes. La dictadura del término medio oprime así a las periferías.

El hombre también es censurado. La imposición no únicamente de género, sino también de modelo: "no se ven hombres fracasados, o complacientes, o que no refuerzen una posición de poder". Mirar de una manera inclusiva también implica aceptar que existe cierta imposición de un tipo de masculinidad, y entonces la derrota, la sumisión o la compasión se convierten en violencia.

La mujer mira. Y esas miradas también faltan. Una fotografía no es un acto inconsciente, incluso al paisaje lo decide llamar así la persona que decide fotografiarlo. Las mujeres que cogen una cámara pueden contar su mirada, por eso además de cuerpos, de imágenes y de palabras, faltan artistas. "La posición de poder de una persona con cámara necesita democratizarse. Y por eso interesa no solo una mirada social para representar a la mujer, sino también una mirada femenina". 

La artista Valle Galera

¿Instagram es censura? ¿O democratiza? Las dos cosas a la vez. Las miradas que las galerías, las instituciones públicas o los medios de comunicación silencian, pueden hacer un hueco a través de un perfil creado en dos minutos. Una red social para que no falten miradas. Pero instantáneamente, esa libertad de acceso implica unas reglas que imponen una normalidad. No a los pezones, no a la sangre, no a ser explícitos, aunque eso no tenga nada que ver con la pornografía. Faltan cuerpos porque sobran reglas.

Toca representar la calle. Pensando ya en positivo, la solución es coger la cámara y contar lo que falta por contar. Incluir en la calle aquello que está. Ser espejo en el que mirarse, y no una deformidad preciosista de la realidad. Muchas artistas lo están haciendo. El trabajo de las instituciones e industrias culturales es hacerlo llegar, y el del público mirar. Un cambio de paradigma para dejar de faltar. Los cuerpos, las palabras, las imágenes y las miradas son personas.

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