Unas tellinas en esta primavera mediterránea. Eso es la vida.
Una copa de vino natural, el olor de la plancha del Rausell, unas alcachofas ligeramente tocadas de sal, los nigiris de Nuria, el paseo (es mágico) desde el Mercado Central hasta la plaza del Tossal, los quesos de Manglano y el atardecer frente a la Albufera —imposible cansarse de este lienzo; los guisantes lagrima en Askua, el socarrat de cada tarde sobre el fuego de Casa Carmela y el salitre inundando esta ciudad maravillosa. La luz. Esta luz blanca que inunda cada rincón de nuestras vidas en primavera. El sonido del mar. Las tellinas de Anyora. Eso es la vida. Eso es.