VALÈNCIA. Justo en el momento en el que Steven Soderbergh se encontraba en la cúspide de su carrera, tras Erin Brockovich y Traffic (2000) estrenó el que se convertiría en el éxito más apoteósico de toda su carrera.
Ocean’s Eleven (Hagan juego) era el remake de una película de los años sesenta, La cuadrilla de los once, dirigida por Lewis Milestone que reunía a Frank Sinatra, Dean Martin, Sammy Davis Jr. y Peter Lawford, es decir, lo que se conocería con el nombre de Rat Pack. Una pandilla de guapos canallas ex combatientes de la II Guerra Mundial que se reunían cinco años más tarde para elaborar un robo perfecto, el de cinco casinos de Las Vegas en una sola noche.
Sin duda uno de los grandes ganchos de Ocean’s Eleven fue buscar quiénes serían los integrantes del Rat Pack del nuevo milenio. El nuevo grupo estuvo a la altura de las expectativas: George Clooney como Danny Ocean, el cabecilla de la banda, Brad Pitt y Matt Damon eran los representantes del star system de los 2000 y por tanto un triunvirato implacable para la taquilla.
Además, Soderbergh supo destilar su enorme carisma y virtuosismo tras la cámara a la hora de planificar una película con ritmo y chispa. Consiguió dar suficiente espacio a cada una de las estrellas para que se luciera al mismo tiempo que él mismo también parecía divertirse ejecutando brillantemente ese ejercicio de estilo entre sofisticado y macarra.
El experimento continúo explotándose a lo largo de dos entregas más, Ocean’s Twelve (2004) y Ocean’s Thirteen (2007). Al final daba la impresión de que se lo pasaban mejor ellos rodando que el propio espectador, pero ese entusiasmo se irradiaba en la película, hasta el punto de que pocas sagas han logrado trasmitir tanto nivel de disfrute desprejuiciado. Quizás por eso sorprende tanto que hayan pasado diez años y todavía continúe tan presente en el imaginario colectivo, como una pieza imprescindible de la cinefilia pop actual.
Ahora la saga se renueva y lo hace desde una perspectiva femenina, como no podía ser de otra manera en el año del #MeToo, congregando un reparto igual de potente que su predecesor masculino, encabezado por Sandra Bullock, Cate Blanchett, Anne Hathaway, Helena Bonham Carter, la cantante Rihanna, Sarah Paulson y recientes descubrimientos como Mindy Kaling (Un pliegue en el tiempo) o Awkwafina (Crazy Rich Asians).
En los últimos años ya habíamos asistido a una reestructuración de arquetipos desde el punto de vista femenino. Hemos visto películas protagonizadas por espías, asesinas o superheroínas, roles que solían circunscribirse al ámbito masculino y que ahora adquirían una dimensión totalmente diferente si aplicábamos una perspectiva de género. Las franquicias se han puesto las pilas en este sentido y ya vimos una operación similar en el reboot de Cazafantasmas protagonizado por Melissa McCarthy, Kristen Wiig, Kate McKinnon y Leslie Jones.
No se puede decir que el nuevo Ocean’s 8 se aleje sustancialmente de sus predecesoras. El grueso de la narración sigue el mismo esquema: el reclutamiento de las diferentes cómplices para llevar a cabo el robo, la descripción detallada de cada uno de los pasos trazados al milímetro del plan y la puesta en marcha de toda la parafernalia en la que cada uno de los movimientos orquestados de forma conjunta resulta fundamental para el éxito de la operación.
Puede que Gary Ross, el director encargado de la película, no sea Steven Soderbergh, pero se encuentra a la altura de las circunstancias.
Ubicar la operación en la Met Gala supone buenas dosis de petardeo. El lujo, el glamur, las joyas, etc. no son utilizadas como una forma de pleitesía a la industria de la moda, como sí ocurría en Sexo en Nueva York, sino como materia prima para la elaboración de gags que echan por tierra cualquier atisbo de superficialidad.
Las chicas lo tienen claro. Aquí no hay sitio para los hombres. Como dice Debbie Ocean (Sandra Bullock, la hermana de Danny Ocean) “Los chicos llaman la atención. A las chicas las ignoran. Y por una vez, queremos que nos ignoren”.
Además, el plan de Debbie no solo tiene que ver con poner en marcha el atraco perfecto, sino también con vengarse de su ex novio, que le tendió una trampa que la condujo a la cárcel.
En Ocean’s 8 el acertado casting del Rat Pack femenino vuelve a convertirse en uno de los mayores aciertos de la película. Helena Bonham Carter convertida en una Vivianne Westwood trasnochada, Rihanna como una hacker rastafari, Sarah Paulson como la perfecta madre de familia suburbiana que al mismo tiempo es una experta estafadora... Todas las actrices se encuentran en perfecta sintonía, como ocurría en su versión masculina. Y lo mejor y más importante, nos quedamos con ganas de más.