COMER EN PORT SAPLAYA

“Paellita, todo incluido y chupito, tetes” Esto es Port Saplaya

Presentamos una pequeña guía gastronómica que huye del maniqueísmo. Comer en Port Saplaya, ni fácil, ni imposible.

27/07/2018 - 

Pues yo, a Port Saplaya, le veo algo. Tan setentero. Tan exagerado. Tan campy.  Tan nuestro.
Port Saplaya, el Marqués de Dos Aguas kitsch hecho urbanización a la orilla del golfo de València. El espíritu barroco de los frescos de San Nicolás de espaldas a la V-21. Será fruto de la especulación, será un despropósito urbanístico. O quizá, un enigmático “destarifo de pequeña Venecia”. Pero que tire la primera piedra el que esté libre de pecado y no haya retozado por el paseo lamiendo un helado, o compartiendo en la escollera unos nuggets del Burger King. Al fin y al cabo, el rococó estético de un zoo de colchonetas y lo antiestético de un cuerpo embadurnado en protector solar del 50, es igual en Alboraya que en la Marina Alta.  

«La gente ha cambiado, antes había más nivel que ahora, porque ha abierto mucho bar, mucho barete. Y ahora hay más competencia, mucha más oferta y menos demanda y encima el público... bajito. Antes venían más extranjeros, gente de dinero con nivel. Ahora van al menú más barato y a ver si está todo incluído». Anonimato para este camarero de una de las arrocerías en primera línea que se lamenta. Le clava la mirada al RRPP con escote masculino que se está camelando a un grupo de ingleses (“¡Here p-a-e-ll-i-t-a, tooooooodo incluido…!”). Port Saplaya, quién te ha visto y quién te ve. Pero hay esperanza.

Orxata i fartons en Horchatería - heladería Toni

Horchatería Toni, desde 1984, dándonos de beber ese líquido de dioses que es la horchata. Agua, azúcar y chufa en proporciones mágicas, según la receta secreta de los artesanos de la familia.  También helados artesanales y granizados que, según cuenta Jose Luís, camarero de este establecimiento pionero en Port Saplaya, reivindican sabores clásicos como la cebada a la par que innovan con creaciones como el vampiro o el reino de VLC. 

Al preguntarle sobre los restaurantes de esta zona residencial contesta sin tapujos: «Sinceramente no te recomendaría ninguno. Son muy de batalla. De 15 euros el menú rápido. No hay nada que digas ‘he comido como un rey’». 

Los catrachos de Puerto Cortés

En el Port hay un garito con bandera hondureña: Puerto Cortés. Allí Lesley, su dueña, guisa  catrachas, chilaquiles, pescado frito, enchiladas y baliadas. Maravillada por las condiciones del local, que le traspasó un amigo, se embarcó en su propia aventura hace ya seis años. «La zona está muy bien, es un sitio muy turístico. Viene de todo tipo de gente, españoles, latinos, extranjeros de otro lado. ¿El plato estrella? El más típico, con carne deshebrada, chorizo, plátano macho.... El producto es todo de aquí, las recetas son mías. Na’ más que lo hago con recetas mías».

El mensaje: «Yo en Honduras no era cocinera. Estaba estudiando periodismo, me quedaba nada, 25 clases, pero mira… la vida. Vine aquí y quería seguir estudiando, pero como no tenía papeles… lo importante es tener algo que te dé ingresos, qué iba a hacer, ¿seguir estudiando? Trabajar no está fácil. Se necesita de todo, no sólo periodistas, abogados. Si comemos necesitamos cocineros».


La carne es para todo el año en Vairez

¿Asado argentino en bañador? Sin duda. Mariella es la dueña de la parrilla Vairez y te dice una gran verdad si le preguntas si la gente se mete mollejas y entraña a 38℃:  «La carne se come todo el año. Yo pienso, que en verano, más calor da una paella ardiente.  Y qué verano, nosotros llevamos 16 años enteros en Port Saplaya». Vairez tiene su público fiel, que cambia la bravas por un platillo de empanadas -empanadas criollas, las hacemos nosotros-.  ¿Y qué le parece a esta porteña el resto de restaurantes valencianos de la urbanización?  «¿Valencianos? Jaja, valencianos no, que se quieren parecer a valencianos...».