ALICANTE. De todas las personas que he conocido en estos años de vida, moda y actualidad me llevo algo.
Y es que, en cada esquina de la vida, en cada encuentro fortuito, hay una lección que aprender. No importa si es en una pasarela de moda en París o en una pequeña tienda de comestibles en tu barrio, las personas son universos de experiencias y emociones. Cada uno con su propia historia, cada uno con su propia lucha.
A veces, es fácil olvidar que detrás de cada rostro hay una vida entera. Una vida llena de alegrías, tristezas, triunfos y fracasos. Y cada una de estas vidas tiene algo que enseñarnos, algo que podemos llevar con nosotros. Porque, al final del día, cada uno de nosotros es el protagonista de nuestra propia historia. Y es nuestro deber asegurarnos de que esa historia sea una que estemos orgullosos de contar.
Cuando pienso en aprendizajes, mi cabeza me lleva a Sybilla. Ella volvió a la moda dos veces. Ahora gravita entre una tercera y seguir a su ritmo. De ella he aprendido que el mundo para. Ella paró para reflexionar. Organiza una tercera vuelta. Con mucha reflexión.
Pero quizás lo más notable de Sybilla es su capacidad para parar cuando es necesario y volver a empezar. A lo largo de su carrera, ha tomado varias pausas, alejándose del frenesí de la industria de la moda para reflexionar y reevaluar. Estos periodos de reflexión han sido cruciales para su desarrollo como diseñadora, permitiéndole volver con una visión renovada y una energía revitalizada, además de entender lo que realmente importa.
Su primera pausa llegó a finales de los años 90, cuando decidió retirarse de las pasarelas para centrarse en la artesanía y los interiores. Esta decisión, aunque sorprendente para muchos, demostró ser acertada, ya que le permitió explorar nuevas formas de expresión creativa y expandir su marca de formas inesperadas.
Después de un tiempo, Sybilla regresó a la moda, pero con una nueva perspectiva. En lugar de seguir el ritmo frenético de la industria, optó por un enfoque más meditado, centrando su trabajo en la confección a medida, la presentación al margen de desfiles y la venta en tiendas efímeras.
Hoy en día, Sybilla es reconocida como una de las diseñadoras más influyentes de su generación. Su capacidad para reinventarse junto con su enfoque único en el diseño la han establecido como una verdadera innovadora en el campo de la moda.
A medida que Sybilla continúa su viaje en el mundo de la moda, una cosa es segura: independientemente de los desafíos que pueda enfrentar, siempre encontrará una manera de volver a empezar, más fuerte y más inspirada que nunca, retirándose a su Nirvana, en la isla de Mallorca, y volviendo recargada cuando sea necesario. Y en este constante ciclo de creación, destrucción y renacimiento, Sybilla no sólo ha definido su carrera, sino que también ha dejado una huella indeleble en el mundo de la moda.
Hace tiempo, Sybilla anunció su última vuelta al mundo de la moda. Yo mismo he podido tomar café con ella algunas veces y comentar ese “barco hundido” que, según sus palabras, trataba de sacar a flote. “¿Vuelve Sybilla?”, le pregunté yo. Asintió, tímidamente, con la discreción que la caracteriza. Sin fecha, ni hora, ni lugar, pero como dejó claro en aquella exposición de la Sala Canal en el centro de Madrid hace algún año: vuelve Sybilla. Su última vuelta antes de dejar, como ella admitió en una entrevista, “el relevo a sus hijos, que ya tienen ganas”. Y nosotros solo podemos esperarla con la resaca emocional que nos queda.
El mundo para. Todos paramos para tratar de estar mejor que hace tres semanas y estar mucho mejor mañana que hoy.
Y así, sin más, sobre el arte de parar para fundirse en las propias cenizas y volver a volar, como el fénix.