El cocinero de Roca-Cuiper vuelve a sus orígenes y a su barrio de L’Horta
VALÈNCIA. El cocinero valenciano Sergi Peris nació en Roca-Cuiper (Valencia), un barrio rodeado de huerta y cercano al Mar. El mismo mar que baña Meraki Beach, en La Pobla de Farnals, a pocos kilómetros. Ahora ambos se fusionan para maridar huerta y mar en su cocina. Un cocina que navega entre la dieta mediterránea clásica, la experiencia Michelín, el delantal de la abuela de Sergi o el producto Km 0 y ubicados en un hotel privilegiado, con toques Ibicencos, dos terrazas y un sky bar con el sello de H Up.
Sergi Peris, vuelve a sus orígenes, pues en ese mismo hotel hizo sus primeros pinitos como cocinero, hace ya 10 años y vuelve a L’Horta, porque tras un no parar de restaurantes y países, ha vuelto a su barrio de toda la vida donde compra las verduras que se lleva a Meraki.
Por eso, los que vayan descubrirán con Sergi el amor por los aromas y sabores como los de la ensalada templada de alcachofas, ahumados y emulsión de ajo tierno de roca, el crujiente de rabo de toro y queso de cabra o la ratja a baja temperatura con jugo de all í pebre. Estos platos estarán en la carta de otoño invierno que se inaugura esta semana, pues ya en primavera habrá otros platos esperándonos. Será una pena despedirse del ceviche de pescado de lonja y maracuyá que le enseñó un colombiano, del cochinillo lechal con manzana asada o de su famoso rosetjat de verduras con crujiente de jamón, de Roca.
Y es que Sergi Peris, tras su paso por el hotel que ahora le acoge, se fue a aprender con Josep Quintana a Torrijos (1 estrella Michelín) para después pasar por Abac Barcelona (2 estrellas Michelín), Alejandro del Toro (1 estrella Michelín), Casa Pepico (Barrio Roca) y cruzar el charco para ser asesor de cadenas gastronómicas en Brasil y Colombia. No hay que olvidar en su trayectoria que también trabajó en Kaymus, de Nacho Romero, con el que ya había trabajado en Torrijos y con el que ahora comparte el paraguas de Sweet Hoteles, la cadena de hoteles valenciana más grande.
Y es que el edificio, que llama la atención precisamente por sus formas racionalistas y que parece, así, un pedazo de Miami en Valencia, cuando se vive, se dulcifica, gracias a los materiales y colores. El esparto, el bambú, los toldos, las velas, los cañizos, las plantas y las famosas y llamativas sombrillas de flecos beiges, le dan ese toque mediterráneo más ibicenco. Otro acierto es la zonificación marcada por la decoración que consigue varias terrazas con diferentes ambientes, sin olvidar el Sky Bar, más de relax, de copas, con las camas balinesas, los sillones y las barras.