La editorial Walden publica por primera vez en castellano esta novela de culto, escrita en 1988 por James Robert Baker, uno de los principales representantes literarios de la comunidad gay anglosajona. Este libro -trepidante y divertidísimo- utiliza el formato de historia oral para narrar la ascensión y caída de Shark Trager, un ficticio Rey Midas del Hollywood de los años 60, 70 y 80
VALÈNCIA. Cuenta el periodista Guillermo Alonso en el prólogo de Mejor Productor que esta novela “habla de esos años cubiertos de polvo blanco en los que Hollywood fue capaz de lo mejor y lo peor de su historia”. Aquellos años en los que el olimpo todopoderoso del séptimo arte era capaz de producir sin despeinarse bodrios como Howard, un nuevo héroe, sobre un pato extraterrestre que aterriza en la Tierra, o Ishtar, “sobre dos imitadores de Simon&Garfunkel que viajan a Marruecos”. Shark Trager, el protagonista de la novela de James Robert Baker, encarna a la perfección esa época “en la que directores con verdadero talento y productores con experiencia estrenaban auténticos pedazos de mierda en los que se habían gastado decenas de millones de dólares”. Egomaníaco, violento, cruel y excesivo -pero al mismo tiempo seductor y brillante-, la figura silente de Trager se somete a lo largo de más de 500 páginas al escrutinio de decenas de familiares, amigos, conocidos y detractores. Las voces de todos ellos se alternan para dibujar la rocambolesca trayectoria vital de uno de los magnates de Hollywood más locos de las décadas de los sesenta, setenta y ochenta.
Tráiler de Howard, un nuevo héroe
Ocurre sin embargo que ninguno de estos testigos existió jamás. Por tanto, ese prisma poliédrico característico de las historias orales como Por Favor, Mátame -sobre la escena punk neoyorquina de los 70- o El Otro Hollywood -sobre la industria del porno-aquí es un mero juego literario. Precisamente, uno de los principales méritos de Baker reside en la destreza con la que supo trenzar la madeja de coincidencias y contradicciones que conforma por fuerza cualquier relato coral construido sobre las apreciaciones subjetivas de muchas personas distintas. Estamos, en suma, ante la biografía apócrifa -una mockbiograhy podríamos decir- de un personaje ficticio que James Robert Baker utilizó para triturar cualquier imagen risueña que pudiéramos tener acerca de la industria cinematográfica estadounidense. Quienes comparten sus recuerdos acerca de Shark Trager son guionistas, realizadores, magnates, actores y actrices, amantes… una fauna de sociópatas, nihilistas y drogadictos.
Es un libro de ritmo trepidante en el que todo puede ocurrir, y de hecho ocurre: peleas sangrientas en mitad del set de rodaje, sexo a espuertas -incluyendo incesto, violaciones y masturbaciones con objetos-, chantajes, fugas, chismorreos y asesinatos a manos de la mafia. Thriller, melodrama romántico, comedia trash a lo John Waters… todo cabe en este medio millar de páginas.
Pero Mejor Productor es también un homenaje al cine y a la cultura popular -Baker era fan de bandas y músicos como Roxy Music, Morrisey o Jesus and Mary Chain a las que solía hacer alusión en sus novelas y artículos-. En esta novela llega a mezclar personajes de ficción con otros reales como John Wayne o Truman Capote, y aparecen otros, como el estirado director y crítico de cine Jean-Claude Citroen, que parece inspirado en Godard.
Publicada originalmente en 1988 con el título Boy Wonder (que podría traducirse como “Chico Maravilla”), esta novela de culto ve la luz por primera vez en castellano gracias a Libros Walden. ”La leímos, alucinamos con ella y no pudimos dejar de pasar páginas hasta terminarla. A continuación, tuve que volver a investigar en internet que efectivamente nadie la hubiese publicado en español nunca, porque no podíamos creérnoslo -comenta el editor, Manuel Moreno-. Es una cosa maravillosa que entiende perfectamente la historia del cine de Hollywood desde los 50 a los 80 y lo representa con un sarcasmo corrosivo. Así que pensamos que tenía que ser publicada en España de una vez”.
La razón por la que ninguna editorial española se había interesado antes por Boy Wonder continúa siendo un misterio. “No encuentro ninguna razón -continúa Moreno-. El libro tiene pasajes fuertes, pero mucho menos que los de libros de la misma época (1988) de Dennis Cooper o Bret Easton Ellis, que fueron publicados aquí y tuvieron mucho éxito. No sabemos si sería por el componente gay, por el humor, o, simplemente, porque no cayó en las manos adecuadas. Tras el éxito nada más publicarse, y, sobre todo, tras la polémica unos años más tarde de su novela Tim & Pete, la fama de James Robert Baker decayó, pero el libro (que tampoco ha sido reeditado en inglés desde hace más de 20 años) pasó a ser de culto y su memoria nunca murió.
Esta hazaña editorial servirá a muchos lectores de lengua española para descubrir a uno de los escritores de referencia de la comunidad homosexual norteamericana, aunque es cierto que sus obras fueron objeto de controversia dentro del colectivo LGTB en más de una ocasión debido a la supuesta radicalidad de su discurso. El relato oficial de su muerte, refrendado por el que fue su pareja en vida, apunta a que las críticas a su cuarta novela, Tim & Pete, estuvieron detrás del suicidio del escritor en 1997 a los 50 años. Baker, que se autodefinía como anarquista y odiaba frontalmente al movimiento neocon norteamericano por culpabilizar a los homosexuales de la lacra del SIDA, imaginó en esta polémica novela a una banda de gay anarquistas que planeaba un ataque terrorista contra una asociación conservadora. Le acusaron de abogar por el asesinato político para combatir la discriminación por el SIDA y, en consecuencia, el mundo editorial también le dio la espalda. Ya nadie quiso publicar sus obras, lo que le llevó a autopublicar la última de ellas, Right Wing, en internet.
Aunque en las novelas de Baker desfilan homosexuales, lesbianas, drag-queens y bisexuales, sería sumamente injusto enclaustrar Mejor Productor dentro de la llamada “literatura gay” -si es que tiene sentido hablar de tal cosa-. Su estilo encaja mejor con la ficción transgresiva, donde lo surreal se encuentra con lo hilarante de forma magistral.