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Silvana Andrés y Sonia Rayos: “Los buenos arquitectos conservan la mirada infantil”

8/07/2018 - 

VALÈNCIA. “Entender la arquitectura es aprender a pensar”, con esta máxima en el horizonte, Sonia Rayos y Silvana Andrés decidieron montar hace cuatro años Arquilecturas, un proyecto que acerca los conocimientos sobre edificación y urbanismo al público infantil mediante el juego. Conocer mejor los espacios que habitamos -ya sea la ornamentación de una fachada o el funcionamiento de las cañerías- se convierte así en una herramienta para observar la realidad con ojos mucho más despiertos.

Ladrillo a ladrillo, la iniciativa ha ido creciendo y, solamente durante el curso 2017/2018, pasaron por sus talleres 300 niños pertenecientes a 13 colegios distintos de la provincia de València. Además, también imparten cursos de formación al profesorado a través de CEFIRE y organizan actividades de ocio en colaboración con el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana. 

Ahora, su proyecto educativo se hace papel, pues acaban de publicar En Construcción (Litera), un libro ilustrado por Juan Berrio, que, a través de la historia de Clara y su abuelo Urbano, recorre todos los pasos necesarios para erigir un edificio, desde los planos hasta el alféizar de la última ventana. Una obra que busca también reflexionar sobre la importancia del tiempo, el valor del trabajo colectivo y las relaciones que establecemos con el entorno que nos rodea. 

Hablamos con ellas sobre pedagogía, tabiques, ciudades, infancia...En definitiva, sobre la vida.

-¿Cómo surgió Arquilecturas?
-Sonia Rayos. Surgió hace cuatro años de forma bastante casual. Silvana era profesora de Secundaria e incorporaba el uso de la arquitectura como herramienta de aprendizaje en las asignaturas de Plástica y Tecnología. Yo estaba intentando introducirme en el tema de la docencia…y decidimos unir nuestros perfiles y crear un proyecto juntas. Comenzamos con un taller en el CEIP de Pinedo y a partir de ahí nos empezaron a llamar de muchos otros colegios. Nuestros proyectos no son solamente actividades de entretenimiento, siempre tienen una vertiente pedagógica detrás. 

-¿Qué valor tiene para los niños esta aproximación a la arquitectura?
-Silvana Andrés. Lo más interesante es que es una disciplina que esta conectada con la realidad, con la vida. A los niños a veces se les pide una visión muy analítica, estudiar las partes de cada cuestión, falta una perspectiva más global. La arquitectura es algo que todos tienen al alcance. Puede que sea de mayor o de menor calidad, pero todos tienen una casa, todos van al colegio, todos viven en una calle concreta...y les gusta mucho poder conectar con su propia cotidianidad. A través de la arquitectura, lo que estamos haciendo es entrenar la mirada. Cuando llegan a sus domicilios encuentran los referentes de esos elementos que han aprendido con nosotras y así siguen ampliando sus conocimientos. Quizás le preguntan a sus padres dónde está la llave de paso o el calentador, asuntos que antes ni sabían que existían. 

Foto: KIKE TABERNER 

 -Ante un edificio, ¿es diferente la mirada infantil de la adulta?
-SA. Claro. De hecho, los mejores arquitectos suelen ser aquellos que han logrado conservar esa forma de mirar del niño. Por ejemplo, Frank Lloyd Wright siempre contaba que, siendo adulto, seguía utilizando los bloques infantiles de madera de Froebl que le había regalado su madre de pequeño. Esos elementos le sirvieron para realizar muchas de sus maquetas en proyectos como La Casa de la Cascada.

-SR. Los niños son buscadores de sentido, necesitan encontrar sentido a las cosas. En ellos se cumple muy bien esa premisa de que la forma sigue a la función...De ahí que pregunten tanto, "¿Esto para qué sirve?" o ¿Por qué se coloca eso?". 

-¿Creéis que conocer mejor la arquitectura es una forma de vincularte con el patrimonio de tu ciudad, de valorar el barrio y la calle en los que vives?
-SA. Absolutamente. Es una manera de entender y conocer aquello que tenemos cerca. Cuando entendemos las cosas, las valoramos. Una de las visitas infantiles más bonitas que hemos hecho en este tiempo ha sido a La Almoina, estaban maravillados por descubrir el origen de la ciudad, les causó un impacto tremendo. Por ejemplo, saber por qué las calles del Carmen son tan estrechas y, en cambio. en el ensanche las avenidas son grandes les interesa muchísimo.

-SR. Cuanto más sabes de algo, más aprendes a respetarlo. Cuando entiendes el valor de las cosas, las cuidas y las respetas. Nosotras decimos siempre que no tratamos de formar arquitectos, sino ciudadanos críticos, con capacidad para hacerse preguntas y buscar respuestas. Queremos que puedan incorporar a sus vidas la información que les proporcionamos, que sigan trabajando en casa con los mecanismos que les hemos facilitado.

-SA. Los niños ahora están tan vinculados a las nuevas tecnologías que creemos que es fundamental recuperar este aprender despacio, a través del tacto. Pensamos que es fundamental tanto para las conexiones neuronales como para la autoestima. A todos nos produce satisfacción generar objetos con nuestras propias manos y vemos que los niños están perdiendo muchas habilidades manuales. Además, defendemos que la infancia necesita cosas bellas. También fomentamos el trabajo en equipo y el orden, que crea mucha seguridad. 

Me parece que el éxito de Arquilecturas reside en que combina lo lúdico con lo serio. El juego es la mejor forma de aprender en la infancia. También de adultos: aprendes mucho más cuando estás disfrutando. El aprendizaje auténtico y significativo debe ser a través del placer.  Se habla mucho del esfuerzo, pero es que, en realidad, los niños invierten mucha energía y mucho esfuerzo cuando juegan. Están preparados para esforzarse, pero tienes que proporcionarles una actividad que les resulte interesante. 

Foto: KIKE TABERNER 

-¿Podemos establecer un paralelismo entre la construcción de un edificio y el proceso de crecimiento de un ser humano, de pasar de la niñez a la edad adulta?
-SA. Claro. Crecer supone ir construyendo un espacio de libertad, responsabilidad y crítica a lo largo de la vida. Me parece una metáfora idónea. También con la idea de proyecto; a nosotras nos gusta mucho el trabajo por proyectos, en el que se requieren muchas habilidades que nos hacen mucho mejores como individuos. 

- Volviendo la vista a la burbuja inmobiliaria que sufrimos hace unos años, ¿la situación habría sido distinta si la ciudadanía hubiese tenido más conocimientos sobre urbanismo?
-SR. Lamentablemente, durante mucho tiempo en la ciudad se ha construido pensando en criterios económicos y de explotar la edificabilidad de las zonas. Se buscaba sacar el máximo rendimiento posible de cada metro cuadrado. En ese sentido, creemos que invertir en educación es la base de todo. Resulta necesario que los ciudadanos estemos formados en arte, cultura, medioambiente, economía…porque esto repercute en las decisiones que tomaremos. Por eso, reivindicamos que haya un Ministerio de Educación, exclusivamente de Educación, porque es el pilar fundamental de la sociedad. 

-Ahora publicáis En contrucción junto a Juan Berrio. ¿Cómo pasasteis de los talleres al libro?
-SR. Siempre habíamos tenido en mente la idea de materializar en un libro todo lo que estábamos haciendo. Almacenábamos en la cabeza una especie de GIF de un edificio que va creciendo, al estilo de 13 Rue del percebe. Juan Romero de la editorial litera nos contactó porque quería preparar un libro de arquitectura que sirviera para niños, pero también que fuera útil para los adultos, que aportara información técnica. 

La mirada de Juan Berrio, el ilustrador, fue fundamental, porque no buscábamos imágenes infantilizadas o ñoñas, sino una visión más seria. A veces, hay publicaciones que toman a los niños por tontos, nosotras deseábamos huir de eso. No creemos que los niños sean los ciudadanos del futuro: son ciudadanos ya, en el presente. 

-Vuestros proyectos van dirigidos a la infancia, pero ¿somos conscientes los adultos del papel que juega la arquitectura en nuestro día día o simplemente transitamos por ella sin prestarle demasiada atención?
-SA. En general, no se tiene demasiada idea sobre cómo la arquitectura puede afectar a la vida cotidiana. ¡Pero si nos han colado pisos orientados al oeste en València! 

-SO. No tenemos cultura al respecto. Y, por ejemplo, nos fascina la Ciudad de las Artes y las Ciencias, pero ignoramos completamente el estupendo edifico Merle (situado en la calle San Vicente, junto a la plaza de San Agustín). A veces, despreciamos la arquitectura anodina del desarrollismo, pero, cuando te paras a estudiarla, tiene un orden, respeta los materiales empleados y, en realidad, bebe de fuentes como Le Corbusier y su icónica Unidad Habitacional. En cambio, hay edificios actuales que nos parecen mucho más vistosos y modernos y sin embargo no tienen un discurso detrás.

-SA. Es más, uno de los principales fallos de la arquitectura en nuestra ciudad es que los edificios no dialogan con el espacio. El palacio de congresos es genial, pero está ahí plantado, sin relacionarse con su propio entorno.

-¿Cuáles son vuestros referentes en arquitectura?
-SO. Pues…Louis Kahn, maravilloso, un hombre que habla de desnudar al material. Le pregunta al ladrillo, “¿qué quieres ser, ladrillo?”. La vivienda social de Le Corbusier nos interesa también mucho. Otro nombre imprescindibles es el de Lina Bo Bardi, que trabaja una arquitectura sobria, racionalista, dura, pero que intenta llegar a la población más humilde. Y Tadao Ando, que cuando tiene que talar un árbol para hacer una obra, deja la huella de una de sus hojas impresa en el encofrado. nos gustan los arquitectos que cuidan a las personas y que hacen edificios pensando en las personas

-Y ya para terminar, ¿cuál es vuestro edificio preferido de València y vuestra parte favorita de una casa?
-SA. Yo me quedaría con el modernismo popular del Cabanyal. Me encantan esas fachadas tan bien resueltas, esa reinterpretación que hicieron de las tendencias burguesas de la época aplicada a las posibilidades económicas que tenían los vecinos. De una vivienda, me encanta la cocina, porque habla de calor y de cuidados, implica ese tiempo lento de reflexión. 

-SO. A mí me fascina la antigua Facultad de Derecho, situada en Blasco Ibáñez y diseñada por Fernando Moreno Barberá. Pero, por ejemplo, el Espai Verd, en la Ronda Nord siempre me había parecido un horror y, después de verlo desde los ojos de los niños, ha cambiado por completo mi opinión sobre él. En cuanto a las casas, lo que más me gusta es acceder a ellas cuando aún no están terminadas del todo y poder verlas a medio hacer.

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