VALENCIA. ¿Cómo comercializar una idea de forma rápida, sencilla y global? Las startups buscan hacer que procesos aparentemente complicados sean más fáciles y económicos de realizar, son empresas jóvenes asociadas a la innovación, al desarrollo de tecnologías, al diseño web o a otros sectores pero con una fuerte presencia en internet, donde hallan sus mejores herramientas (patrocinio, difusión y venta).
El sector cultural, como no podía ser de otra manera, ofrece la posibilidad de sumarse a esta moda que no sabemos si será pasajera pero en la que mucho emprendedor está ya recogiendo los frutos de tener una gran idea y lanzarla al mundo. Los negocios de acelerado crecimiento son un componente fundamental de las startups y tal situación va en beneficio de ámbitos que andaban de capa caída como el de la cultura, siempre debatiéndose entre los pros y los contra de la financiación pública y la privada. Pero, ¿cuál es el procedimiento adecuado? ¿De verdad se gana dinero con una empresa de semejantes caracteríticas o todavía son mayores los riesgos que los beneficios?
Oficinas compartidas, trabajo en grupo, gastos a medias y una buena campaña de publicidad, si acaso hasta viral, con el objetivo de despertar el interés de los posibles inversores son algunas de las señas de identidad que reflejan los negocios emergentes de los que hablamos, a veces incluso apoyados por lo que se denomina "incubadoras", otras empresas más grandes que suelen acoger proyectos en fase de gestación, apostando por ellos y esperando percibir un tanto por ciento de beneficio posterior cuando crecen.
A simple vista no queda muy claro cuáles son las prestaciones y los límites de este nuevo nicho para emprendedores, así que preguntamos a dos referentes en la ciudad de Valencia que llevan trabajando en torno al concepto startup desde los comienzos y que han ayudado a levantar muchas de las pequeñas empresas a nuestro alrededor que se establecen bajo esa denominación. A saber, Violeta Garín, licenciada en Historia del Arte (UV, Ruprecht-Karls-Universität) y Master en Gestión Cultural (UV, UPV) que opera desde Valencia aunque actualmente reside en Nueva York desde hace poco menos de un mes y se dedica al diseño de estrategias de comunicación integrales para negocios y proyectos emergentes, especialmente en el ámbito tecnológico; y María Fernández Salcedo, periodista licenciada en Comunicación Audiovisual por la UV, que hizo prácticas en Levante TV, ha vivido en Inglaterra trabajando para D&D London, ha sido responsable de marketing y comunicación de Bookitit y actualmente codirige junto a Fran Sevilla la revista de tendencias HalterMag editada en Valencia además de ser community manager para varias empresas, entre ellas la marca de productos textiles del hogar DON ALGODÓN.
"Hay muchas definiciones del concepto pero a mí la que más me gusta es la que dice que una startup es una organización empresarial que está en busca de su modelo de negocio. Una empresa más consolidada ya lo ha encontrado y se dedica a explotarlo. Sin embargo, cada vez más nos damos cuenta que el concepto startup es casi un estado o una mentalidad con la que hacer negocios. Saber que siempre has de mantener un carácter innovador para experimentar nuevas líneas de negocio y propuestas de valor porque en este mundo líquido las circunstancias cambian rápidamente. Si quieres sobrevivir tienes que adaptarte y replantearte muchas veces cómo te relacionas con el mercado. Eso es algo que las startups conocen muy bien: un estado de incertidumbre constante en el que se crece a base de prueba-error-aprendizaje", explica Garín.
Hambre de éxito
Violeta Garín trabajó hace nada menos que tres años en la creación de Demium Startups, donde continúa involucrada, y como parte del equipo fundador nos cuenta que quedó fascinada por la energía, la ambición, el hambre de éxito y la ilusión de los emprendedores con los que trató. "Personalmente, nunca había sentido nada parecido en el sector cultural del que provenía, en el que, tras el mazazo de las crisis y la restricción de subvenciones, la gente estaba como en un estado de shock permanente. El emprendimiento tecnológico con su vibrante ritmo me absorbió por completo porque esa es la velocidad a la que me gusta trabajar. En el sector cultural todo funciona mucho más lento. Hasta hace poco, el propio emprendedor cultural renegaba de serlo por considerar un signo de identidad el no estar alineado con los conceptos asociados a la palabra emprendimiento. Esto es, beneficios económicos y rentabilidad. Creo que estamos superando este punto aunque queda muchísimo por hacer", añade.
Desde Demium, radicada en Valencia también, aseguran que son una organización que se dedica a transformar el talento en negocio, juntan a equipos de emprendedores que comparten experiencias, retos, ilusiones y aprendizajes. A través de tal plataforma, Garín colaboró con la fundación de Zizerones junto a Luis Noé y ha ido viendo como ésta ha ido creciendo y adaptándose al sector de las rutas y actividades culturales relacionadas con el turismo ofreciendo soluciones tecnológicas específicas. Aquí es donde startup y cultura se unen. Entendemos, según su testimonio, que la sociedad va perdiendo el miedo a ver la cultura como un cúmulo de negocios en potencia, lo cual genera controversia para muchos pero también una luz al fondo del túnel para otros, un abanico de posibilidades.
"Creo que el sector cultural podría beneficiarse muchísimo de las metodologías que ya hace mucho tiempo que se implementan en el mundo del emprendimiento tecnológico, como el Lean Startup. Se trata de trabajar de forma muy ágil y concentrados únicamente en lo que aporta valor, crear un experimento, probarlo y en función de la respuesta del mercado, mejorarlo. Es trabajar en este ciclo de forma constante. Hace tiempo que aprendí que lo perfecto es enemigo de lo bueno. Lo más importante es no quedarse petrificado en la fase de ideación y crear ese experimento, ese primer prototipo que nos haga aprender de cómo se comporta e interactúa con el mercado, las personas", sentencia Garín, que ya había tenido experiencia trabajando con proyectos culturales a nivel internacional, especialmente relacionados con el arte contemporáneo. Hizo prácticas en una galería de arte berlinesa, Laura Mars Grp, y en 2010 colaboró con el Instituto Cervantes de Berlín coordinando el IV Encuentro Hispano Alemán de Cultura ARTE+CRISIS. Dicho simposio intercultural unió a profesionales alemanes y españoles del mundo de la gestión cultural y el arte para dilucidar cómo la crisis económica había afectado a las artes visuales.
Por su parte, Fernández Salcedo define el término startup como algo que a ella le sugiere "emprendimiento, TIC’s (tecnologías de la Información y la Comunicación), posibilidad de crecimiento, modelo de negocio escalable, ambiente joven, deslocalización, mucho trabajo, buen rollo, un ambiente informal, zonas de trabajo abiertas, contacto con compañeros de otros departamentos", muy en la línea de lo que señalaba Garín. "Para ser exactos no he trabajado siempre en startups relacionadas en el sector cultural de forma directa, pero al dedicarme al periodismo y escribir sobre cultura, arte, exposiciones… Sí me he relacionado con startups culturales donde los emprendedores han establecido a través del sector empresarial dos grandes pasiones: la tecnología y la cultura", especifica remarcando la importancia de la interdisciplinariedad.
Puramente online
Para cada startup es extremadamente importante la imagen que ofrece y tener su proyecto claro a fin de conseguir ayudas e inversiones para seguir trabajando y solidificando los fundamentos de la empresa de cara a los clientes, consumidores o usuarios. "El último año estuve trabajando en una startup enfocada al sector de las reservas online. Dar sentido a la empresa, comunicar y mostrar lo que el negocio quiere transmitir es mi cometido", explica Fernández Salcedo que ahora mismo, entre otras cosas, trabaja en una consultoría online y se encuentra en contacto con empresas más tradicionales que buscan actualizarse, con startups y programas de aceleradoras que invierten en nuevos negocios potencialmente rentables, además de llevar la comunicación de un despacho de arquitectos y una empresa de gestión cultural. Dado que la comunicación en estas empresas es puramente online "se tiene que invertir mucho tiempo en generar una plataforma/app atractiva para el cliente, crear un sentido a la empresa, hacer buen uso de los contenidos, generar confianza en el cliente, tener buena reputación online y, sobretodo, posicionarse bien a través del SEO (posicionamiento web orgánico). Esto es lo fundamental a la hora de llevar a cabo un estudio de comunicación y posteriormente realizar un plan de acción y una estrategia comunicativa. La inversión en comunicación no suele ser mucha y se hace uso del posicionamiento orgánico (no de pago) para tener visibilidad y darse a conocer".
Está claro que cada vez más integramos la tecnología en nuestro día a día, en cualquier tipo de negocio y en cualquier sector, no es de extrañar que la cultura se sume y que proliferen los agentes que asisten a las empresas o a los particulares que pretenden emprender proyectos sin todavía los conocimientos del medio adecuados. "Es posible que en el sector cultural se esté empezando ahora a crear startups o nuevos negocios enfocados al ámbito tecnológico que faciliten el contacto entre el ciudadano, la cultura y el arte, pero tal vez no sea algo tan nuevo. Hace un tiempo el evento mensual de No more suite Valencia #eventomolon, dedicó su espacio a startups vinculadas a la tecnología y la cultura. Cada vez se crean más proyectos vinculados al ámbito cultural, por ejemplo, Intramurs fue uno de los participantes al evento, y cada año tiene mayor visibilidad y mejor acogida en cada edición que realiza" afirma Fernández Salcedo como colofón. "He entrenado a muchos emprendedores en la preparación de sus discursos y me siento muy orgullosa de haber podido contribuir a su desarrollo", apostilla Garín, ambas han hecho y siguen haciendo posible que jóvenes emprendedores y no tan jóvenes lancen sus ideas al mundo dotándoles de las herramientas adecuadas para que una pequeña empresa, que en otra época no hubiese llegado a ningún lado, sea visible y factible. "Para contribuir a que el sector cultural y social se empape de las ventajas de la tecnología más puntera para hacer negocios rentables y sostenibles", proclama solemnemente esta última. Lo dicho, muy probable que las startups sean esa luz al final del túnel o tal vez una nueva burbuja, quién sabe, por el momento, irradian optimismo.