El artista valenciano publicará el 22 de abril su segundo álbum en solitario, grabado con Marc Jonson en Estados Unidos
VALÈNCIA. La historia de cómo Víctor Ramírez (Valencia, 1991) ha conseguido que en los créditos de su segundo álbum en solitario figuren las colaboraciones Ken Stringfellow (The Posies), Richard Lloyd (Television) y Brian Young (The Jesus and Mary Chain) es una historia de afortunados accidentes. Pero, ante todo, Young is the New Old –disco autoeditado que saldrá a la venta el próximo 22 de abril, coincidiendo con el Record Store Day- es fruto del encuentro premeditado de un artista emergente con un ídolo olvidado.
Todos los puntos de fuga del nuevo disco de Ramírez Exposure convergen en la persona de Marc Jonson, compositor norteamericano cuya biografía es un ejemplo de cómo el talento no te lleva lejos si la industria no llama a tu puerta. Después de sacar al mercado Years (1972), un disco de pop magistral -aunque probablemente ya anacrónico en un momento en el que las tendencias de la música empezaban a tirar por derroteros más angulosos-, la carrera de Jonson se quedó al borde del éxito, sin catarlo realmente. Relegado a un papel secundario, pero muy activo en la floreciente escena underground neoyorquina de Greenwich Village, muchos artistas como Robert Gordon y Paul Butterfield se beneficiaron de su talento como compositor. A pesar de seguir siendo un gran desconocido para las generaciones posteriores, los hitos de Jonson incluyen la composición de bandas sonoras para películas tan populares como Cars, Ratatouille y Buscando a Nemo.
“Este disco es totalmente diferente al anterior, sobre todo por el impacto emocional que ha tenido para mí grabar con alguien a quien admiro mucho. Trabajar con Marc Jonson ha supuesto un antes y después en mi forma de entender la música, y no podría estar más contento con el resultado. Mi sonido se ha afianzado, y es el que me gustaría mantener y conservar en el futuro”, explica Ramírez en esta entrevista.
Más que un mentor, para él Jonson es un reflejo especular de sí mismo (de ahí el título del álbum). “Él es una versión mía de 65 años. Siente la música de la misma manera que yo y compartimos, quizás no el rechazo, pero sí la voluntad de huir del sonido que se hace ahora”. Frente a la vacuidad de la música contemporánea –como así la percibe-, Ramírez persigue la pureza que encuentra en clásicos como George Harrison. “Creo que las canciones de este disco son emocionantes porque no hay nada que sea mentira en ellas. Nada es pretencioso; más bien al contrario, todo el proceso de composición y grabación ha surgido de forma muy natural”.
Cuando apareció Book of youth en 2015, Ramírez hablaba sin remilgos, tanto en público como en privado, sobre las carencias de ese primer trabajo en solitario. Comentaba que le hubiese gustado grabarlo con más tiempo, con un equipo analógico. También echaba en falta la frescura de unas baterías reales, en lugar de programadas. Desde ese punto de vista, Young is the New Old ha supuesto un giro drástico en la carrera de Ramírez. El sonido lo-fi ha de urdimbre casera ha dado paso a una producción preciosista, prolija en arreglos y envuelta en una atmósfera añeja que remite más a los años dorados de Phil Spector que a las articulaciones sonoras del siglo XXI.
Hay que precisar que el encuentro con Jonson ha sido una bendición para ambos artistas. Porque si el norteamericano ha ayudado a su discípulo tanto como productor como atrayendo al proyecto a viejos amigos como Richard Lloyd, Ramírez por su parte ha contribuido a rescatarle del olvido. Jonson vivió con emoción cada minuto de la gira española que emprendieron ambos en verano de 2016. Hacía décadas que no disfrutaba del frenesí de la carretera y los escenarios. Además, Ramírez no ha cejado en su lucha por conseguir que algún sello español reedite Years, la obra magna de su maestro.
“Me gustaría mucho que la gente lo descubriese y encontrara en su música lo mismo que encontré yo. Para mí está al nivel de Cat Stevens y todos sus coetáneos, aunque que por culpa de los actos criminales de la industria musical no haya tenido el reconocimiento que merece. Más allá de las letras de las canciones, Young is the New Old es una reivindicación de la vigencia de Marc Jonson y su forma de entender la música”.
¿Cómo entraste en contacto con Marc Jonson por primera vez?
Todo empezó cuando me fui a Toulouse (Francia) a grabar con Ken Stringfellow dos de las canciones que aparecen en el disco. Una era “Hazel Love” y la otra “Suddenly Sunshine”, una versión de Jonson. Fue una decisión completamente premeditada, porque yo ya sabía que iba a enviársela después para que la escuchara. Así lo hice, y resultó que le gustó mucho. A raíz de eso surgió la idea de grabar un disco. Al principio lo íbamos a hacer en España, pero él me sugirió hacerlo en Plainfield, Nueva Jersey, que es donde tiene su casa y su estudio. Fue una convivencia intensa de un mes, que tuvo sus más y sus menos continuamente, porque él es una persona muy excéntrica, pero yo también lo soy, así que no hay ningún problema (ríe). No he hecho más que aprender de él. Más que perfeccionista, es obsesivo. Ha conseguido trasladar al disco el sonido que yo siempre había buscado.
¿Cuál fue el grado de implicación de Richard Lloyd y Brian Young en el álbum?
Brian Young escuchó las canciones que grabé con Ken al principio, le gustaron y accedió a colaborar en el disco. Grabó las baterías desde Los Angeles y luego nos las mandaba por mail. Es una manera muy complicada de trabajar, pero su aportación ha sido muy concreta, con percusiones muy bien colocadas. La presencia de Richard Lloyd no deja de ser otro accidente. Hay que entender que Marc Jonson formaba parte de la escena neoyorquina de los años 70, en la que grupos como Ramones, Blondie y Television coincidían en los mismos sitios y estaban en contacto continuamente. Desde España lo mitificamos mucho, pero no deja de ser como si habláramos de la escena valenciana de los ochenta con Glamour y todas esas bandas. Así que a Marc un día se le ocurrió, como si tal cosa, que a su viejo amigo Richard Lloyd le podrían gustar mis canciones y que quizás podría aportar su creatividad a alguna de ellas. Le mandamos The Heartbreak Kid y enseguida nos envió de vuelta cinco tomas de guitarra al más puro estilo Television, entre las que desgraciadamente tuvimos que elegir. Me dio mucha pena sacrificar tanto material. Su contribución a esa canción es de peso; no hizo cualquier cosa.
No deja de sorprender que Young is the New Old no haya encontrado discográfica con semejante nómina de colaboradores en los créditos ¿Cómo lo explicas?
Nuestro primer objetivo era buscar un sello fuera, pero el problema es que lo primero que te preguntan es: “¿Cuál es tu base de fans en España?”. Si no eres un músico conocido aquí, lo tienes difícil para sacar tu disco en el extranjero. Las discográficas españolas tampoco se mostraron suficientemente interesadas, aunque hemos tenido la suerte de que Munster Records se encargue de distribución del disco, que es una parte muy importante. No hay mal que por bien no venga, autoeditar el álbum significa que vamos a tener el control absoluto de todo.
Tu vocación internacional queda clara solo con entrar a tu web, donde la información se proporciona exclusivamente en inglés ¿Piensas que tu mercado natural es el mercado anglosajón, más que el nacional?
Totalmente. Conforme voy conociendo a más músicos de fuera me reafirmo más en que ése es el mercado más importante para mí. Allí es donde más se entiende la música que hago. Pero no por ello dejo de tener esperanzas de que en España la gente se suba al tren y de llegar al máximo de personas posible. No quiero caer en el discurso aburrido y nostálgico de que la música que se hacía antes era mejor que la que se hace ahora y que la gente es idiota. Creo que sencillamente los tiempos cambian muy rápido, y que al fin y al cabo el público es el que elige. Tú eres los tickets que vendes, por suerte o por desgracia. En algunos casos, cuando eso ocurre es genial, porque el grupo es extraordinario. Pero en la mayoría de casos no es así. Es lo que nos toca vivir.
La atracción de los veteranos
Desde los inicios de su carrera, cuando apenas contaba 18 años, Ramírez siempre se ha rodeado de músicos que le rebasan al menos una década de edad. Ken Stringfellow (The Posies, REM, Big Star) produjo a su primer grupo, Oh Libia!, y Joaquín Pascual (Surfin’ Bichos) se encargó de la producción de Book of Youth. En el escenario, ha compartido proyectos con Jorge Pérez (Tórtel, Coleccionistas), e incluso su banda de acompañamiento actual en Ramírez Exposure está formada por músicos de larga experiencia como Marcos Junquera (Betunizer, Alberto Montero, Dorian Wood) y Xavi Muñoz (Alberto Montero, Laetitia Sadier, Dorian Wood).
¿Es premeditado que no suelas trabajar con músicos de tu generación?
Es verdad que siempre tiro hacia eso, y es algo en lo que he pensado mucho. Siempre he buscado músicos que admiro y con un bagaje importante. Necesito eso para mis canciones. Creo que me siento más cómodo con gente más mayor que yo, aunque no por eso rechazo a la de mi generación.
El apoyo de Ken Stringfellow no se ha limitado a la producción de dos de las canciones del disco. Voló hasta Austin (Texas) para acompañarte en directo en los conciertos que ofreciste en el South by Southwest (SXSW) ¿Cómo describirías la relación personal que mantienes con él?
Ken es un amigo y sobre todo un ejemplo de profesionalidad. Nunca he conocido a alguien tan obsesionado con su trabajo, y eso se ve el cada concierto que da. Para el SXSW le pedí que saliera a tocar solo en cuatro canciones, pero él decidió tocar el teclado y cantando coros durante todos los conciertos. Que él estuviese allí me daba seguridad. Me gustaría seguir haciendo cosas con él siempre.
El SXSW se percibe desde España como la panacea, pero lo cierto es que es una feria de proporciones tan gigantescas que resulta muy difícil que una banda poco conocida despunte entre las más de 2.000 que pugnan por hacerse oír en una misma semana. La mayoría de las veces, las bandas españolas vuelven de allí sin conseguir abrir mercado ¿Cómo ha sido la experiencia en tu caso?
Austin es una locura. Tocan un montón de bandas al mismo tiempo y es muy difícil conseguir todo lo que te proponías cuando lo pensabas desde España. Pero no deja de ser una experiencia muy enriquecedora, y hemos hecho muy buenos contactos. Fue muy importante para mí que, en un festival como donde se amontonan grupos como Spoon, Ryan Adams, The New Pornographers o Grandaddy, alguien como Matthew Caws hiciera un hueco en su agenda para vernos en directo. Mi banda y yo nos sentimos muy arropados en un ambiente donde es muy fácil sentirse desplazado. Pero no solo eso, también tuve la oportunidad de conocer en persona a Chris Steamy (director musical de Big Star’s Third), con quien ya había tratado durante la grabación de mi disco ¡Me dijo que mis canciones le parecían geniales! Todo el colectivo de Big Star estaba allí, y tuve el privilegio de conocerles a todos. Por otro lado, Matt Parmenter, del estudio de grabación Ice Cream Factory, nos facilitó mucho la logística durante esos días, y además nos facilitó su estudio para grabar un tema en directo con Ken Stringfellow. Este viaje me ha servido para comprender que lo que hago gusta entre las personas de las que he sido siempre fan. Eso me da fuerzas y seguridad para continuar. Después de Austin viajamos a Seattle, donde también conocimos a Ian Moore, que es una gran estrella de los años ochenta y noventa, quien nos puso en contacto con mucha otra gente.
¿Has vuelto con la impresión de que haber dejado una buena semilla en el mercado norteamericano?
Sí, he vuelto sabiendo que voy a volver e intuyendo que tengo mucho camino que hacer fuera. Necesito hacerlo, de hecho. Y
Después de viajar a Estados Unidos, tocar en festivales como el FIB y trabajar con músicos veteranos, supongo que tienes un conocimiento de la industria mucho mayor del que atesorabas hace dos años. La idea de meterte de lleno en ella ¿te genera ahora más miedo o más seguridad?
Las dos cosas. Miedo atroz y al mismo tiempo ganas de superarme y ver hasta donde puedo llegar. Al final intento no pensar en toda la parte tétrica y fea de la industria, y más en hacer mi camino y tratar de mejorar como músico para que el camino tenga más sentido.
Volviendo a España… César Sabater, director de dos de tus videoclips, te ha pedido que firmes la banda sonora de su debut cinematográfico, Paella Today que se estrenará en verano ¿Serán temas nuevos? ¿Has tenido oportunidad de ver un avance de la película?
No serán canciones nuevas. César ha escogido tres temas del nuevo disco, y una es la versión de Marc Jonson. Solo he visto el pre-tráiler, pero tiene pinta de que va a ser una película muy Berlanga, que es lo que más le gusta, y muy loca y divertida, como él mismo.